Ya desde aquel vídeo, que por el momento cuenta con unos 8 millones de reproducciones –nada mal, tratándose de una autoedición, impulsada por el ojo-boca-oreja–, Zolita mostraba que su aproximación al lesbianismo no era un jueguecillo para “chicas curiosas” en línea a lo expuesto por Katy Perry o, más recientemente, Rita Ora. Hoetzel vestía sus canciones con una pátina de R&B oscuro, sensual pero solemne, con cierto aire de ceremonia litúrgica. Y ahí es donde juegan un papel crucial sus clips, enormemente cuidados en lo estético (no le duelen prendas en reconocer la enorme influencia de Lady Gaga en ellos) y tan repletos de abierta homosexualidad como de iconografía mística y ocultista, que la artista aplica con conocimiento de causa: practica la magia
(no está claro de qué tipo), por lo que en absoluto la molesta que se califique su música de “witch-pop”.No hay mejor ejemplo que el clip, ambientado en un estricto colegio femenino, de ‘Holy’, otro de los temas de su EP debut de 2015, ‘Immaculate Conception’. Tras un par de años de aparente silencio, en el verano de 2017 reaparecía con ‘Fight Like A Girl’, otra pieza de gran simbolismo visual en la que aplicaba otra de las características de su ideario: el feminismo. “Mi cuerpo, mi elección, mi derecho y mi voz”, canta en un estribillo de empoderamiento para la mujer que buscaba canalizar su ira contra la abierta misoginia del actual presidente de su país. Tal vez por eso, se ha convertido en su canción más emblemática y ha sido incluida en su más reciente EP ‘Sappho’ (un homenaje a la poeta clásica de la isla de Lesbos). Un disco publicado el pasado mes de mayo en el que su trip-pop está dotado de un mayor brillo en temas como ‘New You’ o ‘Come Home With Me’, de nuevo objeto de vídeos de gran poder visual y centrados en celebrar su relación con personas de su mismo sexo, dotando de belleza algo que muchas siguen sufriendo como un estigma.