Niño de Elche / Antología del Cante Flamenco Heterodoxo

¿Cuánto tiempo necesitamos para asumir lo que hay dentro de un disco? ¿Cuánto tiempo, cuántas oportunidades, estamos dispuestos a dedicarle a una obra de 106 minutos cuando cada viernes se editan unos 15 discos distintos de los que somos el público objetivo? Niño de Elche publicó su segundo álbum en solitario, el primero tras el premiado ‘Voces del Extremo‘ y su colaboración con Toundra bajo el nombre de Exquirla, el pasado 23 de febrero. Su nuevo sello, Sony nada menos, tuvo el detalle de enviarnos una escucha privada hasta con quince días de antelación para que pudiéramos preparar una entrevista con el artista.

‘Antología del Cante Flamenco Heterodoxo’ me gustó enseguida, hice la entrevista y me propuse realizar la correspondiente reseña del álbum para publicar en su semana de salida. Dos semanas escuchando un álbum suele ser tiempo más que suficiente para asumir lo que vas a hallar contenido en él. Cuando has escuchado (o reseñado) miles de discos, es raro que cambies de opinión después de una quinta o sexta escucha (hay excepciones y álbumes cuya percepción cambia con el paso del tiempo en función de las modas o de la evolución del artista). Desde el primer momento estaba muy claro que se trataba de un disco muy ambicioso que reflexionaba sobre los orígenes, el desarrollo y la libertad creativa del flamenco en un mundo más pendiente del apropiacionismo que del arte; excelentemente ejecutado, como siempre pasa con la producción de Refree (Rosalía, Sílvia Pérez Cruz, Rocío Márquez); con momentos que entran por los ojos de primeras, como el single ‘Rumba y bomba de Dolores Flores’; otros que van calando poco a poco, como el ‘Fandango cubista de Pepe Marchena’ y su trompeta («cuando canto un fandanguillo (…) lloro como un chiquillo»); y otros deliberadamente más esquivos e inmersos en el ambient, como un guión de pesadilla lynchiano musicado por Aphex Twin y llevado a imágenes por Chris Cunningham. Tenía una idea muy nítida de lo que era el disco, muy claramente uno de los más interesantes del año; y tenía mi entrevista llena de titularacos. El «problema» era que a cuantas más escuchas daba al disco, más lagunas se me abrían, al contrario de lo que suele ocurrir. A más escuchas, más dudas me entraban sobre si estaba entendiendo el álbum o me estaba gustando por las razones «equivocadas».

No soy necesariamente partidario de que se sobreexplique o sobreanalice la música popular. La sola idea de que algo pueda gustar a alguien por las razones «erradas» da grima. En ocasiones la música pop se compone de letras mediocres y funcionales que sus autores se empeñan en disfrazar en las entrevistas de supuestas reflexiones sobre el sentido o sinsentido de la vida, decorando con coartadas intelectuales textos sobre los que lo mejor sería decir que no esconden pretensión alguna. Pero este caso es distinto. Como su propio nombre evidencia, esto no es un disco, sino una «antología». Niño de Elche dice que puede pinchar durante un par de horas música referenciada en este largo -tanto tiempo como dura-, pero sus tentáculos han ido mucho más allá, llegando a otras artes como la literatura o incluso la pintura, y por supuesto también a lo socio-político. ‘Antología del Cante Flamenco Heterodoxo’ ha implicado antes que nada un arduo trabajo de documentación que lo convierte, más que en un disco, en una biblioteca, o más bien en una instalación multidisciplinar no exenta de performance que, quién sabe, quizá algún día pueda tener lugar en un museo a lo grande (ya hubo una presentación en CaixaForum, de hecho).

Por tanto, no es un álbum que escuchar en las plataformas de streaming, donde a la vista está que no ha tenido ningún tipo de sentido subirlo, pues no se ha viralizado ni ha circulado entre la gente de ninguna manera; sino que degustar con calma a través de su edición física, que incluye un generoso libreto donde no vienen lo que podríamos llamar las «letras» (¿lo llamará «letras» el artista?), pero sí los textos explicativos «canción por canción» del artista curtido en Bellas Artes Pedro G. Romero. Niño de Elche describe a su colega como un «intelectual de una categoría increíble», pues ha sido él quien se ha encargado del «aparato y dirección artísticos» de estas 27 canciones que llegaron a ser exactamente 99. Quizá con 100 ya todos los implicados habrían cortocircuitado, no sólo el público.

El camino no lo han puesto fácil. El oyente casual pronto advierte la falta de hilo musical o secuenciación «adecuada» a nuestros estándares. No es lo habitual que un disco, ni siquiera vanguardista, arranque con dos pistas como ‘Soledades de la pereza’, llena de bostezos; y continúe con un tema entre el ambient, el dream pop y los cantos monacales (sí, esto es posible), cuando el álbum doble contiene una decena de temas no que ya no den tanto susto, sino directamente comprensibles por todos, casi poperos. Niño de Elche resolvía de un plumazo esta duda: «Es una antología, que es algo que va o por orden alfabético o por orden historiográfico. Y esta va por orden historiográfico, ayudándonos a hablar de lo social y de lo político».

Esta intencionalidad está clara desde esa primera pista, en la que la voz de María Rosa Beltrán Ramón nos lleva a los pueblos del siglo XIX, constituyendo una reivindicación de Paul Lafargue, autor de ‘El derecho a la pereza’, quien además estaba casado con Laura Marx, sí, hija de quien estás pensando. Estamos en 1880 con algo llamado ‘Hay una pereza activa’. El viaje en el tiempo tan solo acaba de empezar y las paradas serán numerosas e interesantes por su temática principal (‘Pregón, lema y consigna de Nono’ incluye un «no pasarán» que se pasea entre la guerra civil y la lucha antifranquista) o por la colateral (en ‘Saeta del Mochuelo con la Mariana seguido de Plazoleta de Sevilla en la noche del Jueves Santo’ se restituye a María Lejárraga como verdadera autora de la ópera ‘Margot’ en lugar de su marido Gregorio Martínez Sierra, que la firmó).

‘Antología del Cante Flamenco Heterodoxo’ es un disco maravilloso cuando las mejores composiciones coinciden con las historias más apasionantes que ocultan. ‘El tango de la Menegilda’ es una canción llena de humor compuesta a partir de ‘Las que tienen que servir’ (1882), y el texto nos revela que esta canción llamó la atención de Nietzsche cuando la escuchó dentro de la zarzuela ‘La Gran Vía’ en Turín (“es lo más fuerte que he oído y visto, incluso como música, genial, imposible de clasificar” fueron sus palabras), pero es que el libreto nos indica además que fue un «himno de la hostigada comunidad gay» en Viena en la época… y lo comprendemos totalmente. Casi la pregunta es en qué estábamos pensando para no habernos dado cuenta antes.

Por su parte, ‘Fandangos y canciones del exilio’ tiene una letra y una melodía totalmente desoladas («a la mujer del obrero la pisan cuatro tunantes de esos que tienen dinero»), de claros tintes reivindicativos, entre humorísticos y existencialistas («¿qué culpa tiene el tomate que está tranquilo en la mata? Y viene un hijo de puta y lo mete en una lata y lo manda pa’ Caracas»); pero además es necesario saber que ha llegado a nuestras manos gracias al trabajo de un musicólogo mexicano que se encargó de recopilar el cancionero vinculado a la causa republicana durante su exilio. Rubén Ortiz fue miembro de Los Folkloristas y por allí se oían letras como esta de El Bizco Amate o Corruco de Algeciras, y pasaron Víctor Jara, Mercedes Sosa o Violeta Parra. Igualmente, ‘La Farruca de Juli Vallmitjana’, quien introdujo a Picasso en el mundo gitano, en catalán, además de ser una canción hermosa hasta lo escalofriante, pretende «llamar la atención sobre la tradición del flamenco en catalán ocultada por la ceguera nacionalista de tirios y troyanos». Bravo.

Esa «Farruca» saliendo después de la tensa ‘Recitando de Eugenio Noel’ es uno de los aciertos de secuenciación -supongo que por casualidad, a lo sumo por la hábil eliminación de lo que había en medio entre las 72 pistas que no han sido incluidas en el disco-, pero la más alucinante es la suma del trotón ‘Pasodoble con Rumba Original de Guy Debord’ a ‘Rumba y Bomba de Dolores Flores’. Y aquí es donde entra la parte en la que los malentendidos sobre el disco pueden ser más flagrantes. El «Pasodoble», sobre ‘Ay, Carmela’, incorpora una crónica de la represión stalinista contra la CNT en Barcelona. Según Niño de Elche se está aplicando un “détournement

” «típico del situacionismo francés» para cambiar «un discurso comunista por otro anarquista». Lo que da miedo es lo actual que suena un texto antiguo como el recitado:

«Hoy en día no hay nadie tan ingenuo o tan desvergonzado que se atreva a negar que nos encontramos bajo un despotismo tan duro, envilecedor y difícil de soportar como el que hubo en tiempos de Franco y a medida que pasa el tiempo, será peor. Nosotros estamos ahora dispersos, cuando no desmoralizados. Hemos entablado una batalla que no supimos librar como debimos. Hemos tenido bajas, tenemos presos, la lucha por su liberación puede ser un punto de partida para un nuevo movimiento revolucionario más efectivo y coherente. El silencio y la inacción nos llenarán de oprobio. La historia jamás nos perdonará»

No sé si ese clarinete que se incorpora pretende situarnos en una banda sonora de película progre, aportar dramatismo o más bien algo de humor, porque Niño de Elche parece estar hablando por momentos de la era Rajoy, del 15-M, de la decadencia de Podemos y de los presos catalanes actuales a la vez. ¿Acaso ha escogido por casualidad lo más ambiguo y abstracto de aquel discurso tan concreto evitando la mención a lugares, la CNT o el anarquismo? Y de repente… una bomba a continuación, en concreto la de Lola Flores entre ritmos kraut y moroderianos, en reivindicación de cómo Lola fue alguien para la Factoría de Warhol (supuestamente este tema llegó a sonar con la guitarra de Lou Reed y los sintes de John Cale). Decía Niño de Elche: «ya no es un homenaje a Lola Flores porque es muy molona, no solo eso que también, sino que hacemos una conexión. (…) Lola Flores sonó como un himno para Warhol, a quien tenemos como alguien muy cool por su sentido pop. Nosotros le podemos interesar a ellos como flamencos, y el flamenco siempre ha tenido esa virtud de inmiscuirse en las grietas, llegar a sitios insospechados y llegar de manera anárquica».

Otras canciones que no son lo que el público interpreta a primera vista son ‘Tanguillos de Cádiz’, bajo cuyos aire lo-fi y diversión carnavalesca se oculta un texto espeluznante sobre el lanzamiento de la bomba de Hiroshima; o las ‘Coplas mecánicas de Juan de Mairena’. Niño de Elche declaró a Shangay que no sentía necesidad de definir su sexualidad: «Si soy gay, cuando mantengo relaciones con una mujer, ¿qué soy? Cuando masturbo a un hombre pero a la vez una mujer me hace una felación, ¿qué soy? Y si me acuesto con un trans, ¿dónde te colocas? En el mundo en que utilizas una etiqueta, trazas una línea que no tiene que ver con cómo yo vivo mi vida». Así, lo fácil es pensar que esta canción pretende derribar géneros con una reflexión sobre los roles de los mismos en los tiempos en que tanto se habla de género no binario o fluido. Pero también podría ser, si nos atenemos a la forma en que fue grabada, con una máquina de hacer versos de la época de los «ismos», una reflexión sobre el modo en que los “campamentos de escritura” construyen hits con cada uno de los 144 co-autores metidos en un disco añadiendo una coma. «¿Cómo funciona la máquina?», pregunta Juan de Mairena. “Pues como un grupo de aficionados al cante, toman unas copas, uno pone media letra, otra la otra media y se componen el fandango”. Al margen de la «paradoja» que supone crear una copla «queer» con una máquina hecha de todo menos para eso, de esta misma manera me imagino a unos cuantos hacedores de desalmados hits.

Cuando las canciones no son tan inmediatas como muchas de las mencionadas o ‘Polo de Manuel de Falla’, inspirada en su ‘Ay, guardo una pena en mi pecho’ de 1914; también pueden dejar momentos musicales realmente gloriosos. ‘El Prefacio de la malagueña’, de 9 minutazos, se basa en el himno eclesiástico ‘Vere Dignum’, y ha sido tocado con un órgano por Juan de la Rubia, para grabar el cual Refree se desplazó a la Iglesia de Sant Corneli en Collbató, Barcelona. Su parte central se mueve entre lo ceremonial y lo sublime, y su parte ambient es realmente asfixiante; como la de ‘Saetas de San Juan de la Cruz’, que nos lleva a las iglesias en que gitanos cantaban textos de Fray Luis de León o del Arcipreste de Hita desde finales del siglo XIX.

Entre pasos de Semana Santa, zapateados por Val del Omar (la imposible «Mensaje diafónico»), los dinamos de Stefan Voglsinger en la experimental ‘Martinete y Debla de Vicente Escudero’, y con un final de disco en el que lo mismo te aparece Tim Buckley reivindicando a Lorca (‘Deja que tu voz de mujer corra por tus venas, Lorca’) que Mikel Laboa en la «parodia» de los Lekeitios o hasta el siniestro Shostakóvich por peteneras, el disco va mostrando que los caminos del flamenco han sido, son y serán insondables. Y hasta, de manera divertida, incluyen su negación, pues el ‘Recitado de Eugenio Noel’ recoge unos textos de este predicador que recorrió España y Latinoamérica protestando contra los toros, el flamenco y las liturgias de Semana Santa, las tres grandes pasiones de su vida. «Max Aub dijo que Noel no había encontrado otra manera de abordar su pasión por las cosas flamencas que poniéndose en contra». Cuántas veces habremos visto esa misma actitud friqui en unos foros o en una red social…

‘Antología del Cante Flamenco Heterodoxo’ es una obra que oculta tantos significados como las decenas y decenas de artistas en ella referenciados. Y estoy seguro de que los oculta incluso hasta para su trío de autores principales, empezando por Niño de Elche, al que en las entrevistas se le puede ir alguno de los nombres adyacentes (en la nuestra llamaba al actor obsesionado con Lola Flores Mario Cortez en lugar de Mario Montez); o para el propio Romero, que se refiere en el libreto a Rafael el Entendío como «El Entendío» o «El Enterao», indistintamente. La anécdota no puede ser más irrelevante, pero sirve para hacernos reflexionar sobre, por un lado, el carácter excesivamente pretencioso del álbum, al que Romero quita hierro animando a la gente a hacer sus propias playlists; y por otro y sobre todo, sobre las prisas con que en 2018 decidimos cuánto mola un disco, cuán coñazo es o cuál es su valor. Everything Now.

Personalmente, me niego a que ‘Antología del Cante Flamenco Heterodoxo’ sea una de esas obras maestras que comprar obligatoriamente para acumular polvo en una estantería, tras haber afirmado «qué buena es». Fantaseo con el día en que comprenda por qué el disco termina con una lección de idiomas con sonido ambiente y a su vez con la llegada de un día en que descubra que uno de los múltiples referentes que incluye el álbum es totalmente inventado. El artista ha querido abrir aquí un debate sobre la paradoja que contiene este disco, también la del flamenco y su heterodoxia, pero ha abierto muchísimos frentes más. Muchos más de los asumibles para una breve crítica musical en la que el discurso es tan rico que casi ni he tenido tiempo de hablar de la valía de Niño de Elche como intérprete. Su trabajo en la ‘Canción de cuna de Crumb’, representando o dialogando con «el niño que busca su voz», que no es otro que el niño nonato de ‘Yerma’, es sobresaliente. Solo por eso en otro caso ya estaríamos elogiando su talento, ¿así que qué hacemos con el otro 99,99% que encontramos en este largo? ¿Cuántas maneras de sacar punta a este conjunto caben? ¿En serio puede dar pereza un disco que empieza hablando del derecho a la pereza? ¿En serio un disco tan presto a ser puntuado con un 0 o con un 10 incluye unas ‘Seguiriyas del silogismo’ en reivindicación del «término medio» por la vía de Tomás de Aquino? Hay que tener valor, pero no importa. Lo que importa es que esta o cualquier otra crítica de este álbum está inacabada. Durante los próximos semanas, meses o años tendremos aquí un disco con el que ahondar no solo en la historia del flamenco, sino en la de España, Europa o América, incluso destapando errores, incongruencias, nuevos sentidos enriquecedores o «paradojas» en su ejecución. Esa y no decidir la valía de este disco en cinco segundos antes de pasar corriendo al siguiente habría de ser nuestra labor.

Calificación: 10/10
Lo mejor: ‘El tango de la Menegilda’, ‘Fandango cubista de Pepe Marchena’, ‘Fandangos y canciones del exilio’, ‘Pasodoble con rumba original de Guy Debord’, ‘Rumba y bomba de Dolores Flores’, ‘La Farruca de Juli Vallmitjana’.
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Publicado por
Sebas E. Alonso