Esa orden de desalojo ha dado a Field Music la sensación de urgencia necesaria para grabar un disco muy orgánico y vivo, cargado pero nunca sobrecargado de flautas, trompetas, pianos, teclados, guitarras glam y funk y voces autodobladas y/o deliberadamente enlatadas, al modo del pop sintético de finales de los 70 de unos Talking Heads. También David Bowie y Prince se asoman constantemente como influencias en un álbum que trata cuestiones interesantes como el Brexit, las consecuencias del capitalismo o los roles de género.
Pese a la gravedad de los temas escogidos, ‘Open Here’ no es un disco turbio. La inicial ‘Time In Joy’ habla de la importancia (¿necesidad?) de encontrar divertimentos en tiempos de adversidad: «si profundidad y oscuridad es lo que necesitas, déjame decirte que no estoy de acuerdo / no hay nada más profundo que pasarlo bien así que pasa tu tiempo conmigo». En ‘Count It Up’ se burlan del Brexit y del racismo con frases como «las libras y los peniques no son las únicas monedas / si has visitado alguna vez otro país y pasado por el control de pasaportes (…) si la gente no te mira por la calle por el color de tu piel / tenlo en cuenta», pero la canción suena como un hit alegre, eufórico, casi próximo a Eurythmics. También puede bailarse un poquito ‘Goodbye to the Country’, que dice «¿No sabes que hay una guerra de verdad ahora mismo? / ¿No te lo han dicho los periódicos?».
En ‘No King No Princess’ David ha querido decir a sus hijo e hija que no tienen por qué seguir los roles de género establecidos: «Lo que te diga la gente que tengas que asumir / no tienes que asumirlo / No hay una única forma de ser un chico». Es cierto que el texto no difiere mucho de lo que podría cantar un ex One Direction en 2018, pero aquí las palabras se ven elevadas y dignificadas por unos sutiles y estupendos coros femeninos que hacen crecerse al estribillo, y unos vientos que, sumados, dejan un resultado próximo a los The Cure de ‘The 13th’.
Hay una cantidad enorme de discos e ideas juntos y en armonía en ‘Open Here’. Sus influencias parecen concentradas entre finales de los 70 y principios de los 80, si bien abriéndose al pop de cámara y al music hall que inspiró el primer disco de David Bowie en los 60 (Anthony Newley, Ray Davies). El resultado es un disco edificante y teatral, por momentos cinematográfico, bastante curioso. Ahí están el corte titular, majestuoso, no tan lejano a ‘Eleanor Rigby’ o a los Beach Boys, o ese ‘Front of House’ que se hace demasiado corto, pero cuyo diálogo suelto, cuya mirada al pasado, abre un universo de posibilidades. Millones de posibilidades siempre bajo su único manto: escrito y producido por Field Music.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Count It Up’, ‘No King No Princess’, ‘Time In Joy’,
Te gustará si te gustan: Sparks, Talking Heads, Wild Beasts
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