Pero ‘Fukushima’ habla sobre todo de la «soledad culpable», en referencia a ese sentimiento «en un mundo interconectado donde solo ves lo mejor de los demás mientras tú convives con tus horas más bajas». «Tú eres tu propia amenaza / Se marcan tus manos en la pantalla / Borrando mi nombre / De una tajada» canta Isa aludiendo a un gesto común en redes sociales que también alberga cierta crueldad. Con ello Triángulo de Amor Bizarro buscaban reflejar «melancolía», porque ese, el de buscar reflejar sensaciones o emociones extremas, es el punto de partida de cada canción de su quinto álbum, como Rodrigo y Rafa nos explicaron en una entrevista que publicaremos en los próximos días. «En tantos años, nunca tuvimos una canción puramente melancólica», decía en ella Rodrigo, que entiende además que ‘Ruptura’ y ‘Fukushima’ son dos caras de la misma moneda, coincidiendo en instrumentación y siendo «las dos canciones más tristes» del disco, quizá porque ambas hablan sobre la interconexión humana.
Rescatada de un loquísimo proyecto nunca llevado a cabo –»un grupo paralelo» que haría un disco de «psicodelia espacial hard rock muy influenciada por Hawkwind y Pink Floyd, pero sobre todo por el cómic ‘Los Metabarones'» de Alejandro Jodorowsky–, ‘Fukushima’ es una de las canciones más atípicas en la carrera de TAB y, a la vez, perfectamente reconocible. Aludiendo explícitamente a ‘Radioactivity’ de Kraftwerk, sus seis minutos arrancan con un bajo sintetizado sobre unas percusiones musculosas pero contenidas, que dan paso a la voz flotante de Isa hablando de estar en «la periferia», donde «no hay nada que hacer», antes de entonar el precioso giro melódico de su estribillo, que luego culmina aludiendo a estar, espiritualmente, «en un espacio vacio».
Compuesta inicialmente con una guitarra acústica en tono casi folk y con un ritmo 3/4 («como un vals», dicen), una de las claves de ‘Fukushima’ está, precisamente, en que la voz sigue esa rítmica mientras que la instrumentación está en el habitual 4/4, creando un contraste fascinante. Eso consigue, por ejemplo, que encaje perfectamente manteniendo el tempo en una segunda mitad que suena rítmicamente acelerada. Generando, además, un fuerte contraste con los acordes alterados en los que está escrita la melodía, que le dan un aire medieval que ya habíamos percibido en otras canciones de Triángulo, en contraposición a la apariencia sintética de la instrumentación. Esa colisión de contrastes, ese paso sutil de lo ambiental y contemplativo a lo cañero, convierte ‘Fukushima’ en uno de los muchos momentos álgidos de los nuevos Triángulo de Amor Bizarro que encontramos en este álbum. Disco que, por cierto, iba a estrenarse el pasado viernes en algunas escogidas tiendas de todo el país y que, finalmente, debido a la situación por el coronavirus, hubo de quedarse en un streaming, por razones evidentes.