Pero el objeto de esta serie de 9 episodios no es, en realidad, contarnos quién era Versace, su vida y cómo logró que sus diseños fueran objeto de deseo de la alta sociedad y su amor por lo ostentoso inspirara estéticamente toda una época. Se cuenta, sí, pero muy de soslayo y apenas en el primer episodio, que comienza narrando la mañana de su asesinato. En realidad, es Andrew Cunanan (Darren Criss –’Glee‘–), su asesino, el que centra la dinámica de la temporada y sobre él gira el argumento desde el 2º episodio, no sin antes despachar ese primer capítulo que explica por qué los herederos de Gianni se desvincularon del proyecto y por qué Lady Gaga rehusó finalmente encarnar a su amiga Donatella (tarea que ha llevado a cabo Penélope Cruz de forma más que solvente): los Versace no salen muy bien parados, despreciando a Antonio D’Amico (Ricky Martin) y echándole mierda encima tras la muerte de su pareja y dibujando a la hermana como una mujer ambiciosa que deseaba intervenir en la parcela creativa del diseñador.
Pero, tras ese episodio dirigido por el propio Murphy, el argumento se dedica a retratar, mediante constantes –y a veces confusos– flashbacks y flashforwards a Cunanan y su carrera sangrienta hasta perpetrar la muerte de Versace. En ese sentido es loable que la trama se centre en otras de sus víctimas, dándoles casi la misma dimensión que a Gianni, y su esfuerzo por ahondar en los retorcidos métodos del criminal, tratando de dar un retrato psicológico del joven asesino en serie. Al menos a estas alturas de serie parece algo liviano y superficial, dando por supuestas sus motivaciones y poniendo el foco en cuestiones más bien accesorias.
Estamos, por tanto, ante un cóctel bastante engañoso, que alterna biopic, thriller psicológico y docu-drama pero logra mantener la atención incluso pese a no ser lo esperado. Sin quedar aún claro si los agujeros que los constantes saltos en el tiempo serán rellenados en capítulos venideros o son simplemente torpezas, lo peor sin duda es el tinte telefilmesco de bajo presupuesto que planea constantemente, con una realización especialmente chirriante por su pretenciosidad, abusando de planos cenitales y simbología cutre, casi hilarante (la escena del cuerpo de Gianni en la morgue junto al de la paloma que recibió otro disparo es de auténtica traca). Lo mejor, en cambio, es la muy lograda ambientación en los últimos 90, tanto con el vestuario, los escenarios reales de Miami y la música, una banda sonora de Mc Qauyle salpicada con ‘All Around The World’ de Lisa Stanfield, ‘You Showed Me’ de Lightning Seeds, ‘Easy Lover’ de Phil Collins y Philip Bailey, ‘Back To Life’ de Soul II Soul o el ‘Gloria’ de Laura Branigan. 6.