Al igual que ha ocurrido con otros éxitos de Channel 4, como ‘Black Mirror’ o ‘Derry Girls’, Netflix se hizo con los derechos de la distribución internacional de ‘The End of the F***ing World’. La serie fue un éxito, lo que llevó a Netflix a impulsar una segunda temporada. El problema es que ya no había soporte literario. No hay un segundo cómic. Por lo que la guionista Charlie Covell ha tenido que crear una historia casi desde cero. El único elemento de la historieta original que aparece –aparte de los protagonistas, claro- es un personaje desechado en la primera temporada: la psicópata que persigue a la pareja protagonista (aquí en una versión libre bautizada como Bonnie, en un guiño a la célebre pareja de Clyde). Y ese es justo el hilo narrativo del que tiran en esta segunda temporada.
‘The End of the F***ing World 2’ mantiene muchas de las virtudes de la magnífica primera temporada: la pareja protagonista sigue teniendo mucha química, una atracción de polos opuestos acentuada en esta ocasión con bastante gracia por la vestimenta que lleva cada uno ellos; los dos actores, Jessica Barden y Alex Lawther, vuelven a demostrar su talento interpretativo (en especial el segundo, un James Stewart en potencia que ya ha sido fichado por Wes Anderson para su ‘The French Dispatch’); la calculadísima mezcla de tragedia juvenil, drama criminal y humor negro sigue funcionando muy bien; la narración y el estilo visual, muy de película indie noventera, continúa inyectando mucha agilidad y nervio dramático a la historia; y las canciones compuestas o elegidas por el guitarrista de Blur Graham Coxon, autor nuevamente de la banda sonora, vuelven a ser irresistibles, una combinación llena de ironía y buen gusto de doo-wop y folk indie.
Pero, al igual que la inocencia de los protagonista, algo se ha perdido por el camino en esta segunda temporada. La historia, aunque atractiva, se nota demasiado alargada, dando muchas vueltas innecesarias para llegar al mismo sitio. El personaje de Bonnie funciona bien como caricatura de una asesina chiflada, pero no demasiado cuando intentan que “la comprendamos”. Y, la principal carencia, la serie ha perdido parte de su magia. Esa mezcla de rabia, sentimentalismo y angustia vital que tan bien define a la adolescencia y que de forma tan precisa y poética supieron captar en la primera temporada, ya apenas existe. La huída sigue siendo entretenida y divertida, pero más como si fuera una versión adolescente de una serie tipo ‘Fargo’, basada en el humor negro, que como la relectura en clave indie y tragicómica de ‘Malas tierras’ (1973) que había servido de inspiración tanto al cómic como a su adaptación.
De momento, no se sabe si habrá tercera temporada (Charlie Covell ha declarado que no está muy por la labor), pero lo que es seguro es que habrá una nueva adaptación de una obra de Charles Forsman. En esta ocasión será ‘Esta mierda me supera’, que acaba de publicar también Sapristi. La serie, producida por los hermanos Duffer (‘Stranger Things’), estará conducida de nuevo por Jonathan Entwistle y protagonizada por la prometedora Sophia Lillis. Veremos qué tal. 7.