Lady Gaga siempre se ha vendido como una buena vocalista y como pianista, incluso en su época más electropop. No hay más que recordar aquella balada tan Queen llamada ‘Speechless’ que incluyó en ‘The Fame Monster’. Pero no fue hasta esta década cuando la Gaga «clásica» empezó a despuntar más: primero apareció en ‘Duets II’ de Tony Bennett (2011), abriendo el disco con su versión de ‘The Lady Is a Tramp’; en 2014 llegaron a lanzar un álbum conjunto que vendió más de un millón de copias, ‘Cheek to Cheek‘; y desde entonces fue habitual ver a la cantante compaginar proyectos más sintéticos y artificiosos como ‘ARTPOP’ con una faceta más orientada al público generalista. El ejemplo más visible fue su interpretación de un homenaje a ‘Sonrisas y lágrimas’ en los Oscar que se celebraron en febrero de 2015.
‘Joanne’ no logró el éxito esperado dada la falta de impacto comercial del primer single ‘Perfect Illusion’, y tampoco salvaron el disco en principio las múltiples presentaciones televisivas del segundo sencillo ‘Million Reasons’. Pero una actuación cambió las tornas: la Super Bowl. Tras ella, al fin, tras semanas de posiciones mediocres en las listas, el tema escaló hasta el puesto 4 de la lista oficial estadounidense y, pese a que Europa lo recibió con cierta tibieza, sí se ha consolidado como su mayor éxito de la era streaming… al menos hasta la llegada de ‘Shallow’, que la terminará rebasando. Con 262 millones de reproducciones en Spotify, está claramente por encima incluso de ‘Bad Romance’ o ‘Telephone’, que por supuesto por su poder visual, sí ganan la batalla en Youtube.
Pocos meses después se estrenaba en Netflix ‘Five Foot Two‘, un documental que mostraba a la Gaga más vulnerable e inestable, y volvía a subrayar su potencial como cantante clásica, en un estilo más folk. Si una canción salía reforzada del documental era claramente la que daba título a su disco ‘Joanne’, dedicada a una tía que murió en los 70 antes de que ella naciera. De nuevo, no se tradujo en ventas ultra millonarias, pero se continuaba labrando una imagen distinta para la artista conocida por ‘Poker Face’ o las performances de ‘Paparazzi’ y ‘Applause’. La versión «piano» de ‘Joanne’ lanzada con motivo de los Grammys no era mejor que la original, pero se reincidía en la idea de mostrar otra Gaga.
La buena aceptación de ‘The Cure’ en las playlists de Spotify o incluso el Globo de Oro que Lady Gaga arrebató a la mismísima Kirsten Dunst de ‘Fargo’ mostraron que cuando Lady Gaga no solo se dirige a sus fans (como ha hecho en sencillos como ‘Judas’, ‘Applause’ o ‘Perfect Illusion’) sino al público generalista, puede obtener buenos resultados. Y eso es lo que ha pasado con ‘Ha nacido una estrella’. En Forbes llamó mucho la atención la audiencia que fue a ver el estreno de la película: el 66% eran mujeres, el 68% tenía más de 35 años y el 42%, de hecho, más de 50 años. Digamos que este no es el perfil de «little monster» medio que todos imaginamos. Esto es: Lady Gaga estaba llegando a donde no había llegado antes: en Reino Uido ‘Shallow’ es carne de Radio 2 (la cadena de la BBC para público adulto) en lugar de carne de Radio 1 (adolescentes). Por otro lado, que estuviera llegando a un público mayor no significa que la gente joven le haya dado la espalda: poco a poco la canción ha ido subiendo en las plataformas de streaming hasta codearse en las listas con los temas urban de moda. Ahora mismo en el global de Spotify está rodeada de Kodak Black y XXXTentacion.
Por último, no podemos pasar por alto el fenómeno de las bandas sonoras. O mejor, su éxito incluso en años de crisis: la gente deja de comprar los discos de sus artistas favoritos, pero no de comprar la música de las películas que le han gustado. El álbum más vendido de 2018 es la banda sonora de ‘The Greatest Showman’, por encima de los 4,5 millones de copias; también han funcionado muy bien la de ‘Black Panther’ (1,5 millones) o ‘Mamma Mia’ (casi un millón de copias); mientras que el año pasado hasta 6 bandas sonoras se situaron entre los 40 discos más vendidos de 2017.