Madonna cumple hoy 60 años. En JENESAISPOP lo hemos celebrado con una «cuenta atrás» en la que hemos repasado sus 60 mejores canciones a razón de una por día, ampliando y alterando substancialmente el top que ya realizamos hace diez años. Ya se sabe que el tiempo sienta mejor y peor a según qué producciones, y que el ir y venir de las modas altera nuestra visión sobre algunas de ellas.
La mejor canción de Madonna iba a ser una cara B para ‘Keep It Together’, el último y olvidado single de ‘Like a Prayer’, pero era obvio que aquí había otro número 1 global e histórico para la cantante. Madonna es reconocida por haber servido de altavoz para la cultura underground en muchas ocasiones y ‘Vogue’ es el mejor ejemplo, no porque la canción use el verbo “grind”, sino porque adapta la cultura de las “balls” neoyorquinas retratadas en el documental ‘Paris Is Burning’, como muestra claramente la frase “life’s a ball, so get up on the dancefloor”. Son fiestas marginales, con frecuencia concurridas por público afroamericano y latino, que se convierten en un lugar de reunión y expresión para la población LGTB+, en las que cada cual puede ser uno mismo, reforzando la orientación sexual de cada cual o su identidad de género (“it makes no difference if you’re black or white / if you’re a boy or a girl”). Madonna ya había cantado a la libertad que da la pista de baile en ‘Into the Groove’, pero ahora lo hace en un himno más fino y elegante (si algo es ‘Vogue’ es el mismísimo retrato de la elegancia) con frases tan significativas como “la belleza está donde tú la encuentres” o “deja que tu cuerpo se deje llevar por la música”. Pero ninguna parte es tan reconfortante como esa que apela a la pista de baile como salvación para el ser humano: “cuando todo te falla y quieres ser algo mejor de lo que eres hoy / sé de un sitio en el que puedes escapar / se llama pista de baile, y para algo se ha hecho”.
Por supuesto ninguna de estas frases (ni su icónico recitado de celebridades inspirado por la preparación de la película ‘Dick Tracy’) habría pasado a la historia de la misma manera de no ser por la brillante producción de Shep Pettibone, introducida por vientos post-disco y chasquidos R&B, y una serie de beats puro “early 90’s” que no pueden haber sido más visionarios: ‘Vogue’ ha envejecido mucho mejor que otras joyas de su año también muy reivindicables como ‘Groove Is In The Heart’, que fue la canción del año para el NME; o ’Gonna Make You Sweat’, ahora mismo con una pátina kitsch/macarra que los beats y la percusión de ‘Vogue’ desconocen por completo. Madonna la mimó desde el minuto 1 e históricos fueron el vídeo en blanco y negro de David Fincher, la presentación en los premios MTV en plan María Antonieta o su paso por Reinvention Tour, donde ejercía de apertura, haciendo poses que incluían el pino puente («Strike a pose, there’s nothing to it!»).
Recientemente ha habido un claro repunte del voguing de mano de artistas como FKA twigs, Putochinomaricón o la propia Madonna en las presentaciones en vivo de ‘Living for Love’. También se intentan recrear fiestas de la cultura ball, que lógicamente no son lo mismo a nivel social, político, demográfico, etc, pero en las que el público y los participantes sí pueden expresarse y ser ellos mismos, como quizá no siempre han podido en su entorno. Este año el Centro de Arte 2 de Mayo de Móstoles se gastó su presupuesto en invitar a unas eminencias del “voguing” de Estados Unidos como jueces de una competición de jóvenes valores, y cuando uno de los maestros, Archie Burnett Ninja, interrumpió una actuación porque veía a los muchachos nerviosos, tengo que reconocer que me emocioné, haciendo hincapié en lo que la “música” en general y bailar en particular representa para mucha gente. Dijo algo así como: “no quiero que estéis nerviosos por el hecho de competir. Aquí todos somos familia. En este espacio todos somos amigos y estamos aquí únicamente para ser nosotros mismos y pasarlo bien”. Un mensaje de libertad y autoafirmación que no sabe nada de modas. «Soul is in the music, that’s where I feel so beautiful, magical».
Tras ‘Ray of Light’, Warner intuye a Madonna especialmente inspirada (y mimada por una vez por prensa e industria) y sugiere a la cantante que grabe otro álbum en lugar de salir de gira. Single y disco se llaman sencillamente ‘Music’, con un estribillo que clama de manera brillante que la “música” une “al burgués y al rebelde” y la jugada le sale redonda pese a que algunos dudan en principio de que Madonna pueda llevar a las masas algo tan underground en aquel momento como el “French Touch”. Daft Punk aún no han editado ‘One More Time’ (se adelantó por semanas), ‘Around the World’ había sido un decepcionante top 61 en Estados Unidos y ‘Music Makes You Lose Control’ de Les Rhythmes Digitales ha logrado solo un triste top 69 en las islas británicas. Madonna sustituye a William Orbit por Mirwais tras llegar una maqueta suya a manos de su sello Maverick y la cantante se embarca con él en una sesión de grabación en la que literalmente quiso “arrancarse el pelo” de la desesperación durante los dos primeros días porque Mirwais, francés de ascendencia afgana, no hablaba inglés. Ciertamente es una pena que no haya documentos audiovisuales de las sesiones, pues entre Mirwais incapaz de articular palabra y Madonna aportando letras como “Do you like to tango? Boogie-woogie. Do you like to bee bop? Boogie-woogie. Do you like to mambo? Boogie-woogie”, como decía la maqueta de ‘Music’, aquello tuvo que dar para reality.
Pero esa es la genialidad de ‘Music’, que de la cosa más boba, del tono más monocorde de Madonna, con tan solo dos acordes en toda la composición, ambos consiguieron una obra maestra minimalista, futurista y sutil que ha definido en parte el sonido del siglo XXI. Todavía no hemos llegado al año al que suena ‘Music’. Es habitual encontrar entre las referencias de la canción a artistas de funky como Cameo o Rick James, pero el uso de los sintetizadores Moog remite también a artistas electro como Kraftwerk (en el segundo 30 diría que casi-casi hay un sample de ‘Trans Europe Express’) y la canción no hace ascos al hip-hop en ritmos sincopados (muy bien representado por el personaje de Ali G del videoclip) ni a la música disco, como mostrará su mash-up con ‘Disco Inferno’ en ‘Confessions Tour’. Hay poquísimos elementos: un riff de guitarra rapidísimo, un característico platillo… pero cada uno logra aportar un gancho formando una pequeña orquesta de melodías paralelas. Por supuesto también hay vocoder (Madonna jamás se perdonará no haber usado efectos vocales antes que Cher), pero aquí su uso es mucho más radical: el público solo adivinará que Madonna repite “do you like my acid rock?” al ver el vídeo o adquirir el libreto del CD. La letra de ‘Music’, también con solo dos pinceladas, define perfectamente nuestra relación con la misma, afirmando que “la necesitamos cada día” y dejando un mensaje optimista sobre la vida 200% Madonna: “nunca pienso en el pasado / y nunca miro el reloj / me gusta el boogie-woogie”. Tiene mérito hacer algo tan tonto y tan inteligente al mismo tiempo. ¿De verdad tuvo que llegar el año 2000 para que una canción llamada ‘Music’ lograra ser un número 1 mundial?
‘Like a Prayer’, el cuarto disco de Madonna, fue el primero que no superaba en ventas al anterior, pero también el que consolidó a la artista definitivamente frente a un público más adulto, menos adolescente. El álbum presentaba una colección de singles menos sólida que ’True Blue’, pero era el primer disco enteramente co-escrito pista a pista por la artista, tratando temas como la muerte de su madre o su divorcio de Sean Penn, sin el añadido de ningún hit seguro aportado por terceros, como habían sido ‘Holiday’, ‘Material Girl’ o ‘Papa Don’t Preach’, en el que Madonna apenas aportó alguna línea. Su mano derecha fue Patrick Leonard y con él escribió nada más empezar las sesiones -de tan solo 2 semanas, a razón de canción por día- el corte titular, de nuevo una canción muy diferente a todo lo que había hecho anteriormente, no sólo por el añadido del góspel, sino por su peculiar fondo instrumental, totalmente orgánico. El tema se abre con unas extrañas guitarras de Prince no acreditadas, como contaba Leonard en entrevista con Billboard, y a duras penas se sostiene en el coro y en unas campanillas durante las estrofas, que tienen la rareza de presentarse así, poco más que a capella. Madonna diría que ‘Like a Prayer’ sería una composición mucho más importante para ella que ‘Like a Virgin’, pues era su autora, y en ella plasmó su sentido del amor y de la espiritualidad, no exenta de sexo. La canción es una ambigua declaración de amor a Dios, pero un Dios al que amar incluso desde un punto de vista sexual. Pat, a la postre co-autor del último Leonard Cohen, quiso quitar la frase “I’m down on my knees / I wanna take you there” porque le sonaba a “felación”, pero Madonna naturalmente se negó, pues seguramente era justo lo que buscaba. El teatral vídeo de Mary Lambert siguió los mismos derroteros, con la cantante besando a un santo negro, lo que incluía una crítica a la supremacía blanca y otra al racismo policial, que resultó tan polémico (Pepsi suspendió una campaña de 5 millones de dólares en torno a la canción) como avanzado a su tiempo. En parte, parecemos estar viendo un guión para un vídeo de Kendrick Lamar de 2016. Madonna parece haber tenido sus más y sus menos con ‘Like a Prayer’ (no es una de las 5 canciones que más ha tocado en vivo), pero su inclusión como cierre de la actuación de la Super Bowl de 2012 subrayaba el carácter celestial de la melodía, situándola como el mayor clásico de Madonna a ojos del gran público. De las funciones escolares de 1990 a los macroestadios de 2015 entonado como himno por la paz tras los atentados en Le Bataclan, pasando por la bellísima interpretación con participación ciudadana de ‘MDNA Tour’.
El recopilatorio ‘Celebration’ insufla nueva vida a las canciones del primer disco de Madonna. Se incluyen 5 y las 5, remasterizadas, logran sonar renovadas sin el añadido de remixes, simplemente sacando brillo a las pistas pre-existentes. Entre cencerros acreditados a Madonna y guitarras post-disco, ‘Holiday’ suena a día de hoy como un precedente de LCD Soundsystem y los Daft Punk de ‘Get Lucky’, pero The Avalanches la vieron primero incluyéndola en su lista de samples imprescindibles en el histórico ‘Since I Left You’. Estructuralmente, ‘Holiday’ es una orgía de ganchos sin orden particular, con las palabras «holiday» y «celebrate / celebration» repitiéndose constantemente en lo que se entienden como los supuestos puentes, estrofas y estribillos, aunque casi engancha más el diálogo entre palabra y guitarras, entre palabra y teclados, entre palabra y percusión, y finalmente entre palabra y solo de piano. Los autores de la canción, los desconocidos Curtis Hudson y Lisa Stevens (Pure Energy, el hijo de él ha trabajado luego con Kanye West o Mary J Blige), convirtieron su propia vida en unas vacaciones perpetuas, pues esta es una de las canciones favoritas de Madonna y la suele tocar siempre. Hace unos años hablaron en una larga entrevista sobre la canción, revelando cómo la fueron construyendo, que efectivamente pueden vivir de haber escrito ‘Holiday’, que la original era más soul y otras curiosidades. Aunque Hudson lamenta no tener créditos de producción, pues «Jellybean» se los quedó todos, solo tienen buenas palabras para esta maravilla de canción dance. «Alguna gente se queja de que Madonna te usa, pero yo no me sentí así», decía Curtis. “Sentí que, siendo mujer en la industria, sabía lo difícil que iba a ser. No tenía un grupo, estaba sola. Sabía a lo que jugaba, así que decía: «voy a jugar a esto y voy a llegar a lo más alto». Y yo lo respetaba. No era como otros artistas que se dejaban controlar: qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo, gente que no sabe cómo funciona el negocio y enseguida son cambiados por otro artista”. El autor se muestra muy orgulloso de ‘Holiday’: «Cuando mi hijo, Eric Hudson, estaba en el estudio con Kanye West, me llamó y me dijo: «Papá, yo creo que de verdad no has entendido el impacto que ha tenido ‘Holiday’ en la industria musical. Cada vez que le digo a alguien que mis padres la escribieron, flipan». Curtis Hudson llegó a colocar a Madonna otro tema llamado ‘Spotlight’, pero ya no dio con un pelotazo tan bueno como este, escapista como unas vacaciones imaginarias que nunca se acaban. Para Madonna, ‘Holiday’ también representa el nacimiento de la autocrítica en un momento tan temprano de su carrera. La cantante había escrito media decena de temas para su debut, y tenía otro par de Reggie Lucas, entre ellos ‘Borderline’, pero se da cuenta de que le falta un hit. Y si vas a sumar algo… que sea mejor que lo has hecho tú mismo, ¿no?
Por alguna razón, público y prensa musical tienden a obviar que ‘4 Minutes’ fue un contante y sonante hit mundial, exactamente la 4ª canción más exitosa en todo el mundo en 2008, por lo que ‘Hung Up’ está pasando a la historia como el último gran pelotazo de Madonna. Decepcionada por la recepción de ‘American Life’ y temerosa de que sus hijos crecieran señalados por pertenecer a la familia de la mujer más odiada del país, una antipatriota, Madonna quiso hacer un disco para pasarlo bien. ‘Hung Up’ era una revisión disco para la que logró permiso para samplear una canción de Abba -una rara avis, la segunda vez que lo daban tras Fugees-, en concreto una ‘Gimme Gimme! Gimme! (A Man After Midight)’ que aquí sonaba totalmente acelerada y desbocada para bien. Construida también sobre retazos de la letra de ‘Lovesong’, el inane tema que Madonna había escrito con Prince, ‘Hung Up’ es todo un festín de purpurina y bolas de espejos, con un fondo de tintes electro y un puente que no se decide entre el techno y el trance pero suena justo como Madonna buscaba: “Abba on drugs”. ¿Había canción aparte del sample? Digamos que Dover hicieron un disco entero sobre el bajo de ‘Hung Up’, reconociendo a Madonna como influencia. Nos quedó claro a qué se referían exactamente. Respecto al vídeo, Madonna fue más lista que nosotros una vez más. La primera sensación fue una decepción, cierta falta de guión, una muestra de buenas ideas mal explotadas… A la larga es uno de sus videoclips más icónicos, y no solo por el look maillot rosa, parodiado por La Terremoto de Alcorcón y La Hora Chanante, sino por los grandes planos del metro, esa putivuelta para ver a alguien que pasa y te gusta demasiado, la corte de bailarines callejeros haciendo “parkour” o la presentación de una coreografía que replicar. Mención aparte para la presentación en los Premios MTV Europe en una Lisboa que aún no se había cruzado en su camino como residencia: cantó como una hiena, pero a todo el mundo le encantó.
Desde España, muy empeñados en tirar piedras sobre nuestro propio tejado y el de nuestros amigos, siempre se ha hecho de menos a lo latino. Si Madonna cantaba en castellano había que capturar lo que menos se entendía de su dicción, si usaba unas castañuelas era kitsch, si se entregaba a los sonidos latinos eso no podía ser tan molón como ‘Into the Groove’. A día de hoy, ‘La Isla Bonita’ no puede ser considerada sino una canción “trendsetter” que se adelantó a la moda latina cuando Michael Jackson, que rechazó una primera versión instrumental de esta composición, no se atrevió. Madonna, de ascendencia italiana, sí lo tuvo claro, se la quedó para ‘True Blue’, y escribió la letra convencida de que ella y Patrick Leonard “habían sido latinos en otra vida”, convirtiéndola en el 5º single más exitoso de su carrera. Curiosamente se refería a ella como nos referimos hoy a la música latina que ha conquistado las listas de Estados Unidos. “Cuando viví en Nueva York durante tantísimos años, escuchaba constantemente salsa y merengue. Es la música que sonaba en la radio de todo el mundo en la calle”, decía, dedicando el tema “a la belleza y misterio de la gente latinoamericana”. Es una de sus canciones más tocadas en vivo, y no hay quien la mueva de la lista de sus más escuchadas de Spotify y de sus más vistas en Youtube. Mientras algunos se reían de “te dijo te amo”, de “cómo puede ser verdad” y de su referencia a “San Pedro”, la canción se convertía en un “sleeper” monstruoso en el que brillan un estribillo precioso (maravilloso “tropical the island breezes…”), un puente celestial (maravilloso x2 “I want to be where the sun warms the sky”) y la cálida interpretación, sosegada y tranquila como una confortable “siesta”, de Madonna. En el vídeo, un mejunje de culturas y estéticas acorde a la idea de que la isla de la que habla la canción no existe en verdad (“en aquel momento no era el tipo de persona que se iba de vacaciones a islas bonitas”, decía), había un cameo de Benicio del Toro.
Madonna aceptó grabar ‘Material Girl’ y ‘Like a Virgin’ para su segundo álbum porque ambas le parecían “irónicas y provocativas”. Pese a que me imagino dura la decisión de escoger cuál de las dos canciones daría nombre al disco y sería el primer single, ambas terminarían definiendo a la cantante por tratar temas muy particulares y desde un punto de vista diferente. Pese a que se empeñara en presentar a la protagonista como un personaje, y para muestra el desenlace del videoclip, ‘Material Girl’ define los anhelos de nuestra sociedad. Madonna, en su defensa orgullosa de lo que le gustan el dinero y los bienes materiales, está haciendo un alegato que le valdría no solo el sobrenombre de “material girl” sino de “ambición rubia”. Y la “ambición” ya no puede ser considerada una cualidad negativa para las mujeres si no lo es para los hombres. No obstante, Madonna llegó a decir que de haber sabido que la iban a llamar Material Girl ad nauseam no habría grabado este tema que “ni siquiera había escrito ella”. Eso sí, continúa apareciendo en sus giras y fundó una colección de ropa junto a su hija Lola así llamada, Material Girl, para Macy’s. Al margen del vídeo inspirado en ‘Los caballeros las prefieren rubias’, con sonora agresión de abanico LOL en las partes de “oh! oh!” (minuto 2.56), la canción habría funcionado igual porque, como ‘Like a Virgin’, acompaña a una melodía de 10/10 una grabación de 10/10 y una interpretación que sonaba deliberadamente tonta, cuando ya se iba viendo poco a poco que de tonta no tenía un pelo. Tampoco me resisto a mencionar ‘Angel’, en su momento número 1 en Los 40 Principales, como top 61 oficial de este top: quedó aplastada por la apisonadora que fueron las otras dos, pero a nadie se le ocurría hacer “skip” en este trío de ases al inicio de ‘Like a Virgin’.
Que Madonna adaptara un trip-hop en ‘Frozen’ estaba muy bien, era más o menos esperable tras ‘I Want You’, ¿pero qué demonios era ‘Ray of Light’? Recuerdo mayúsculo el impacto de su estreno en 40 Principales antes de la salida del álbum. ¿Madonna empezando una canción con un riff de guitarra y una sucesión de acordes que parece de The Cure? ¿Haciéndolas rugir todavía más en un desarrollo de canción que bebe algo de su admiración por The Prodigy? Vale, Maverick editó para América ‘The Fat of the Land’… ¿pero y ese poso de psicodelia sesentera? ¿Y esa loca estructura que se quitaba de encima el segundo estribillo cuando todavía faltaba por aparecer el 60% de la canción? Todavía a día de hoy se descubren nuevos detalles escuchando en diferentes equipos de alta fidelidad o con diferentes auriculares de alta calidad ‘Ray of Light’. William Orbit y Madonna realizaron con ella una de sus composiciones más minuciosas, jugando constantemente con los canales derecho e izquierdo y llegando a extenderla hasta los 10 minutos. Madonna dijo que le dio mucha pena tener que recortarla, si bien la versión oficial es comedida y loca en su justa medida, respecto a lo que luego ha aparecido por ahí. El tema se enriqueció con un premiadísimo vídeo que subrayaba su inspiración espiritual y de reconciliación con el mundo, con la contratación de un Jonas Akerlund que acababa de despuntar con la obra maestra ’Smack My Bitch Up’. Pese a que hubo cierta polémica sobre el plagio de una canción de 1971 de Curtiss Maldoon llamada ’Sepheryn’ (y de ahí venía esa esencia tan oldie y un tanto prog), porque al parecer Curtiss se enteró por la radio de la existencia de ‘Ray of Light’, él mismo y también Clive Maldoon estaban acreditados en el libreto del CD desde el mismísimo día de salida. ¿Problemas de comunicación con las editoras que tienen los derechos de las canciones? Saludos a Lana del Rey y Radiohead.
‘Like a Virgin’ se presentaba con dos singles que definirían a Madonna para siempre aunque no los había escrito ella. Los autores de ‘Like a Virgin’, la canción, son Tom Kelly y Billy Steinberg, los mismos que los de ‘True Colors’ de Cyndi Lauper e ‘Eternal Flame’ de Bangles. El último andaba enamorado tras una ruptura traumática y escribió esta letra concibiéndola como una balada romántica. Pero claro, la palabra “virgin” era rara y no sabían quién la podría cantar. Cuando se la pusieron a Madonna y a Nile Rodgers, a ella le encantó y enseguida supo que sería suya, pero Nile Rodgers puso el grito en el cielo y se negó a grabar algo que le sonaba totalmente tonto, llegando a descalificarlo como “queer”. Al cabo de 4 días y pese a que los propios autores habían dudado del gancho de la canción, pues ciertamente es bastante lineal, Nile reconoció que no se le iba la composición de la cabeza, por lo que accedió a grabarla. El resultado es un single muy original (habrá dos “Take a Bows”, pero nunca dos “Like a Virgins”), desprovisto de bastante sentido romántico en boca de Madonna, quien potenció su sentido sexual, estimulando la imaginación de Tarantino, quien una década después abriría el guión de ‘Reservoir Dogs’ con una disertación sobre si ‘Like a Virgin’ se refiere a una mujer que topa con una polla demasiado grande por primera vez. Bromas aparte, la grabación de estudio era absolutamente magistral como-las-que-ya-no-se-hacen, llena de detalles como el bajo a lo ‘Billie Jean’, esas baterías tan vívidas, los contados golpes de guitarra, los 3 toques de teclado antes del estribillo o los “hey” presentes o elípticos. Madonna viajaba del puente de Brooklyn a una góndola en Venecia en su videoclip, y después se disfrazaba de novia para presentar el tema en los Premios MTV. La canción no habría sido ni parecida en manos de cualquier otra persona. El resto es historia. Y también un poquito su última presentación en ‘Rebel Heart Tour’, con Madonna merendándose el escenario en solitario tres décadas después.
Madonna no había escrito algunos de sus primeros macrohits, pero sí escribió ‘Into the Groove’, en concreto mientras se enamoraba de un portorriqueño mirando a través de su balcón. Al final consiguió quedar con él, si bien la cosa estaba terminada para cuando se acabó esta canción. Sobre unos acordes de sintetizador ultra machacones y repetitivos, y con una especie de diálogo con sus propios autocoros del que debería tomar nota Taylor Swift (absolutamente adicta a las voces autodobladas, no siempre produciendo un efecto agradable), Madonna habla sobre su relación con la pista de baile con frases tan ilustrativas como: “Solo bailando me siento así de libre” o “deja que la música te libere”. Sobre la composición, ha dicho: “La pista de baile era un lugar muy especial para mí. Al principio quería ser bailarina, así que eso tuvo mucho que ver con esta canción. La libertad que siento bailando, esa sensación de dejarte llevar, expresarte a ti mismo a través de la música… La pista para mí es un lugar mágico y eso es de lo que va ‘Into the Groove’”. El tema pasa de querer «bailar a puerta cerrada cuando nadie te puede ver» a querer «bailar con alguien más», convertido en una celebración de uno mismo, pero rodeado también de otros que sienten lo mismo que nosotros por la música (en 2016 llega incluso a adquirir un significado más profundo tras el atentado de Orlando, sobre el que MTV escribe un artículo titulado “Only when I’m dancing can I feel this free”). ¿Genialidad o tontería? En 2009 llegaba a decir que esta era “una de esas canciones que se sentía retrasada cantando” pero “que a todo el mundo parecía gustarle”, y efectivamente por sonido ultra 80’s, título, letra y su pertenencia a la banda sonora de ‘Buscando a Susan desesperadamente’ es uno de los grandes clásicos de aquella década, reconocido por medios tan exigentes como Pitchfork o Rockdelux. Fue número 1 durante un mes en Reino Unido y en Estados Unidos no lo logró solo porque se editó como cara B. También dio todo un empujón a la reedición de ‘Like a Virgin’ en nuestro país. Su interpretación en la gira de 2008, saltando a la comba a los 50 años, venía a demostrar que el amor por la pista de baile no tiene por qué desaparecer con el tiempo. Y qué buena noticia, la verdad.