El planteamiento es un acierto. No cabe duda de que este libro de casi 300 páginas va a ser leído únicamente por seguidores de la cantante, pero al margen de sus momentos «MADONNA, REINA, GUAPA!», que los tiene, también es un recorrido por la industria musical de los últimos 30 años que retrata cuestiones tan diversas como la imposición de lo audiovisual en los 80, el cambio en los modelos de negocio, o la dependencia de las giras y los acuerdos publicitarios en la era digital. Además, para aquellos interesados en el feminismo, la cultura LGTB+ y el sexo, el libro tiene capítulos individuales dedicados a estos temas, que además son los mejores.
A Igor Paskual le ha tocado el marrón de lidiar con la parte musical. El licenciado en Historia del Arte y músico de Loquillo abre el libro hablando de lo que Viñuela prometía que iba a ser lo más importante: la música. La carrera de la cantante es demasiado conocida en su totalidad como para hacer cambiar a nadie su opinión a estas alturas y, la verdad, estoy deseando ver la cara de ciertos comentaristas de JENESAISPOP cuando lleguen a la sentencia de Paskual sobre ‘I Want You’ o su ninguneo a ‘Human Nature’. Pero eso no es malo. Lo peor es que el recorrido por la discografía de la cantante parece algo acelerado y poco equilibrado, situándose entre un fanatismo que parece bastante forzado (esa defensa de ‘Vogue’ frente al ‘Deep In Vogue’ de Malcolm McLaren) y cierto miedo a mencionar las horas bajas de la cantante, como para no espantar a posibles compradores. Paskual, como músico, se maravilla de cómo ‘Music’ desarrolla toda su línea de voz sobre un solo acorde, y es una pena que no haya tirado más por lo técnico, por ejemplo hablando de la horrible masterización de los dos últimos discos. Eso sí, su capítulo agradece una segunda lectura en la que detenerse en comparaciones, influencias y el muy bien traído «name dropping» que se marca.
Igualmente, el episodio sobre las giras de Madonna, escrito en un tono de lo más campechano por Lara González, es un recorrido por sus giras bastante exhaustivo, pero sin que se llegue a profundizar en tres cuestiones fundamentales: 1) ¿qué copió la artista de los espectáculos masivos de sus dos grandes ídolos, David Bowie y Michael Jackson? 2) ¿fue realmente ella la inventora del concierto por secciones en macroestadio, tal y como lo conocemos hoy? y 3) su negativa a llenar sus shows de «greatest hits» recientes o antiguos, que diferencia a la cantante de otros artistas de su generación como Depeche Mode o U2. Por ejemplo, ni ‘4 Minutes’, ni ‘Hung Up’, ni ‘Like a Prayer’, 3 de sus 5 canciones más oídas ahora mismo, formaban parte del repertorio fijo de su última gira.
Mucho más enriquecedoras por estar menos manidas son las aportaciones de los capítulos más sociológicos. No se plantea a Madonna como una heroína que haya salvado el mundo y no se evitan cuestiones como el modo en que la cantante se ha apropiado de cosas que no correspondían a su cultura o su persona, como la misma causa gay; pero sí se explican cuestiones que en 2018 pueden estar muy asumidas, pero que en 1983 o en 1992 ni se mentaban. Cosas como por qué Madonna gusta tanto al público gay, por qué arrastró en principio a tal cantidad de fans femeninas incluso propiciando concurso de imitadoras y sección propia en Macy’s, por qué ha sido tan relevante su acercamiento a la sexualidad o por qué va a ser tan importante su lucha actual contra el «ageism». «Las mujeres que envejecen dejan de ser mujeres en el sentido patriarcal del término», analizan Laura Viñuela y Mar Álvarez en su capítulo, que justifica el propio título del libro.
Así, se terminan perdonando a este lanzamiento las ligeras carencias y los mínimos errores de documentación (‘Sorry’ fue top 1 en UK, no top 12; en ‘La Isla Bonita’ no hay ninguna «fiesta» sino una «siesta»; ‘Ray of Light’ es anterior a Britney y Aguilera); porque lo que aporta es mucho desde el punto de vista social. Entre otras cosas, el análisis de la aglutinación de personajes dentro de la propia Madonna como forma de huida de la dicotomía «chica buena / chica mala»; la importancia del vídeo de ‘Open Your Heart’ (!) en la huida de los roles sociales preestablecidos y la lucha contra los prejuicios; el enfrentamiento a lo heteronormativo y el patriarcado 30 años antes de que se hablase tanto sobre ambos; el reto de vivir la sexualidad con plena libertad al margen de las convenciones o la vida en pareja tradicional; y por supuesto la recuperación de la cita “se ha establecido a sí misma como un sujeto sexual, no como un objeto sexual” de la autora Nell Bernstein, que tanto define a Madonna, en sintonía con el artículo que realizaba hace unos meses mi compañera Mireia Pería. Cuando Madonna se rodea de tíos buenos en un vídeo como el de ‘Girl Gone Wild’, está claro que está en su propia fantasía sexual, no buscando poner caliente a otro hombre. Y eso lleva siendo así décadas sin que nadie hubiera reparado en ello.
Sin ser pedante ni una ida de olla de proporciones épicas, el libro relaciona el trabajo de la cantante con teorías, textos y citas de McLuhan, Simone de Beauvoir, la música del siglo XIX Clara Schumann, las riot-grrrls o la teoría queer, subrayando por ejemplo la asociación entre el arte performativo y la búsqueda de la identidad de género. ‘Bitch She’s Madonna’ sí sitúa a la artista como una pionera, y para muestra esos sexólogos que, sentados a analizar ‘Erotica’ sin haber ellos sido fans, terminan concluyendo: «Madonna plantea reflexiones tan inteligentes que sorprenderían por lo atinado a algunos de los más sesudos estudiosos de nuestra epistemología». Pero igualmente el libro merece la pena por las cuestiones que plantea de soslayo, como la asociación entre el triunfo de Madonna y su negativa a ser victimizada (¿le irá peor en los últimos años porque ahora sí se está victimizando en cuanto a la discriminación por edad?). O la cuestión de la guerra de divas. Viñuela (Laura) y Álvarez dejan una cita para la posteridad a tenor de la feroz guerra de fans en defensa de su diva favorita, que se ha vivido en la red en los últimos tiempos: «Cada vez que emerge un nuevo talento femenino, su triunfo solo puede entenderse a costa de derrocar a la anterior, pues es bien sabido que una de las estrategias más efectivas del patriarcado para mantener el estado de las cosas es el «divide y vencerás»». Qué interesante leer la opinión de dos mujeres sobre esto después de años leyendo a diario la de hombres… 7,5.