Música

Clairo / Immunity

“¿Por qué me siento más mayor de lo que pedí ser?”, se pregunta Clairo, de tan solo 20 años, en ‘Sinking’, una de las canciones más tristes de su álbum debut, en la que también parece afrontar una depresión (“A veces siento que no puedo respirar / ¿Eso es todo lo que ves de mí? / No, esperas algo más / Aún me queda hundirme en el suelo”). Una depresión que la llevó al extremo de pensar en acabar con su vida, tal y como plasma con espeluznante honestidad en la inicial (y emocionante) ’Alewife’, nombre de la ciudad dormitorio junto a Boston donde vivía con sus padres cuando una noche solo las insistentes llamadas de “una amiga”, que avisó a la policía, evitaron que acabara con su vida. Todo esto contrasta profundamente con la imagen que hasta hace no tanto nos había dado Claire Cottrill, la post-adolescente que se hizo mundialmente conocida con las canciones naif y juguetonas que subía a Youtube desde su habitación. La de ‘Pretty Girl’, la que luego dedicó una canción a sus snacks favoritos, ‘Flaming Hot Cheetos’. Una imagen positiva y divertida, que en realidad, según este extenso perfil en Paper Magazine, se acerca bastante a cómo es ella en realidad. Pero después de ‘diary 001’, Clairo, ante el planteamiento de grabar su álbum debut, eligió hacer un disco trascendente y de peso, tanto desde un punto de vista musical como emocional. Y vaya si lo ha hecho.

De sus primeros adelantos, solo la plúmbea y sensual ‘Closer to You’ –en la que los filtros en su voz remiten al pop del influyente Francis and the Lights– transmite ese dolor, en este caso al dirigirse con cierta rabia hacia una persona a la que se ve irremisiblemente enganchada. Porque ‘Bags’, su gran primer single, trataba con tanto sentido del humor como miedo el paso de la amistad al enamoramiento con su mejor amiga, dando el paso de declarar abiertamente su condición “queer”. Lo mismo que la vibrante ‘Sofia

’, solo que de manera aún más divertida y explosiva, con esa progresión de acordes prestados de The Strokes y su ritmo trotón, para dirigir una carta abierta a esos primeros crushes gays de su vida. “Creo que podríamos conseguirlo si lo intentáramos / si, por decirlo así, fueras mía / Sofia, sabes que lo nuestro / no debería parecer un crimen”, canta animadamente en el estribillo, dejando sobrevolar la culpabilidad que la educación heteropatriarcal instala como un glitch en nuestros cerebros.

Ese escalofrío se acentúa aún más en el poderoso final del álbum, ‘I Wouldn’t Ask You’: una preciosa canción dividida en dos partes –una primera más ambiental, la segunda más uptempo– en la que arroja imágenes de ella sujetando una navaja sobre su propia garganta mientras se dirige de nuevo a una virtual “Sofia”, que bien podría ser la misma chica de ‘Bags’ a la que no se atrevió a asediar, y a la que exige una oportunidad de ser felices. Pero no hay amargura ni rencor en su voz, como acentúa el coro infantil (!) que la acompaña, sino una intención de espabilar, de salir adelante: «Cariño, puto despierta / Es hora de que madures / ¿No sabes que la vida rara vez es justa?», se dice a sí misma. Es fácil pensar que Cottrill, una chica blanca crecida en una familia acomodada (su padre es un reputado ejecutivo de marketing), no tendría motivos aparentes para tal sufrimiento… aunque, además de su condición sexual no-normativa y el acoso escolar que sufrió, padece dolores desde su adolescencia por una artritis reumática crónica. Pero lo cierto es que la depresión y las tendencias suicidas afectan por igual a muchos chicos y chicas de toda clase y condición social. Y, ante la posibilidad de ser una estrella del pop despreocupada, ella ha elegido convertirse en una referencia positiva para la gente que pueda sentirse como ella se ha sentido en algún momento. Efectivamente, ha elegido “ser más mayor de lo que pidió ser”.

Esa parte concienciada e íntima de sus letras se corresponde también con lo musical, especialmente en su más sombría y melancólica recta final. En ella predominan medios tiempo, un terreno tramposo. Porque puede salir reforzada de él, cuando se trata de ‘White Flag’, en la que ajusta cuentas con sus bullies de cuando tenía 15 años, se cortó el pelo y se refugió en ‘Loveless’ de My Bloody Valentine –aunque recuerde a Dido, y no sólo en su título–. Aunque también debilitada cuando, como ‘Feel Something’ –donde da por perdida una relación iniciática– o la citada ‘Sinking’, se quedan en cortes bonitos con base de soul y R&B en los que el fondo pesa más que la forma.

Pero nos quedamos sobre todo con la primera parte del álbum, en la que se agrupan sus adelantos junto con grandes temas como ‘Impossible’ –en la que el arreglo de órgano delata, por si había dudas, que Rostam, productor y co-autor del álbum, ha tenido un peso específico en Vampire Weekend–, y las poderosas a la vez que elegantes ‘North’ y ‘Softly’, que muestran a la Clairo más reconocible a la vez resaltan la importancia de la mezcla de Dave Friddman (y las baterías de Danielle Haim, nada menos). Puede que escuchado a la ligera, ‘Immunity’ parezca un disco pequeño, e incluso algo timorato por momentos. Pero escuchado con reposo y leído en su globalidad, lo que queda es su mensaje, emocionante, poderoso, divertido e inspirador a un tiempo, que, como dice su título, puede servir de protección para los que se sienten frágiles e incomprendidos. Así, Clairo se confirma como una artista incluso más importante de lo que nunca pudo parecer antes.

Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘Sofia’, ‘Bags’, ‘Impossible’, ‘Alewife’, ‘White Flag’, ‘I Wouldn’t Ask You’
Te gustará si te gustan: Cuco, Francis and the Lights, Dido.
Escúchalo: Spotify

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Publicado por
Raúl Guillén
Tags: clairo