Aziz Ansari se ha hecho esta semana con el Globo de Oro a mejor actor de comedia por su papel en ‘Master of None’. La serie ha perdido el premio principal a mejor comedia contra ‘The Marvelous Mrs. Maisel’, pero creo que todos entendemos el galardón para Ansari como algo más que el premio al mejor actor. Aziz es creador y guionista de ‘Master of None’, además de haber dirigido algunos de sus capítulos, en esta segunda temporada a examen, en concreto los dos primeros y los dos últimos. La primera temporada ya nos conquistó hace un par de años, pero con su segunda tanda de episodios, donde otras series como ‘LOVE’ se desintegraban, ‘Master of None’ se ha crecido consolidándose como una serie referencial para una generación. A falta de averiguar si hay tercera temporada, que Ansari no quería rodar si no «se casaba o tenía un hijo o tenía algo nuevo que contar», hemos progresado de todos modos: en 2016 ni la nominaron a mejor comedia. Aquí 5 razones por las que Ansari merece todo el reconocimiento como uno de los personajes clave de la industria televisiva, en cualquier caso.
El romanticismo en medio de la generación Tinder
El personaje protagonista interpretado por Aziz Ansari, Dev, lidia con el desamor en esta segunda temporada como sucedía en la primera. A pesar de las divertidas subtramas, son los personajes femeninos (Rachel, Francesca, ¿Sara?) apareciendo de manera recurrente los que estructuran el guión. Dados los fracasos, las aplicaciones de ligoteo tipo Tinder son imprescindibles, dejando un capítulo tan entretenido como ‘First Date’ (s02e04), con situaciones que son, más que puro surrealismo, realismo puro del siglo XXI, como ese personaje que programa su siguiente cita durante la cita… para unos minutos después de la presente cita. Las aspiraciones románticas de Dev, que en momentos de desesperación elabora listas a favor y en contra de aquella que no le quiere, no parecen tan anacrónicas: por más APPS que se inventan, la gente mantiene su capacidad para torturarse pensando en si contestar o no tal o cual e-mail, tal o cual WhatsApp. Dev, que en un momento escribe secamente en su lista anti-Francesca «es mala», consigue provocarnos ternura sin rozar el debate de la misoginia. Más bien parece estar diciéndonos: ¿de verdad está evolucionando la especie? ¿de verdad la gente madura? ¿de verdad hemos cambiado tanto desde ‘Las penas del joven Werther’?
La reflexión sobre el racismo en clave de sitcom
‘Master of None’, recordemos que protagonizada por un indio musulmán, ya se rió en su primera temporada de la cuestión racial al tiempo que la ponía sobre la mesa. La segunda temporada no vacila en seguir estos derroteros de humor negro planteando guerras sobre quién es más o menos racista en cierto lecho conyugal, si de verdad hay «indios modelos», o qué raza es más desfavorecida en las mencionadas APPs para conocer gente. Tres grandes momentos son el gag con la caja de condones (s02e04), el gag que muestra a Dev y Denise de pequeños intentando averiguar cuál es negro y cuál es marrón («¡los negros también son marrones!», s02e08) o ese momento en el primer episodio en el que una chica invita a Dev a su AirBNB y él responde: «¿es para limpiarlo?». Asimismo, ‘Master of None’ sirve para mostrar cómo las nuevas generaciones de inmigrantes están adaptando o se están rebelando contra las costumbres de sus padres: ‘Religion’ (s02e03) plantea la aceptación de la toma de cerdo o alcohol por parte de musulmanes, la cual se equipara (en clave de humor, por supuesto) con la aceptación de una hija homosexual.
Los capítulos comodín están entre los mejores
Casi todas las grandes series de los últimos años cuentan con capítulos «especiales» en los que no avanza tanto la trama, sino que se cuenta una historia paralela. Series como ‘Stranger Things‘, ‘Lost’ o ‘The Walking Dead’ han contado con algunos. ‘Master of None’, siendo comedia, ha sacado gran partido a esta posibilidad. De entrada, el primer episodio de esta segunda temporada está rodado en blanco y negro, pero su ritmo no se resiente y funciona como un muy bien traído homenaje al neorrealismo italiano (muy especialmente ‘El ladrón de bicicletas’), en el que la Italia más chillona, pachorra e incivilizada es protagonista. Por otro lado, el episodio ‘New York, I Love You’ (s02e06) contiene una de las escenas más graciosas de toda la serie, la protagonizada en mitad de una tienda, en lenguaje de signos, por una mujer que quiere que le coman el coño y por su pareja. Por último, ‘Thanksgiving’ (s02e08) es un precioso, imprescindible ensalzamiento de la amistad retratado a través de los años, al tiempo que una muestra de lo que ha significado ser una mujer lesbiana y negra en Estados Unidos en las últimas dos décadas («Esto no es Los Problemas Crecen», sentencia el personaje en cuestión). Aunque incluso ahí despunta Dev robando plano con su delirante escena sobre un nick de Instagram, PezonesyPies23. Sí, el Globo de Oro a mejor actor está muy bien entregado.
El retrato de la industria televisiva
‘Batalla de Cupcakes’ (no se podía haber elegido alimento más cuestionado y peor visto en plena guerra contra las azucareras) y ‘Best Food Friends’, los dos programas absurdos en los que se involucra Dev como presentador, nos recuerdan que el surrealismo de 4 en Alicante de Chico y Chica no ha inventado nada. Siempre habrá un jefe absurdo o un productor absurdo con ideas absurdas a plena disposición las 24 horas del día para plantear disparates que a veces hasta terminan apareciendo en pantalla. Mención especial para el episodio sobre el acoso sexual, todo un precedente (la temporada se presentó en mayo) del huracán que ha azotado Hollywood desde el escándalo Weinstein.
El uso de la música
Hay un cameo de John Legend, una mención irónica a D’Angelo, alguna canción de Kraftwerk, un cameo muy gracioso de ‘Scatman’s World’, una canción de Mina muy bien introducida en el episodio italiano… pero la música no ejerce una labor fundamental en ‘Master of None’. Y sin embargo, no me resisto a destacar el final del episodio ‘The Dinner Party’ con ‘Say Hello Wave Goodbye’ como una de las cumbres absolutas de la serie. Cada línea de la canción de Soft Cell, en la que los guionistas claramente se han recreado, hace pupa a Dev y por extensión al espectador.