Este ambicioso nombre esconde en realidad a un grupo que comanda el músico Charles de Boisseguin y que lleva en activo desde 2012, cuando publicaron un primer EP homónimo en el que ya establecían sus pautas sonoras principales: música bailable pero elegante, arreglos exquisitos con querencia retro-funk y jazz y aspiraciones cinematográficas. Una propuesta que dejó atrás el rap esporádico y se adentraba en territorios propios de Air o los Daft Punk más paisajistas en ‘Sonate Pacifique’ (EP, 2014), con algún pasaje de pop folk a lo Kings of Convenience, si bien en ‘Vanille Fraise’, su canción más escuchada hasta la fecha (casi 5 millones de streamings en Spotify, más 3 de su cachondo vídeo en Youtube, son poca broma), adoptaban desde un prisma fresco la sampledelia de The Avalanches o Étienne De Crécy.
Ya en 2015 L’Impératrice ampliaban su formación con la presencia de Fleur, una vocalista proveniente de la escena parisina del jazz que ampliaba los registros en ‘Odysée’ (EP, 2015), como unos Yelle despojados de estridencia. Tras un par de años de singles esporádicos y de maduración, a finales de 2017 L’Impératrice anunciaban al fin la publicación de su primer álbum de estudio: ‘Matahari’, producido por Renaud Létang (Feist, Gonzales, Keren Ann, Mocky), verá la luz el próximo día 3 de marzo. Sus primeros adelantos, entre los toques jazz-funk del corte titular recién estrenado, la fascinación retro-electrónica de ‘Là-haut’ o el electropop con melodías 60s de ‘Erreur 404’, ya hacen vaticinar el posible nacimiento de unas nuevas estrellas del pop francés más exquisito.