En ella, una de las mejores canciones del disco, su letra le sitúa en el punto de vista de padre ante los hombres que quizá podrían tratar con machismo o incluso abusar de su hija North en un futuro. “¿Tener una hija ha cambiado tu percepción hacia la mujer?”, le cuestionaba el presentador. “No. Sigo viendo Pornhub”, contestó West tajante e hilarante a la vez. Su categoría favorita es «negro sobre blanco, obviamente». También hubo espacio sobre esa teoría suya de que en las escuelas se enseña mucha historia pero no se enseña a proyectarse en el futuro (aquello que le llevó a aseverar que «la esclavitud fue optativa»), y a hablar del amor de una gran fuerza.
Pero los esfuerzos de Kimmel por sacar a colación a Trump, al que West ha alabado
repetidamente causando no poca controversia, repetidamente no terminaron de dar fruto: primero le preguntó si por un momento le molestó ver que su esposa, Kim Kardashian, se reunía a solas con el Presidente en el famoso despacho oval. Ye eludía la respuesta diciendo que Trump es un “casanova” (“a player”, dijo); más tarde, y de forma bastante incisiva y dura, el conductor atacó el asunto de la política migratoria de Trump. Tras mencionar cómo está separando a niños de sus padres cuando estos intentan atravesar ilegalmente la frontera con Estados Unidos, cuestionó “nos guste o no su personalidad, sus acciones son lo que importan. De forma célebre y poderosa dijiste una vez que a George Bush no le importaba la gente negra [Nde: lo dijo por su gestión de la tragedia del huracán Katrina]. Me hace preguntarme ¿qué te hace pensar que a Donald Trump sí le importa?”. Ante la contundencia de la pregunta, West guardó un visiblemente incómodo silencio (probablemente madurando su respuesta), pero tras unos segundos Kimmel dio paso a publicidad y la cuestión quedó en el aire, salvándole de mojarse, como puede verse en este vídeo con la entrevista completa.