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Suede / The Blue Hour

‘The Blue Hour’ no es un disco conceptual, explica Brett Anderson en una entrevista a The Independent, aunque lo parezca. Y mucho. Porque la sensación que da al escucharlo es que en él existe un argumento. Pero la banda insiste; más que una historia en sí, el álbum trata de evocar vivencias de horror en el campo inglés a través de los ojos de un niño. Y usan muchos recursos para tal menester, tanto musicales (melodías fúnebres, arreglos solemnes, interpretaciones ampulosas) como literarios (pájaros muertos, detalles macabros, pesadillas infantiles…). Todo en vano. Porque a la hora de transmitir, ni transmite ni epata. Sólo aburre. Duele escribir esto, pero ‘The Blue Hour’ es un tostón de dimensiones catedralicias.

La inicial ‘As One’ despierta la curiosidad por desconcertante. Bien parece que Suede vayan a atacar el ‘Carmina Burana’, entre cuerdas aterradoras y coros apocalípticos, mientras Brett Anderson se desgañita. A continuación, ‘Wastelands’ promete oro. Es todo apariencia porque, aunque su línea melódica es parecida a la de ‘Heroine’ y sus guitarras rememoren las de ‘Trash’, no contiene su magia. Lo peor es descubrir que la canción resulta un oasis en cuanto nos topamos con lo que viene después: el horror (en sentido metafórico). Temas plúmbeos y recargados; tenebrosos efectos operísticos sin ton ni son; sonoridades manidas propias de una mediocre banda sonora de film de terror. Bien alternados con canciones, como la comentada ‘Wasteland’, que tratan de emular los momentos de gloria de la banda pero sin garra, lo cual resulta particularmente irritante. Aquí y acullá, Brett declama de manera sobreactuada, como un mal actor tratando en vano de representar un papel que le va grande.

Hay detallitos salvables, claro. El folletín desatado de ‘Mistress’, gracias a esa letra de desamor y despecho, prácticamente la única en que se toleran los excesos de Brett y donde el drama se sostiene por sí mismo. ‘Cold Hands’ tiene un inicio glam excitante, pero su mezcla entre heavy AOR y la épica a lo U2 acaba resultando un poco indigesta. Triste es constatar que el agobio que se acumula tras minutos de escucha impide disfrutar una pieza tan digna como ‘Life Is Golden’. Aun así, mantienen la suficiente fuerza para erigirse en las piezas más destacables, otras dos bocanadas de aire entre las pesadas tinieblas previas y el pozo de las lamentaciones posterior. Agota el spoken word de ‘Roadkill’, a pesar de los hermosos y subyugantes arreglos de cuerda; ‘Tides’ acaba de asfixiar; son afectadas y teatrales en el sentido más peyorativo. Con esfuerzo puedes llegar a apreciar la guitarra de Richard Oakes brillando en ‘Don’t Be Afraid if Nobody Loves You’ pero, una vez más, se ahoga en su propio efectismo.

La pretendida belleza siniestra de ‘The Blue Hour’ es realmente en un cascarón inane. La afectación redunda en contra de Suede esta vez. Las intenciones están ahí, pero no los resultados. Para que se me entienda, el disco suena como si perpetraran versiones pasadas de vueltas y sin gracia de ‘The 2 of Us’. Y lo peor; la sensación de que el esfuerzo que supone sumergirse en él no ofrece ninguna recompensa. El drama gótico rural no se les da nada bien, quizás porque lo suyo es el romanticismo terminal urbano. Si ‘Night Thoughts’ nos ofrecía confianza en el presente de la banda, ‘The Blue Hour’ nos hace añorar terriblemente su pasado.

Calificación: 4,5/10
Lo mejor: ‘Wastelands’, ‘Mistress’, ‘Life Is Golden’
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Publicado por
Mireia Pería
Tags: suede