Cuenta Zoe Randell, a raíz de cómo la canción ‘Me and Jasper’ lidia con la adolescencia, que la pequeña ciudad en que creció daba para «un gran estudio en cotilleos, escándalo, asignación de personajes y la determinación de la gente para luchar contra ella». En la línea, el tema ‘Kids’ -un tanto Radiohead circa ‘Exit Music’- cita a «la aburrida policía que te persigue por las calles» y amenaza: «sabemos tu nombre y dónde vives». Y el disco se cierra con el tema titular, que además de preguntarse si «los políticos quieren ser músicos», pide derecho a «conocer el color y el trazo de mis propios miedos (…) la más hermosa y serena escultura que mis manos pudieran trazar, hacer o romper».
Que no solo la libertad sino también la propia creación es un interés para Luluc, está claro desde el propio título del disco, pero también hay que destacar que la primera canción, ‘Spring’, es una adaptación de una poetisa japonesa del siglo X, Lady Ise; o que ‘Controversy’ toma su letra de un fragmento de la novela ‘Mi hermano Jack’ de George Johnston, que empieza diciendo que «lo que da tanto miedo de estos suburbios es que aceptaron su mediocridad». A toda esta carga intelectual, el dúo parece restar peso con ‘Genius’ y su trato de la literatura, en la que bromean «me encantan las palabras, sobre todo si son las que salen mi pluma». Seguro que el ego respirable de todos los artistas de Brooklyn ha jugado en esto algún tipo de papel.
Pero si Luluc quitan peso es sobre todo con un disco sobrio y breve que se extiende muy poco más allá de la media hora, con un par de pistas en torno o incluso por debajo de los 2 minutos de duración, como es el caso de la anecdótica ‘Needn’t Be’. Canciones tan intensas como la fabulosa ‘Heist’, en la que ha intervenido su colega Aaron Dessner de The National, se ven contrastadas con el anti-estribillo de ‘Kids’ o la pequeña luminosidad de canciones tan ligeras y afables como ‘Moon Girl’.
Son pocos los detalles que emergen en ‘Sculptor’, como ese piano al inicio de ‘Spring’, la guitarra en segundo o tercer plano de J Mascis en ‘Me and Jasper’, el teclado y la eléctrica en la segunda parte de ‘Kids’, la percusión y la tibia experimentación al final de ‘Controversy’ o el desenlace percusivo del disco. Pero todo está donde tiene que estar. Una de las canciones más fascinantes al respecto es ‘Cambridge’. En un momento dado parece que un teclado subterráneo va a inclinar la canción hacia el dream pop de unos Beach House, la voz de Zoe se eleva entonces hasta los cielos y la conclusión, sobre encontrar «nuevos caminos» y dejar atrás «juegos pasados», no puede ser más Everything But the Girl. Ojalá más canciones con tan interesante deriva.
Calificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘Heist’, ‘Kids’, ‘Cambridge’
Te gustará si te gusta: Low, Vashti Bunyan, los Radiohead acústicos, los Broadcast acústicos
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