Lady Gaga emprendía con esta canción un viaje a la fama sin retorno que en este caso iría más allá de lo metafórico. Harta de su vida en bares perdidos de Nueva York, cogería un vuelo a Los Ángeles para grabar música y, tras escribir ‘Just Dance’ en 10 minutos, decidiría dejar a su novio y no volver nunca a su viejo piso de Nueva York. Así lo contaba en The Guardian en 2009: «Todavía no he vuelto». Su siempre devota madre tuvo que desocupar su apartamento en su lugar.
‘Just Dance’ tiene, efectivamente, la inmediatez de las canciones de un artista novel de 21 o 22 años, escritas en 10 minutos. Como ‘I Get Around’ de Dragonette, un año anterior, presentaba sin remordimientos una fiesta etílica de las de perder el móvil, y como aquella, atrapaba desde los primeros segundos por el riff de sintetizador y ese aire a «keytar» que solo podía situar la producción en la década de los 80. Acompañaban sin molestar una serie de featurings e invitados que merece la pena mencionar sólo porque ya se nos habían olvidado: me pasé meses pensando que Gaga cantaba al «vino tinto» en lugar de al a la postre productor de himnos para el Real Madrid y Álvaro Soler RedOne; Akon… OK; ¿pero quién demonios era -corto y pego- Colby O’Donis?
Estaba claro que esta era una canción de Lady Gaga, nadie escuchó jamás aquí a nadie más. A fortalecer esa idea contribuyó una icónica presentación de la canción en Miss Universo, integrada dentro del desfile, que hoy puede resultarnos viejuna (sí, las haría mejores, desde ‘Paparazzi’ a la Super Bowl), pero que en los albores de Youtube era arrebatadora: en ese escenario la única que conquistó el universo fue Lady Gaga. La canción no era la más imaginativa ni moderna, y por tanto, podía haberse quedado en «one hit wonder», pero pronto se pondría sobre la mesa que su sentido de la performance no iba a consentir que la atención del público decayese. No había más que ver el guiño a David Bowie
de su maquillaje, bastante insólito en unos tiempos en que el pop se lo repartían Aguilera cantando a grito pelado, Britney con la cabeza como una pelota de tenis y Nelly Furtado disfrazada de moderna. La Gaga que conocemos vivía ya «para el aplauso» y, pese a la deriva agridulce de su carrera vista en su documental reciente, o pese a que su gran disco no haya llegado aún (¿o fue ‘The Fame Monster’?), lo cierto es que supo capturar la atención del público con este primer single, sin llegar a perderla hasta hoy pese a los baches que ha conocido por el camino.‘Just Dance’ fue elegida por nuestra web como una de las mejores canciones de 2008 con 32 puntos míos, 12 de Lolo/Farala y 5 de Raúl Guillén -qué maravilla conservar estos documentos de lustros pasados, saludos a Cristina Cifuentes-, pero ni siquiera resultaría la mejor canción de Germanotta: ‘Poker Face’ y ‘Bad Romance’ la terminarían superando poco a poco en popularidad, ‘Telephone’ en modernidad, ‘Venus’ en diversión, ‘Perfect Illusion’ en locura ya total. Y aun así, 10 años después, continúa siendo una canción que llena una pista en cuanto entran sus primeras e identificativas notas. Porque siempre será una buena canción a la que volver.
Si bien sus seguidores parecen algo cansados de que aparezca de manera recurrente en el repertorio de sus giras, es referencial del sonido Gaga. Aunque hoy nos cueste creerlo, en su momento se decía que ‘Bad Romance’ era demasiado ‘Poker Face’, que a su vez era demasiado ‘Just Dance’. Hoy en día, perfectamente distinguibles todas ellas, podemos afirmar que con este primer single Lady Gaga asentó las bases de un estilo que siempre será bienvenido de vuelta: por muchos viajes que dé hacia el folk, hacia el jazz o hacia el jevi, siempre habría de ser, como mínimo, una posibilidad.