‘Like a Prayer’ se grabó en otoño de 1988, lo cual quiere decir que Madonna acababa de cumplir 30 años. De la misma manera que ‘Ray of Light’ significó un periodo de madurez y su mayor obra maestra de momento cuando estaba a punto de cumplir los 40, ‘Like a Prayer’ se considera un punto de inflexión en su vida. Ya había dado pasos hacia la madurez con la balada ‘Live to Tell’ o en algunos sentidos en ‘True Blue’, pero aquí Madonna se decidía a hablar de temas personales que hasta entonces le habían dado cierto rubor, por mucho que cueste asociar esta palabra a la cantante. 30 años era la misma edad que tenía su madre cuando falleció como víctima de un cáncer de pecho en 1963 y Madonna le dedica el disco «por enseñarle a rezar», al tiempo que recuerda cómo la perdió a los 5 años (en la balada ‘Promise to Try’), cómo se enfrentó a la religión o al autoritarismo de su padre (‘Oh Father’), o más recientemente cómo había vivido su divorcio de Sean Penn a través de un incidente violento (‘Till Death Do Us Part’). Algunos detalles no son exactamente biográficos, sino que están exagerados en lo que ahora se conoce de manera mucho más masiva como «autoficción», pero sin duda hay un deseo por contar algo más profundo y personal que en álbumes anteriores.
Cuesta recordarlo debido a lo monstruoso que fue el éxito de single y disco a nivel mundial: número 1 durante varias semanas en Estados Unidos, Reino Unido o España, multiplatino a nivel global, un icono estético y sonoro de la época, miles de funciones de colegio reproduciendo el vídeo… Pero lo cierto es que ‘Like a Prayer’ vendió la mitad que ‘True Blue’. ¿La razón? Mientras este había contado con 5 hits consecutivos, terminando con el que al final ha sido el más reivindicado y reproducido en el siglo XXI, ‘La Isla Bonita’, ‘Like a Prayer’ no contó con tantos sencillos de éxito. ‘Oh Father’, por ejemplo, interrumpió su racha de 16 hits seguidos en el top 5 de Estados Unidos. Y sin embargo no decepcionó a nadie, pues tanto esta como ‘Dear Jessie’ parecían extraerse como sencillo para dar al álbum un sentido de conjunto, autobiográfico, más que para arrasar por separado. De hecho, ‘Act of Contrition’ y ‘Lovesong’ directamente pueden considerarse sus primeras canciones experimentales.
En contraste al último álbum hasta la fecha realizado por la cantante y al que va a ser el siguiente, gestados cada uno durante un año o incluso algo más de tiempo, ‘Like a Prayer’ fue un álbum en general escrito por tan solo dos personas y en apenas dos semanas. Esas dos personas fueron obviamente Madonna y por otro lado Patrick Leonard, con quien ya había hecho ‘Live to Tell’ y ‘La Isla Bonita’, y a la postre autor de confianza del último Leonard Cohen, con quien por cierto terminó compartiendo después algún coro góspel à la ‘Like a Prayer’. Patrick Leonard declaró tiempo después que escribieron el grueso del álbum en tan solo dos semanas, a razón de una canción al día, y que ‘Like a Prayer’ fue la primera y la base sobre la que se sustentó lo demás. Muchas de las tomas vocales se dejaron tal y como salieron a la primera.
En un momento dado Madonna dudó entre trabajar mano a mano con Patrick Leonard o con Stephan Bray, con quien también había hecho algún tema del anterior ‘True Blue’, en concreto la propia ‘True Blue’ y la producción de ‘Papa Don’t Preach’. Se decantó por Leonard muy claramente, pero hubo un par de excepciones que de hecho terminaron siendo sencillos del disco. ‘Express Yourself’ es la icónica canción sobre empoderamiento femenino que fue extraída como segundo single, y ‘Keep It Together’ fue el anecdótico sexto sencillo, también con una vena más funky y setentera que no tiene todo el álbum y que se considera más influida por gente como Sly and the Family Stone.
Una tercera excepción sería Prince, que aportó algunas guitarras no acreditadas fruto de una sesión de improvisación y colabora en un tema llamado ‘Lovesong’ que no fue extraído como sencillo por su desestructura, pero que terminó inspirando 15 años después la letra de ‘Hung Up’, el gran single de «comeback» de Madonna tras su álbum político ‘American Life’. ‘Lovesong’ fue un divertimento para los que fueran dos de los reyes del pop durante los años 80, si bien terminaron el tema por separado porque Madonna tuvo que irse a Los Ángeles y de todas formas no soportaba grabar bajo el frío de Minneapolis. «Me sentía muy miserable y no podía grabar ni trabajar bajo esas circunstancias, a 20 grados bajo cero», indicó en una entrevista con motivo del 25º aniversario de ‘Like a Prayer’.
Pese a que Madonna metió sintetizadores en este y otros temas del álbum, llama la atención el sonido orgánico por el que en general se apostó en ‘Like a Prayer’, dejando a los temas con Stephan Bray como los únicos realmente «bailables». Corte titular y ‘Express Yourself’ fueron enseguida remezclados para el recopilatorio ‘The Immaculate Collection’ un año después, porque aquí lo que se primó fue o bien la espontaneidad de la grabación o bien el sentimiento. ‘Promise to Try’ no deja de ser una solemne canción a piano, ‘Oh Father’ cuenta con arreglos de cuerda, la sección de metales es abundante en ‘Express Yourself’ e incluso ‘Till Death Do Us Part’, que puede parecer el tema más electrónico por los teclados, cuenta con una batería completamente vivaz (aparte del sonido de un cristal rompiéndose aludiendo a la escena violenta ya relatada). Mención especial merece la curiosa instrumentación de ‘Like a Prayer’, también con una batería acaparando el estribillo tras las estrofas prácticamente a capella.
Aunque ‘Like a Prayer’ no está tan bien cohesionado como ‘Erotica’ o ‘Ray of Light’, pues presenta estilos de música muy diversos, sí se logró crear una secuencia mágica y adictiva, incluso a pesar de osar colocar sus 2 mejores canciones en cabeza. Era una estructura completamente distinta a la vista en ‘True Blue’ pero con varios trucos: ‘Promise to Try’ como balada era el cierre perfecto de la cara A, la retro y ahora descrita por la propia Madonna como «cursi» ‘Cherish’ era perfecta para abrir la cara B, y la situación de ‘Oh Father’ detrás de ‘Dear Jessie’ no podía ser más efectiva. De alguna manera resume el disco y por algo suenan totalmente seguidas sin segundo de silencio. ‘Dear Jessie’, inspirada en la hija de Patrick, representa el mundo infantil, y ‘Oh Father’, la irrupción de la vida adulta con la decepción que conllevan la culpa, el maltrato o la pérdida de la inocencia. Restando intensidad, cuando el disco parece cerrarse con otra balada sentida, ‘Spanish Eyes’, aparece un algo llamado ‘Act of Contrition’. Se trata de Madonna reivindicando tontamente su reserva en un restaurante u hotel, una muestra de humor que ha sido constante incluso en sus discos post-‘Ray of Light’, como ‘Music’, ‘MDNA’ o ‘Rebel Heart’, y que personalmente es lo que más he agradecido en toda su discografía: su capacidad para hacerme reír cuando menos me lo esperaba.
Parte de la falta de aceptación del disco siempre en comparación con ‘True Blue’, su álbum de estudio más vendido, pudo tener que ver con ese paso más allá dado por Madonna en cuanto a su relación con la religión. El álbum estaba influido por su educación católica, el vídeo de ‘Like a Prayer’ y su juego con la imaginería religiosa, un santo negro y hasta una felación según las mentes más perversas (todas), produjo la cancelación de su macrocampaña con Pepsi, una marca gafada a lo grande si recordamos el papel que desempeñó en la carrera de Michael Jackson. A pesar de todo, el vídeo de ‘Like a Prayer’ es uno de sus más recordados, el de ‘Express Yourself’ inspirado en ‘Metropolis’ y dirigido por David Fincher en su momento fue el más caro de la historia, Fincher también se encargó del realizado para ‘Oh Father’, y las presentaciones en vivo en los Premios MTV y en la gira Blonde Ambition Tour están entre las más logradas de toda su historia.
No me resisto a comentar, después de la revolución en su Instagram cuando hace poco la vimos portando su primera peluca negra en años, que Madonna presentó ‘Like a Prayer’ de morena. Y que la «Ambición Rubia» ha sido morena en varios momentos fundamentales de su carrera: ‘Like a Prayer’, ‘Frozen’ de ‘Ray of Light’, ‘Rain’ de ‘Erotica’ o ‘American Life’. Unos han sido más exitosos que otros, pero todos han significado un momento favorito para sus fans por diversas razones. De hecho, hay unas declaraciones al respecto de la época en las que llegó a decir: «me encanta el pelo rubio, pero realmente te hace parecer diferente. Tengo la cabeza más asentada cuando llevo el pelo oscuro. Es inexplicable. También me siento más italiana con el pelo moreno».
Es difícil encontrar una mala crítica de ‘Like a Prayer’ online, pues a la larga se ha reconocido como uno de los mejores discos de los 80 e incluso de todos los tiempos. Sin embargo, hay que recordar que las listas del año no fueron en absoluto generosas con él. En los 80 los prejuicios contra el pop y en especial contra el pop femenino eran evidentes y ‘Like a Prayer’ no apareció en la lista de 50 mejores álbumes del año para el NME, ni en la de los 30 mejores discos del año para el ya desaparecido pero entonces carismático Melody Maker, ni en la de álbumes del año para Rolling Stone. Únicamente la revista Q sí lo incluyó en su listado anual, alfabético; pero por ejemplo la revista Spin publicó una agridulce reseña firmada por tres hombres distintos, en la que elogiaban algunos aspectos del álbum o a Madonna como icono, pero denostaban muchos otros. Entre las frases más curiosas de aquella crítica, “el disco es demasiado autobiográfico”, “en el pasado cuando sus canciones trataban problemas al menos se podían bailar”, “no queda nada de la Madonna que creció con Regina, Debbie Gibson y Taylor Dayne” o “Madonna no tiene vida privada, por lo que no puede hacer un disco confesional”. Al margen de esta crítica tan chanante, disco y singles fueron totalmente ninguneados en los Grammys de 1990, pese a que son lo que hoy por hoy podemos entender como totalmente «Grammy material». La única nominación fue para el ingeniero de sonido del álbum, Bill Bottrell, conocido por su trabajo para The Jacksons, Michael Jackson o Electric Light Orchestra, pero que además perdió. Eran otros tiempos para la Academia y aquel año se decantaron por Bonnie Raitt en Disco del Año y Bette Midler en Mejor Canción y Grabación.