Tras una primera mitad de esta entrevista en la que Rodrigo Caamaño (voz, guitarra) y Rafael Mallo (batería) nos hablaban sobre el origen de este disco, sus pretensiones y cambios de enfoque creativo, en esta segunda parte se detienen más en hablarnos de las canciones en sí, tanto de los singles como otros temas destacados del álbum, influencias, inspiraciones, profecías, coronavirus y el incierto futuro que este nos deja para la cultura en general y la música en particular.
Hablábamos antes de ‘Ruptura’ y… bueno, es tremendo como ahora mismo se ha convertido un poco en una banda sonora de lo que estábamos viviendo. De hecho, en la descripción que subisteis de Instagram mencionáis como inspiración «el miedo a las epidemias»…
(Risas)
Rodrigo: «Sí, hay varias cosas en el disco que están resultando un poco profecías autocumplidas y… (Risas) Incluso alguna a nivel personal, que es como «¡ay, ma! ¡ay, ma!»» (Risas) «A eso me refería también cuando decía que para nosotros es un disco contemporáneo».
Bueno, es que al margen de esta crisis, la canción plasma la sensación de que estamos instalados en el pánico y la emergencia permanente.
Rodrigo: «Sí, sí, es lo que decíamos antes, que este mundo hiperconectado, hiperacelerado, produce ansiedad por el pánico a descolgarnos durante un segundo de la actividad del mundo. Parece que una de las cosas que más angustia a la gente con esto del coronavirus es que obligan a quedarse en casa durante quince días, que el mundo va a ser girando y que nosotros no podemos ir a esa misma velocidad. Eso es muy chungo para el ser humano, ese rollo de ansiedad perpetua. Somos animales que requerimos otro ritmo vital».
Rafa: «Eso te pone muy loco y hace que todo sea más grande de lo que es cuando pasan este tipo de cosas».
Rodrigo: «Pues sí, porque mira nosotros vivimos aquí en el pueblo (Nde: Abanqueiro) y, para bien o para mal, se lleva a otro ritmo, otra tranquilidad. A nosotros nos costó acostumbrarnos, y eso que veníamos de A Coruña, que es una ciudad manejable. Y ahora entras en esa dinámica y te da otra paz, lo sigues un poco como espectador».
«Este mundo hiperconectado, hiperacelerado, produce ansiedad por el pánico a descolgarnos durante un segundo de la actividad del mundo»
Y, aunque son temas muy distintos, habéis adelantado consecutivamente ‘Fukushima‘, que decís habla de una «soledad culpable». No sé si tiene también esa lectura, de sentirte mal al aislarte por quedar fuera de esa dinámica.
Rodrigo: «Sí. Son dos canciones muy diferentes, pero son dos caras de la misma moneda, porque tienen una instrumentación similar, sin guitarras, ese rollo frío y seco, sintético… Y además son bastante tristes, porque hablan de eso, de la interconexión y de las pantallas, una desde un lado ultraviolento y otra desde la soledad absoluta».
«En este disco nos encontramos con lo que yo entiendo que es un lujo, que es poder hacer cosas en teoría supersimples que nunca habíamos hecho antes»
La melancolía, que era ese concepto que nunca habíais trabajado, como decíais.
Rodrigo: «Sí, sí, pensábamos «en tantos años, y no tenemos una canción puramente melancólica». Fue ese el punto, no porque lo anterior… Sino por probar cosas diferentes. En este disco nos encontramos con lo que yo entiendo que es un lujo, que es poder hacer cosas en teoría supersimples que nunca habíamos hecho antes: una canción con una guitarra acústica, una canción con un tempo más reposado… Nunca fuimos por ahí en nuestra discografía, y además eso juntarlo con lo que hemos hecho siempre. Por eso consideramos que es un disco de pop, no de rock and roll como ‘Salve Discordia‘».
Tiene una secuencia un poco extraña, atípica, que arranca con ‘Ruptura’, que es muy sucia, y luego continúa ‘No eres tú’, que es un tema dub un poco de impasse… y luego empieza la caña. ¿Cuál fue el planteamiento de la secuencia?
Rodrigo: «Fue bastante locura, la verdad. Siempre nos cuesta secuenciar los discos, siempre le damos muchas vueltas, a lo mejor demasiadas. Pero intentamos que tenga una narración interna, que a lo mejor nadie ve pero a nosotros nos parece que funciona. Por ejemplo ‘No eres tú’ es una canción que me parece a mí que marca el ambiente, como si en una película fuera un plano largo que muestra la calle. Esa canción daba ese poder, de marcar el tono que queríamos que tuviese el disco. Ahí tuvimos mucho debate, probamos muchas combinaciones. Probamos con ‘Fukushima’ como corte dos, de hecho. Pero de repente daba como una sensación de tristeza que impregnaba todo el disco y de repente no reflejaba lo que es. Pero son sensaciones subjetivas, no sé».
Rafa: «Nosotros nos preocupamos mucho de ordenar el disco como oyentes, ver por dónde te lleva».
Rodrigo: «Probamos varios órdenes y algunos nos llevaban a cómo eran los discos anteriores, y queríamos romper con eso».
Y luego arranca ‘Vigilantes del espejo‘, que es como la típica canción que todo el mundo esperaría que cantara Isa…
(Rafa se parte de risa)
«El planteamiento de ‘Vigilantes del espejo’ fue hacerla sobre el mal, el mal para todos»
… Pero además es que tu voz suena como alterada, como distorsionada, que es algo que parece que habéis probado en otros temas.
Rodrigo: «No, no tiene nada. En ‘Ruptura’ sí que está tratada con unos pitchshifters, está muy sintética. Pero las otras no tienen nada».
Rafa: «Es histrionismo». (Risas)
Rodrigo: «Es más bien que he probado formas de cantar, con más aire, más violento… y en este caso, más llorón. Es que esta es una canción para que la cante un hombre en clave llorona. Sí que la probamos con Isa, pero no se sentía cómoda, ni tiene tanta melodía de voz, que es donde ella más brilla. Ni encajaba, porque busca más la figura de cantante solista ochentero llorón, un poco histriónico».
Entiendo que esto es por su letra, que es, digamos, un himno de corrupción espiritual. ¿O tiene mucho de ironía?
Rodrigo: (Ríe) «Hay mucho que hablar ahí».
Rafa: (Riendo también) «El planteamiento de esta canción fue hacerla sobre el mal, el mal para todos». (Risas) «Al terminar la canción nos dimos cuenta de que es de una doble maldad: probablemente todo el mundo de nuestra generación se va a ver reflejado en ella, y para mal; y encima con una música que para esas mismas personas es familiar y nos gusta. Doble maldad».
Rodrigo: «La intención fue «vamos a hacer la canción más maligna que podamos», o sea, que el mal haya entrado en ti sin que te hayas… La letra es realmente para joderle la cabeza a nuestros amigos cuarentañeros». (Risas)
Realmente yo he visto a cuarentañeros engorilados en festivales que son la personificación del mal.
(Risas)
Rodrigo: «Exacto, exacto».
Musicalmente le veo un aire muy claro a The Cure, que es una influencia que nunca había percibido en vosotros, y que también me llega en ‘Cura tu corazón’.
Rodrigo: «‘Disintegration’ de The Cure es un disco que nos marcó muchísimo, es un clásico. Y es un grupo que nos lleva acompañando toda la vida, siempre. Así que cuando pensamos en hacer una canción de pop de guitarras, inmediatamente vas a esa época».
Rafa: «También a ‘Technique’, Cocteau Twins, The Smiths…»
Rodrigo: «Es lo que decía antes, son cosas que siempre estuvieron ahí y ¡nos ponemos a hacerlas en el quinto disco!» (Risas)
Rafa: «Además nosotros tocando nunca tuvimos una canción tan… así. Siempre quisimos hacer canciones pop. Podría haber sido en el segundo disco, pero llegó ahora y de esta forma: juntando canciones muy diferentes que llegan de otros lados, pensando en ideas».
Rodrigo: «Pero estamos llegando a partir de nuestro sonido, no es como si descubriéramos ahora a The Cure e intentáramos copiar, como hacen otros. El punto de partida es ver cómo eso encaja en nuestro propio sonido, en medio de temas de brutalidad y caña absoluta. Tenemos nuestro sonido de bajo, nuestro sonido de batería… y eso tiene muchas vueltas, muchos recovecos. Y ahora la estamos ensayando y está encajando perfectamente (en el repertorio), aunque el «sonido The Cure» es casi opuesto a nosotros en cuanto a producción».
Rafa: «Hicimos una aproximación a un tipo de canción, pero desde nosotros».
En otro de esos extremos, está ‘Canción de la fama’ que es un poco el sonido clásico de Triángulo de Amor Bizarro. En ella atacáis un poco la industria del pop contemporáneo, curiosamente.
Rodrigo: «En realidad es el mismo perro con distinto collar. Es igual que la industria del pop de finales de los 80 o de los 90, siempre a base de pasta. Cuando llegó Internet lo tuvieron jodido, a finales de los 90 y primeros 00, hubo mucho caos y fue una etapa brillante para la música. Y al final lo resolvieron igual: con pasta dominaron Internet. Trata de la proyección del marketing, de ser famoso como el fin último de cualquier ser humano, el sueño del capitalismo. ¡Y no vas a ser famoso! Si hay 50 millones de personas y 20 intentan ser famosos, ¡no lo van a ser! ¡Es el gran timo! En la época de Michael Jackson, más allá de la música, consistía en ver cómo se despedazaba a un ser humano delante de todos en pos de la fama. Y ahora ese circo se repite. Pero no quiero tampoco verlo de una perspectiva… No voy a decir que es malo. Todos fuimos adolescentes, y en un sentido es muy disfrutable ese faranduleo un poco petardo. Nuestro punto fue hacer una canción de burla».
«Si hay 50 millones de personas y 20 intentan ser famosos, ¡no lo van a ser! ¡Es el gran timo!»
Le dais cierta épica, con frases como «caerá sobre mis detractores todo el peso de mis seguidores». Es un lenguaje de guerra, de enfrentamientos que quizá antes no eran tan públicos.
Rodrigo: «Claro, porque ahora todo es público. Pero es que la fama es un rollo puramente individualista, y que implica pasar por encima de los cadáveres de tus antiguos amigos, no hay otra forma. Siempre es así, no hay otra forma. Pasa con los futbolistas: de 500 niños que comparten club, solo llega arriba uno y deja atrás a 499 detrás».
Rafa: «Los perdedores no existen».
Rodrigo: «No existen, es un juego de perdedores y un ganador… que está condenado a una plaga bíblica, tío. Su vida va a ser un puto infierno. ¡Que mataron a Prince! ¡Mataron a Michael Jackson! ¡Y eran genios de la música! Imagínate sin ser un genio de la música universal, qué te puede pasar. Es lo de siempre. Y ahora con las redes sociales e Internet, se reinició el mundo y está volviendo a pasar lo que pasó siempre, pero las nuevas generaciones lo están tomando como si nunca hubiese pasado. Es igual, lo único que cambian los medios y ahora todo es a nivel universal».
Esa canción también da para hablar mucho, porque ahí… hay para todos. Cantas «cada periodista que no hace preguntas», citas la Rueda de la SGAE… Atizáis a diestro y siniestro a la industria.
Rodrigo: «Es que en eso de la fama se implican todos. A veces también se generan corrientes de opinión para justificar todo, es el marketing aplicado a las personas. Y a mí eso me parece jodido. Volvemos a lo del centrismo, a la falta absoluta de personalidad. Hay individualismo a costa de la individualidad del resto de seres humanos, a costa de que el resto no seamos más que dadores de likes. Es algo digno de que nosotros, como músicos, nos planteemos hacer una canción. Aunque da para un disco… ¡Cuádruple!» (Risas)
«¿Qué dices de Abascal? ¿Qué ha hecho? ¡Nada! No da ni para hablar mal de él, es… ¡un gilipollas! ¿Le voy a hacer una canción?»
Viniendo de un EP como ‘El Gatopardo’, que era muy explícito políticamente, en este disco es algo que está más diluido. Quizá la más explícita sea ‘Calígula 2025’. Igual esa figura de un emperador totalitario, ahora que en España tenemos un gobierno de coalición, puede por fin perderse.
Rodrigo: «Pero tenemos a Trump, a Bolsonaro…» (Risas)
Rafa: «Figuras así no faltan. De todos modos, justo «Calígula» es la canción más difícil de ubicar en el disco, porque representa a ese estereotipo de dictador de república bananera, que asciende en un golpe militar, que lo tenemos muy interiorizado… pero que ahora ha adquirido otras formas».
Rodrigo: «Esta letra tuvo muchas vueltas…»
Rafa: «Y muchas bases».
Rodrigo: «De hecho había una versión que quedó en nada, que hablaba de (Santiago) Abascal. Más que nada porque me quedaba sin cosas qué decir. ¿Qué dices de Abascal? ¿Qué ha hecho? ¡Nada! Tiene una vida… No hizo nada reseñable. Llevaba dos letras en paralelo, una de un dictador imaginario y otro muy de ahora, como este de Vox. ¡Y me quedaba sin letra! Es un personaje, también, de conjunto vacío, es la nada absoluta. Era un pijo que vio ahí la oportunidad y se metió en el rollo legionario… ¡Si no fue a la Legión! ¡Yo tengo amigos que fueron a la Legión! Y tienen unas aventuras que contar… ¡Él no tiene ni eso! No da ni para hablar mal de él, que es… ¡un gilipollas! ¿Le voy a hacer una canción?»
Rafa: «Si no puedes siquiera sacarle miga para una canción, algo falla».
Rodrigo: «Preferimos hablar de un dictador, de una figura maligna que tenga algo de chicha. Es la canción más gótica, aún no sabemos bien ni de qué queríamos hablar».
«Isa con este disco terminó viéndose mucho más suelta. Empezó a sacar una voz mucho más aguda, de manera natural fue alargando más las notas, y hemos jugado mucho con eso»
Llama mucho también en cuanto a estructura ‘Folía de las apariciones’, que no sé si se llama así por ese aire medieval que tiene.
Rafa: «Surgió un día que escuchábamos en la furgoneta en la radio ‘Música y significado‘ (se emite en Radio Clásica de RNE), que habla de música clásica pero con pinceladas técnicas, y dedicaron un programa a la folía. Y ahí empezó a barrenar un poco la idea, sobre ese concepto de acordes.»
Rodrigo: «Son unos acordes muy misteriosos. Es de las pocas músicas cuyo origen es puramente ibérico, y van pincelando la música del barroco, la clásica, incluso el folclore americano. Es una rueda de acordes muy particular, con un rollo circular muy poco habitual en la época».
Rafa: «Es como un versión primigenia del blues».
Rodrigo: «Sí, tienen esa misma estructura circular. Son unos acordes extraños, que no son nada diatónicos, mezclan menores y mayores. Y dijimos «¿qué podemos hacer con esto?» Se nos ocurrió hacer una canción estilo ‘Barca quemada’, pero llevándola a un rollo… Curiosamente Isa estaba leyendo ‘Cumbres borrascosas’, también estábamos muy metidos otra vez en Kate Bush, justo en la época de ‘Wuthering Heights’… Y todo eso nos llevó a una historia de amor fantasmal, de romanticismo clásico, de suicidios… Y todo eso encajó con un beat muy nuestro que…»
Rafa: «Volvió a ser lo que decíamos antes, como un puzzle de conceptos que fuimos aportando cada uno por nuestro lado. Usamos ese beat pero adaptándolo a lo que teníamos. Y así acabó siendo la folía».
Rodrigo: «Yo creo que también Isa con este disco terminó viéndose mucho más suelta. Empezó a sacar una voz mucho más aguda, de manera natural fue alargando más las notas, y hemos jugado mucho con eso. Y en esta canción encajó con ese romanticismo decadente, aunque rítmicamente encaja con algo muy nuestro».
Rafa: «Esta canción dio muchas vueltas, parece así muy cerradita, pero…»
Rodrigo: «Incluso en la instrumentación. Estábamos con teclados más ambient… y de repente dijimos «¡Hostia! ¡Esto es Medina Azahara!» Estábamos pensando en Los Módulos, con un órgano Farfisa que encajase las notas, pero la velocidad influía mucho… En cuanto a armonización, se nos iba totalmente de lo que conocíamos, y fue una aventura».
Es otra de esas canciones en las que Isa se sitúa en primera persona, que al final termina siendo muy atractivo.
Rodrigo: «Bueno, ella representa a un fantasma, no se sabe muy bien… (Risas) Pero en ese sentido también es muy contemporánea, porque los raperos están todo el día con el «yo, yo, yo, yo». Quisimos meterlo como ese guiño, me parece superinteresante, en contraposición al pop, que suele usar una primera persona un poco figurada. En ‘El gatopardo’ (se refiere a la canción ‘O Isa’) era otro rollo, porque representaba a un personaje. En este caso es ella, no es la Isabel La Católica de aquella canción, y era también una manera de resolver eso».
«Si no hubiésemos publicado ‘El gatopardo’ entonces, este habría sido un disco muy distinto»
Precisamente, aunque estaba por medio ‘El gatopardo’, este disco es el que más tiempo os ha llevado concretar. ¿Es porque ha crecido vuestro nivel de autoexigencia?
Ambos: «No».
Rodrigo: «Habla tú».
Rafa: «El momento de ‘El gatopardo‘ fue que teníamos esas canciones que expresaban algo muy concreto, muy político. Si no las hubiésemos publicado entonces, este habría sido un disco muy distinto. Y fue una manera, como decíamos, de parar eso y centrarnos en lo personal, en nosotros. Y al final el proceso de un disco no sabes lo que te va a llevar. Nosotros podemos tardar un año, año y pico…»
Rodrigo: «Bueno, a ver, ese año extra fue el año que estuvimos girando con ‘El gatopardo’. Hicimos más conciertos de los que pensábamos. Al final te metes en algo… empezó siendo un single, luego acabó siendo un EP que tuvo como muchas vueltas. Luego lo presentamos, aunque no era un disco… Y fue como una continuación de la presentación de ‘Salve Discordia’. Ese año fue la diferencia, porque nuestro tiempo es…»
Rafa: «Eso, más o menos un año o año y pico componiendo, más luego lo que tardas en grabar, acabas de formar todo…»
Rodrigo: «Este disco lo grabamos en octubre. Entre mezclas, va a fábrica, y todo eso, al final sale en marzo. Hay unos meses ahí que… ¡Esos meses me gustaría que fuesen más rápido! (Risas) Pero es complicado, lo sabemos. Al final estos meses preparas la gira, los conciertos, todo eso».
Precisamente empezáis (o eso esperamos) en unas semanas las presentaciones. Que curiosamente, parece que van a ser sobre todo en festivales, no en salas. ¿Es un poco un reto también?
Rafa: «La presentación oficial es en Madrid en octubre, pero sí, antes va a haber muchos conciertos y tenemos un montón de nuevas cosas en el directo que estamos trabajando y tenemos que rodar. Pero bueno, realmente nos sentimos bastante cómodos en los festivales. A ver ahora, que no se sabe bien qué va a pasar…»
Rodrigo: «La idea es empezar en abril con algunos eventos, conciertos de sala, y en mayo ya serán festivales. Pero, claro…» (Risas)
Rafa: «Vivimos en una incertidumbre total».
Rodrigo: «Lo único seguro es que el disco sale el 20 de marzo. A ver si vale para algo Internet, olvidaos de ir a la tienda. Igual te lo pueden enviar por correo, pero el 20 de marzo está en Internet».
Rafa: «Y se puede oír».