El director Brian Taylor, conocido por sus películas de acción junto a Mark Neveldine (‘Gamer’, la saga ‘Crank’), debuta en solitario con esta sátira sobre la paternidad y la maternidad, con derivaciones hacia la crisis de la mediana edad. “Antes éramos Kendall y Brent… Ahora somos mamá y papá”, dice en un momento de abatimiento el personaje de Cage. A partir de esta frase, que sintetiza el discurso sobre la pérdida de la identidad que plantea la película, el director pone en imágenes las frustraciones y renuncias de una generación de padres en forma de sangrienta comedia negra.
‘Mamá y papá’ se puede leer como la modulación extrema de una de las imágenes icónicas de la cultura popular del siglo XX: Homer estrangulando a Bart. O, también, como una actualización de ‘El pueblo de los malditos’; un lugar donde, en vez de los niños, son los padres los que se comportan de forma extraña y se convierten en una amenaza para sus hijos. A través de una puesta en escena muy enérgica y pirotécnica, tan crispada como los nervios de sus protagonistas, el director ironiza sobre los choques generacionales utilizando los códigos de la película de zombis: un alocado relato de supervivencia donde una alegórica pandemia pone en peligro la conservación de la raza humana.
Aunque la ingeniosa premisa argumental se va agotando poco a poco y llega al final llena de remiendos (los redundantes flashbacks) y con la lengua fuera, el director consigue mantener el interés del espectador gracias a un eficaz crescendo dramático, un divertido uso del contrapunto musical (las escenas más gore están “aligeradas” con canciones de Roxette o Tony Carlucci/Lou Bartolomucci), unos gags tronchantes (atención a la llegada de los abuelos), la química entre Cage y una estupenda Selma Blair, y unas furiosas secuencias de acción que nada tienen que envidiar a la de otras películas de zombis (y esta en esencia lo es) como ‘28 días después’, ‘Amanecer de los muertos’ o la reciente ‘Tren a Busan’. 7’5