La próxima gala de los Goya (3 febrero) y la posibilidad de ver la película en plataformas digitales (Filmin y, a mediados de febrero, en Movistar+), son excusas perfectas para recuperar uno de los mejores filmes españoles de 2017; un buen momento para comprobar por qué Nathalie Poza, después de estar tres veces nominada (‘Días de fútbol’, ‘Malas temporadas’ y ‘Todas las mujeres’), es la gran favorita para llevarse este año el cabezón a casa.
Y es que ‘No sé decir adiós’ es, sobre todo, una exhibición de talento interpretativo. El director narra este desolador drama sobre la familia, la enfermedad y las distintas forma de afrontar la inminencia de la muerte poniendo la película al servicio de las descomunales actuaciones de sus tres actores principales: Nathalie Poza como la rabiosa y autodestructiva protagonista, Lola Dueñas encarnando a su pragmática y conformista hermana, y Juan Diego (¿por qué no está nominado?) como el irascible y angustiado padre de las dos. Los tres componen unos personajes que transmiten una enorme verdad, una verdad que duele.
‘No sé decir adiós’ es tan triste y desangelada como un tanatorio en invierno. Pero de una tristeza callada, nada melodramática. El director narra esta historia a través de una puesta en escena muy sobria y contenida, con mucho fundido en negro, una fotografía de tonos gélidos (a cargo de Santiago Racaj, que ha hecho triplete este año con otros dos trabajos de aliento fúnebre, ‘Verano 1993’ y ‘Morir’) y una cámara tan rígida como los sentimientos de sus protagonistas. Sin embargo, esto no es Haneke. La silenciosa tragedia que se va expandiendo como un tumor está continuamente agitada por unos sutiles toques de humor que sirven para aligerar la tensión dramática y dotar de una mayor naturalidad a las relaciones entre los personajes.
Lino Escalera lo tiene difícil para llevarse el Goya al lado de Carla Simón o los Javis, pero muy fácil para que esperemos con ganas su próxima película. 8.