Si en su anterior disco, ‘Perpetual Motion People’, Ezra jugaba a ser una estrella del pop fastuoso de los 60, esta vez lleva el foco a los años 80 y 90, eleva un poco el histrionismo, desata la imaginería queer y se catapulta al Paraíso. ‘Transangelic Exodus’ es mejor, pero infinitamente mejor, que su predecesor. Como si de una road movie se tratara (¿acaso la portada no parece un cartel de película?), Ezra narra la huida con su amante de un entorno hostil. El álbum está dedicado a los inmigrantes, a los refugiados, a los encerrados a la fuerza en los armarios; a todos esos seres vulnerables, heridos y perseguidos por la sociedad y que buscan un mundo mejor. De hecho, a poco que escarbas las letras en Genius, te encuentras con una cantidad apabullante de información sobre la naturaleza cinematográfica y todos los significados de las canciones. Pero el contenido no sirve de mucho si el continente no te sacude. Y el continente es abrumador; pop melodramático con poco drama y sí con mucha euforia contagiosa. La que emana Ezra, con su voz poderosa, elástica, ligeramente nasal, levemente rasposa, dominando todo.
En su interpretación, Furman asemeja, a rasgos generales, a Ian McCulloch o David McComb, los líderes de dos de los grupos señeros del pop épico de los ochenta, Echo and the Bunnymen y The Triffids. Pero hay más, muchos más a los que vampiriza tiernamente. La primera y sensualísima (¡ese título!) ‘Suck the Blood from my Wound’ recuerda a los MGMT de ‘Time to Pretend’; es una pieza saltarina, basada en riffs de sintetizadores, casi de BSO de film de John Hughes. ‘Driving Down to LA’ refleja la épica del coche y la fuga romántica, entre el blues y Kate Bush. En ‘No Place’, juega a ser un Nick Cave enloquecido y la PJ Harvey de ‘To Bring You My Love’, peleándose con trompetas mariachis. O te lleva a unos Suede golpeando timbales en la fulgurante ‘The Great Unknown’. Pero también hay lugar para rendir pleitesía a hermosos perdedores como Daniel Johnston en la preciosa ‘Gods Lift up the Lowly’, conducida por un melancólico piano, leves arreglos de cuerda y con la voz de Ezra sonando como si proviniera de un viejo radiocasette. Hay un momento en que la suntuosidad de ‘Maraschino-Red Dress $8.99 at Goodwill’ (guitarras de puro rock bailable a lo INSX) y ‘From a Beach House’ (que juraría que también incluye recordatorio musical a la banda del mismo nombre) pueden parecen bajar un poco el nivel (sólo un poco), pero entonces irrumpe la divina, maravillosa, ‘Love You So Bad’, construida con cuerdas y batería, puntuada por unos coros de lo más guasón y coronada por un magnífico y pegadizo estribillo. Y cuando crees que ya no puede dar más de sí esa estupendísima historia de amor fou
adolescente, va y la remata con unos “wah-wah-wah” y las cuerdas desatadas en velocidad ascendente hasta el final. Quizás mi canción favorita en lo que llevamos de año; glorioso pop en cinemascope. Hasta el final no emergen los únicos recordatorios a los 60, ‘I Lost My Innocence’ y ‘Psalm 51’, con claro robo del ‘She Said, She Said’ de los Beatles e inflexiones de Father John Misty.Ezra Furman es un personaje fascinante que en su nueva película se presenta como un fugitivo. Pero lo que es en realidad es un ladrón de guante blanco, uno de esos que planean un golpe prodigioso y obtienen una recompensa exuberante. Pero los realmente agraciados somos nosotros.
Calificación: 8,2/10
Lo mejor: ‘Suck the Blood of My Wound’, ‘Driving Down to LA’, ‘Gods Lift up the Lowly’, ‘No Place’, ‘Love You so Bad’
Te gustará si te gusta: el pop melodramático, de Suede a Triffids, pasando por Nick Cave y Kate Bush.
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