Televisión

‘Instinto’: tirando billetes de 100… en un «thriller erótico» que no es ni lo uno ni lo otro

Este fin de semana se ha subido al completo a Movistar+ un «thriller erótico» (así se presentaba en la nota de prensa oficial) llamado ‘Instinto’. Tres días después de su estreno quizá ya te hayas enterado de que hay un desnudo frontal -lateral, más bien- de Mario Casas en el primer minuto de la serie; y quizá te hayas enterado también de que ahí se acaba todo el interés de esta producción de Bambú. La etiqueta de «drama» que aparece en la plataforma en sí le sienta mejor a esta serie de 8 capítulos de entre 40 y 50 minutos en la que de «erótico» hay poco, y del «thriller» no se sabe nada más o menos hasta el episodio 5.

‘Instinto’ nos presenta a un hombre de negocios ultra rico, guapo y triunfador -claramente inspirado por ‘50 sombras de Grey‘-, y adicto al sexo anónimo tendiendo más al personaje de Fassbender en ‘Shame’. Pero donde esta lograba ahondar en la psique de protagonista y secundarios y en sus crisis existenciales de mediana edad, ‘Instinto’ es una sucesión de clichés sin hondura relacionados con el sexo y el lujo, pasadísimos de moda desde el huracán de sexy thrillers de los 90. A la música de estos remite la pesadísima banda sonora de ‘Instinto’, queriendo dar intensidad a una trama muy que no presenta ningún tipo de enredo ni misterio hasta casi el final de la serie.

Entre botellas de vino, fajos de billetes, mujeres con la espalda al aire, espejos retrovisores enfocados a sus escotes y hombres de apellido pomposo, casi telenovelero, ‘Instinto’ avanza a trompicones, presentando una serie de diálogos que son puro humor involuntario. No son exactamente como siguen, pero se parecen bastante:
-Ha venido una mujer a verle, señor Mur.
-¿Y quién es?
-No sabemos, pero por si acaso la hemos hecho pasar al despacho del CEO de la compañía.

-Invierta usted 500 millones de dólares en este proyecto.
-Esa cantidad es excesiva.
-Pero esto va a petar y dentro de 8 años va a ser calderilla.
-¡Venga, vale!

Al margen de esa escena degradante en que se introduce a una ingeniera en la empresa mientras su rollete le toca el culo, lo peor de ‘Instinto’ es que ha perdido una oportunidad preciosa de hablar con naturalidad de los clubs de sexo anónimo que proliferan en las grandes ciudades europeas. En lugar de retratarlos con normalidad, los guionistas se han quedado en el lujo fantasioso de ‘Eyes Wide Shut’ o un vídeo de la antigua Lady Gaga (ese «Sex is art» parece un lema suyo). Los personajes, en lugar de introducirse en el sexo anónimo o en el sadomasoquismo con la naturalidad que da una copa de más; lo hacen envueltos en un halo de intensidad que en 2019 es puro «eye rolling». Esos planos de un personaje quitándose un zapato de tacón como si le fuera la vida en ello son de no dar crédito una década después de Xvideos, Pornotube y similares; después de ‘Girls’ o ‘9 Songs’ y sobre todo después de ‘Kiki, el amor se hace‘.

«Si la gente habla de mi pene, más repercusión tendrá la serie» es el titularaco que ha dejado en la prensa Mario Casas estos días. Bien por admitir el gancho. Lo malo es que la correspondiente captura ya ha circulado por el Twitter y el WhatsApp de todos los interesados: hace falta algo más para que una serie funcione en el boca-oreja. Siempre es una alegría ver a Lola Dueñas en la pantalla (hace de madre de Casas), pero la verdad es que la única ocurrencia que se me ocurre subrayar de ‘Instinto’ es que venga patrocinada por un spot de colonia con música de The Weeknd. Muchas veces hemos visto en sus vídeos y letras la misma mezcla de sexo y decadencia que buscaba esta serie, poniendo sobre la mesa la siguiente pregunta: ¿quizá sus productores tenían que haber hecho un videoclip para Abel Tesfaye y no una serie? 1 / 10.

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Publicado por
Sebas E. Alonso