En 1964, Godard rodó una de las secuencias más icónicas de la nouvelle vague: los tres protagonistas de ‘Banda aparte’ atravesando el Louvre a carreras. Esta escena logró capturar como pocas el espíritu de una época. La contracultura y el inminente Mayo Francés resonaban con fuerza profética en cada una de las zancadas de los tres amigos. Más de cincuenta años después, The Carters también parecen haber condensado en unos minutos el espíritu de una época. Si Anna Karina corría sonriendo sin ver a La Gioconda, Beyoncé y su marido se ponen delante de ella. Y es que, por mucho que ‘Apeshit’ apunte a discurso combativo y descolonizador -¿la cultura negra invadiendo el templo de la blanca?- al final es como ver a Gianluca Vacchi visitando el Louvre: el museo como fondo para vídeos de turistas multimillonarios. Por medio de ceremoniosos movimientos de cámara, la pareja y los bailarines aparecen delante de algunas de las obras más famosas de la pinacoteca. Poco a poco, esas imágenes van dialogando con imágenes de diferentes cuadros y esculturas, y con otras rodadas fuera del museo que parecen reinterpretar con actores esos cuadros y esculturas. Al final, las imágenes dan la razón al estribillo: “No puedo creer que lo hayamos logrado”… ser más famosos que la Mona Lisa.
Como diría Victoria Beckham: este vídeo huele a ajo. Desde que Almodóvar apareciera con traje de luces y peineta en los ochenta, los tópicos españolazos se han reinterpretado, manoseado y dado la vuelta de mil maneras a lo largo de los años. Nico Méndez, de CANADA, torea esta iconografía “tan nuestra” con la vista puesta en las 3000 viviendas, el feminismo quinqui y en Bigas Luna, el director que mejor supo combinar el chándal con los tacones, las tetas con la tortilla de patatas. Rodado en un formato tipo diapositiva (4:3 con los bordes redondeados) que parece inspirado en el de ‘A Ghost Story’, ‘Malamente’ mezcla tauromaquia, Semana Santa, polideportivo y extrarradio como quien compra un casete de Junco pagando con Face ID. El director maneja la cámara como si moviera un capote por el que pasan ideas tan afortunadas como el skater penitente, la “corrida de motos” o esa secuencia de la coreografía callejera montada con los bailes sincronizados en cuatro escenarios diferentes: el polígono, el interior del camión, el parking con los coches tuneados y el camping en el descampado.
En la reciente ‘Las catedrales del cielo’, el novelista francés Michel Moutot narra la historia de los obreros de la tribu india mohawk, unos hombres que levantaron los grandes rascacielos de Nueva York y que, según dice la leyenda, no conocían el vértigo. Inspirado o no por la novela (o por la icónica foto de Charles Ebbets con los obreros almorzando encima de una viga del Rockefeller Center), Jordan Bahat, director de vídeos para Fun.
o Meg Myers, convierte a Christine en una ironworker, una obrera sin vértigo que utiliza la pausa del almuerzo para invitar/desafiar a sus compañeros a bailar en las alturas como Michael Jackson. El vídeo mezcla la estética de las fotografías de Ebbets con la expresividad actoral y la potencia cromática de los musicales de Broadway de los años sesenta. La cámara se mueve como si fuera una grúa más de la obra, como una viga que los obreros esquivan mientas bailan en un andamio sobre las nubes.Aunque más que ‘Ataraxia’ podría ser ‘La revolución sexual’ (no veo yo a Epicuro, y no digamos a Zenón, con estas imágenes en mente cuando hablaban sobre la “ausencia de turbación”), el director Juanma Carrillo, conocido por sus trabajos para La Bien Querida, intenta atrapar en su nuevo vídeo algo tan inaprensible como el amor y el deseo de la primera vez. La metáfora más eficaz para representarlo es la de la pareja levitando mientras se comen la boca. Sin embargo, quizá la imagen que mejor y con más potencia poética lo explica sea otra menos obvia: la de los amantes enlazados por los cabellos que aparece al principio del vídeo. Ese plano, que recuerda a la fabulosa ilustración de Sergi Pérez para la portada de ‘Netsuke’ (Blackie Books), parece anunciar el resto del clip: una serie de encuentros amorosos –en la calle, en los portales, en la sierra-, rodados con la retórica visual de Terrence Malick y guiños a Marguerite Duras, y que reflejan la imposibilidad de separarse del ser amado. Al final, el director confiesa evocar el ‘Shortbus’ de John Cameron Mitchell. Pero también, para seguir con el título de la canción, se podría ver (o sería bonito verlo) como una versión posmoderna y (poli)sexual del Jardín de Epicuro.
Dinero, armas y selfies. La vida pasada por un filtro de Instagram. La directora Aube Perrie, habitual de los vídeos de la instagrammer Angèle, empuña la cámara como una pistola para disparar a su propia sien con una sátira sobre el (ab)uso de las redes sociales. Para ello, carga el arma con balas que descargan referencias: la estética de la mencionada aplicación, el género de la road movie, y el arquetipo cinematográfico de las asesinas glamourosas. De la Bonnie Parker interpretada por Faye Dunaway y su emblemática boina en ‘Bonnie & Clyde’, hasta la Uma Thurman y su no menos icónico traje amarillo de ‘Kill Bill’. Sin olvidar a ‘Thelma y Louise’ surcando el desierto de Arizona o un referente real, la modelo y cazarrecompensas Domino Harvey. Todas ellas están pasadas por el filtro de Instagram que embellece, distorsiona y unifica significados: apuntar con el móvil como quien apunta con un arma de fuego.