1. El episodio piloto. Ni prólogo impactante, ni “ritmazo”, ni plano-secuencia exhibicionista, ni final lleno de cliffhangers. El primer episodio de ‘Mindhunter’ es el equivalente al “que se joda el espectador medio” de David Simon. Un comienzo moroso, casi anodino, que no intenta engancharte como si fuera una bolsa de patatas fritas, sino que “simplemente” introduce el tema (los comienzos del estudio de la psicología criminal en los años setenta) y presenta a los personajes (dos agentes del FBI que desarrollarán esas investigaciones). La serie es de Netflix, están los diez capítulos disponibles, ¿de verdad es necesario que nos “enganche” como si hubiera que esperar una semana para ver el próximo episodio?
2. Su capacidad para romper con las convenciones del género. ‘Mindhunter’ es una historia de policías y asesinos donde apenas hay acción ni suspense. Es un thriller de oficina y cafés de máquina, no de callejón y pistola. A los criminales se les persigue con palabras y los tiroteos tienen forma de diálogo. Se habla mucho sobre asesinatos atroces, pero no se muestran. Si hacemos un paralelismo con la filmografía de Fincher, estaría más cerca de ‘Zodiac’ que de ‘Seven’, por mucho que la pareja de policías, un principiante y un veterano, pueda recordar a esta última.
3. La química entre la pareja protagonista. En ‘Mindhunter’ por no haber no hay ni estrellas. Pero ni falta que hace. Lo bien escritos que están los personajes y la solvencia interpretativa de Jonathan Groff (‘Looking
’, ‘The Normal Heart’) y Holt McCallany (secundario de larga trayectoria que ya había trabajado con Fincher en ‘Alien 3’ y ‘El club de la lucha’), sin olvidar el personaje de la psicóloga Wendy Carr (Anna Torv), consiguen que no echemos en falta una cara conocida, un Kevin Spacey o una Robin Wright como en ‘House of Cards’, la anterior serie de Fincher.4. El guión. A la espera de devorar el libro de John Douglas y Mark Olshaker (lo publica Crítica el 9 de enero), y conocer cómo ha sido la adaptación, lo cierto es que el guión de Joe Penhall es fabuloso. El escritor combina con enorme habilidad dos líneas narrativas: las entrevistas a los asesinos en serie (todos basados en personajes reales) y la aplicación práctica de esas enseñanzas en varios casos de asesinato. A estas dos tramas se le une una tercera: la aparición de un enigmático personaje (aunque no tanto si buscas información), aparentemente desligado del relato principal, que se va colando poco a poco en la narración como un asesino en la casa de sus víctimas.
5. “El asesino de colegialas”. Después de serial killers tan elocuentes y parlanchines como Hannibal Lecter, John Doe (‘Seven’), Patrick Bateman (‘American Psycho’) o el gran Harry Powell de ‘La noche del cazador’, parecía difícil crear un nuevo asesino con el verbo tan afilado como su cuchillo. Penhall y el desconocido actor Cameron Britton lo han conseguido. Su creación del necrófilo Ed Kemper, que asesinó a varias colegialas, a sus abuelos y a su madre (a quien violó tras decapitarla) durante los años sesenta, es uno de los grandes alicientes de la serie. Britton promete arrasar en la próxima temporada de premios. 8’9.