Puede que nunca veas a Taylor Swift en directo: Taylor Swift goza de una popularidad enorme en Estados Unidos. Casi más de la que nos interesa como público. El ‘reputation stadium tour’ es la segunda gira más exitosa de una artista femenina de la historia tan solo por detrás de una de Madonna, y lo es por sus espectaculares datos en Norteamérica, donde ha recaudado unos 7 millones de dólares por noche. Las imágenes del estadio son impresionantes, con Swift manejando a las masas enardecidas como quiere (los planos de sus seleccionadísimos fans son impagables). Sin embargo, el show pinchó en su tímida incursión en Europa, donde solo pasaba por 3 ciudades de Reino Unido o Irlanda. Ni una sola parada en la Europa continental. El público más o menos respondió en Londres, pero el bajonazo fue sonado en Dublín o Mánchester, con una recaudación un 50% por debajo de lo vivido en Estados Unidos. ¿Qué significa esto? Que posiblemente jamás veamos a Taylor Swift en España: su fama en su país de origen es tan monstruosa que no necesita salir de allí y, por otro lado, tampoco le compensa traer un montaje pensado para macroestadio como este a un país como el nuestro. La primera razón para ver el set es obvia: o esto o nada. A menos que Swift idee una gira para «arenas» y vuelva a pegar un petardazo como el de ‘Shake It Off’, esta es tu única oportunidad de saber cómo se defiende la cantante durante 2 horas sobre el escenario.
Taylor Swift se consolida como estrella pop: ¿Y cómo es Taylor Swift como frontwoman después de vender tantísimos millones de copias? La Taylor que vemos sobre las tablas, presentándose con ‘Ready for It?’ y soltando unas serpientes gigantescas durante ‘Look What You Made Me Do’ es la que empezó a entregarse al pop con el disco ‘Red’. Hay muy, muy pocos guiños a sus primeros discos, casi los más significativos son los verbalizados, y la verdad es que se la ve bastante confiada en su papel de popstar. No baila mucho -tampoco es la mejor cantante, y para muestra el confuso juego de coros y pregrabados-, pero tiene sus tablas paseando su metro setenta y ocho centímetros sexymente por el escenario, el momento «Spice Girls» de ‘Gorgeous’ está gracioso, y sabe llenar un escenario completamente en solitario con ‘New Year’s Day’ al piano o con las versiones acústicas de ‘Dancing With Our Hands Tied’ y ‘All Too Well’ a la guitarra. Esta última es una de las que más destaca en vivo, pero también lo hace la versión tan orgánica de ‘Style’ o ‘Blank Space’, que suena más fresca que nunca. Como muestra de que ahora y para siempre es una artista de pop, Swift saluda en un momento a la persona que tendrá que barrer de purpurina el estadio.
El tramo final: Pese a algunos tramos algo tediosos y a que el número de la serpiente me lo imaginaba más espectacular, más dinámico y menos repetitivo, al menos el show recupera algo de vigor hacia el final con una versión algo rockera de ‘Bad Blood’, la aparición de ‘Getaway Car‘ y sobre todo el medley pasado por agua de ‘We Are Never Ever Getting Back Together’ y ‘This Is Why We Can’t Have Nice Things’. Un 2×1 de canciones que casan perfectamente sin que nadie lo adivinara y que nos recuerdan en primer lugar cuál es la composición que supuso un punto de inflexión en su carrera y en segundo que había canciones bastante más dignas que ‘Look What You Made Me Do’ en su último disco.
Su reputación le precede: Precisamente por lo espectaculares que han sido los números de recaudación de ‘reputation’, esperaba algo más que un popurrí de ideas de diferentes giras de otros artistas, principalmente Madonna y Beyoncé. El diseño del escenario recuerda al cubo gigante del ‘Formation Tour’, que por cierto también incluía set acuático en su tramo final; y son varias las referencias a las diferentes giras de Madonna, sobre todo cuando se pone a derribar bailarines como esta lo ha hecho tantas veces desde ‘Drowned World Tour’ (‘Nobody’s Perfect’) a ‘Rebel Heart Tour’ (‘Bitch I’m Madonna’). Para colmo vemos a Taylor Swift volando en ‘Delicate’ como Katy Perry en ‘Fireworks’ y no, esta no tiene el copyright al respecto, ¿pero qué tal intentar algo que no vieran 100 millones de personas en su Super Bowl? ‘Dress’ remite a Eurovisión y el nivel de amateurismo cuando Charli XCX y Camila Cabello se suben al escenario es tremendo (¿se las oye en algún momento?). La verdad, no me esperaba que hubiera más imaginación e innovación en las últimas giras de U2 que en una nueva de Taylor Swift: flaco favor le han hecho todos esos críticos que han escrito que este show iba a cambiar la historia de la música en directo. 7.