Curiosa y seguro que no casualmente, las mejores canciones de este segundo disco como Otero –en el que vuelve a ser crucial su complicidad con el productor Tato Latorre (Maldita Nerea)– son las que sí son un rendido homenaje a la era dorada de las hombreras, la lycra y la laca: ‘Jardín de flores’, ese arrebatador single que nos recordaba al último giro bailable de Paramore, es sólo un ejemplo de las trazas de Limahl, Gloria Stefan y Miami Sound Machine, A-Ha o Mecano que se filtran en canciones certeras y divertidas como ‘Como ya no estás’, ‘Muerde el amor’ o ‘Loca’, una grandísima ida de olla a medio camino de la champeta, el merengue y el ska que, en perfecto equilibrio y con guiños al sonido 8-bits, evoca tanto a las canciones del verano de aquella época como a su propio hit reciente ‘Una vez más’. Si él y Sony quisieran, podría ser una bomba estival.
El contagio con la época de la EGB y Espinete alcanza también a unas letras que resultan más divertidas cuanto más delirantes y libres, en líneas picaruelas (se impone un epíteto viejuno, claro que sí), tan de saldo como encantadoras: cosas como “muerde el amor de mis venas, en las noches de luna llena / Yo soy la sal, tú la arena”, “el día aparece volviéndote loca, loca, que me pides lo que toca / El sonido de tu ropa que se va cayendo al suelo, y queda poca” o “se está librando una batalla, se han enfrentado mis vaqueros y tus mallas” parecían ya imposibles en estos días de constante cogérsela con papel de fumar. Y son una alegría que, como mínimo, te obligan a sonreír.
El mayor problema de ‘1980’ está en que el autor madrileño no parece abrazar del todo ese espíritu hedonista y directo. Coincidiendo con las letras más melodramáticas y nostálgicas –también las más predecibles y aburridas–, David se aferra al pop contemporáneo más melifluo. A uno que, por entendernos, puede agradar a los fans más casuales de los últimos Coldplay, Ed Sheeran o, aún menos interesante, a los de Efecto Mariposa o La Oreja de Van Gogh (lo cual incluye algunos versos de eyerolling brutal, tipo «Noto lejanía en tu amanecer, la he notado al mediodía y también antes de ayer»). Temas como ‘Precipicio al mar’ –pese a ese mono arreglo ragtime–, ‘No te voy a olvidar’ –con algún giro vocal un tanto Oasis– o ‘Lo peor’ son canciones monas, pero que no contagian emoción ni mucho menos excitación.
Afortunadamente para todos, el “desempate” entre ambas facciones llega con canciones que se sitúan a medio camino de ambas ideas y nos remiten al Carlos Sadness más complaciente. Hablo de ‘Gira’, ‘Manuscrito’ o ‘Baile’, el atractivo y sí, bailable, dueto con Rozalén que, si exceptuamos ese innecesario puente instrumental que difumina su jugosa alianza, se sitúa entre lo más resultón de ‘1980’. Un disco que, definitivamente, supone la consolidación de Otero como un referente en el pop nacional más comercial, que dignifica el género y convence más cuanto más se aleja de su pasado reciente.
David Otero actuará en Arenal Sound 2018, junto a James Blunt, Azealia Banks, Bad Bunny, Alfred García (OT 2017), Dorian o Steve Aoki.
Calificación: 6,5/10
Lo mejor: ‘Jardín de flores’, ‘Loca’, ‘Muerde el amor’, ‘Baile’
Te gustará si te gustan: Carlos Sadness, Ed Sheeran y La Oreja de Van Gogh.
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