Cómic

Cuatro novelas gráficas fundamentales de 2019 que regalar(te) por Reyes

Rusty Brown (Chris Ware)

Aunque hace 5 años de su trabajo anterior, Chris Ware ha dedicado la friolera de más de 15 a ‘Rusty Brown’. El listón quedó muy alto con ‘Fabricar historias’, obra que se considera maestra y disputa el podio de lo mejor de la década a ‘Lo que más me gustan son los monstruos’ de Emil Ferris, pero las expectativas las ha cumplido sin despeinarse.

Es cierto que a primera vista esta edición nos recuerda a ‘Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo’, que los personajes tanto en rotulado como en formas evidencian el toque perfeccionista de su obra anterior, pero su narrativa describiendo acontecimientos se abre camino hacia un nuevo lenguaje, en el que Ware ahora se muestra expansivo. Los saltos espacio-temporales, a veces utilizando un faldón a menor tamaño en el margen inferior de algunas páginas, supone una fuente inagotable de ideas. Algo que se crece gracias a su habilidad para inquietar bajo una paleta de colores vibrantes de lo más inocente… como las relaciones complejas rugen en nuestras vidas de aparente normalidad.

En esta ocasión se habla de varias personas anónimas que podrían estar en cualquiera de sus obras, de la infancia a la vejez, incluyendo además un autorretrato del propio autor exhibiendo su lado más chiflado como concesión al humor. Todos ellos pasan por una escuela de la América interior, zambulléndose en una sociedad que silencia los traumas profesionales o afectivos, en el dibujo sin difuminados, ni tan siquiera en escenas en las que está nevando (hay secuencias en las que hasta los copos se distinguen perfilados sin encontrar dos iguales) y en colores tan planos como la narración literal. 9. Disponible en Amazon o en tu tienda de barrio favorita.

¿Es así como me ves? (Jaime Hernandez)

El californiano Jaime Hernandez, transmitiendo su afición devoradora de cómics, nos entrega un nuevo episodio -lleva décadas haciéndolo- sobre las adversidades que a Maggie le siguen rondando. Si en el pasado sus personajes eran unos críos que compartían piso, buscaban trabajo o rememoraban los primeros besos, ahora ya superados los 40 añoran el espíritu punk de los 80, con el empeño de avivar un fuego que ya no puede arder con la misma furia.

Las tribulaciones sentimentales se mantienen intactas, lo mismo que las ganas de diversión como eje vertebrador, pero la realidad se ve desde otro mirador: la madurez es una recién llegada cuando aún tenemos un pie en la etapa anterior. Lo bueno de todo esto es que desconocemos el futuro y el tiempo que tendrá que pasar para la siguiente etapa, siempre sin que sea necesario para el lector conocer la historia de los capítulos anteriores: como en nuestras vidas, los sucesos significativos se perpetúan en nichos de la memoria, sin que sea imprescindible una linealidad narrativa. 8,2

. Disponible en Amazon o en tu tienda de barrio favorita.

Mi vida en barco (Tadao Tsuge)

La editorial Gallo Nero sigue la senda de editar en nuestro idioma obras japonesas que ya vieron la luz en los años 80 como ‘El hombre sin talento’ o ‘La mujer de al lado’ de Yoshiharu Tsuge, siendo el turno ahora para su hermano Tadao, un maestro del manga que recurre a tintes autobiográficos. De esta manera en primer lugar se distancia del primer manga infantil surgido en los 60, y en segundo, se sitúa en un país que comenzaba a caminar en la era tecnológica de las grandes urbes, sin querer renunciar a lo tradicional de las aldeas rurales. Ambas cosas han influido en otros autores aún a día de hoy, y no solo en los orientales, inyectando una fuerza animal de ternura y tristeza.

Kenta Tsuda, el protagonista de ‘Mi vida en barco’, es un escritor desmotivado con escaso éxito. Sobrevive indiferente junto a su familia, trabajando en una tienda de ropa vaquera, resistiendo los cambios productivos de la economía, y con el anhelo de navegar por el río Tone pescando. Una afición que disfruta tanto como los encuentros fortuitos con desconocidos o amigos, en sus idas y venidas a un barco que acaba de comprar como válvula de escape. Así da lugar a un juego en el que el azar y una atmósfera de sinceridad exponen al detalle a los distintos personajes que vienen y van, alineando al propio lector como uno más: no es raro sentirse incluido tras las 600 páginas de citas furtivas, introspección espiritual, pensamientos negativos por la competitividad de la sociedad, problemas de salud, deterioro medioambiental fruto de la decadencia espiritual del hombre moderno o el insuficiente compromiso con el núcleo familiar. 8,7. Disponible en Amazon o en tu tienda de barrio favorita.

Ser amado (Javier Lozano)

El mejor cierre a esta selección, después de toda una ensalada de temas tan trascedentes, es una loa al amor. ‘Ser amado’, segundo trabajo de Lozano ganador de una mención de honor en el Puchi Award 2018 de La Casa Encendida, es una declaración formal de intenciones a los amantes, a sus ofrendas, al sentimiento que más montañas moviliza: el amor, en toda la extensión de la palabra.

Y el dibujo, en este caso también, porque bajo una apariencia de fanzine y tebeo, nos propone una visión colorista –brutal la rotulación-, y simpática del asunto en cuestión, aunque derive en obsesión enfermiza. Lo que se presupone una losa se resuelve con agilidad: un ejercicio de liberación que resta solemnidad a la hora de superar inmovilismos emocionales. En la promoción la editorial Fulgencio Pimentel indica que “como en un evangelio apócrifo, se suceden las escenas de un pasado remoto o soñado”. Así, su lectura se puede hacer en la mesilla de noche, para abrirlo al azar por cualquiera de sus historietas de tres o cuatro paginas, porque teniendo la inmediatez estética de un videoclip musical, administra idéntico remanso que unas sagradas escrituras antes de irse a dormir. 8. Disponible en Amazon o en tu tienda de barrio favorita.

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Publicado por
Sr. John