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Calavera se reinventa y expande en mil direcciones (todas preciosas) en ‘Secretos’

Calavera surgían allá por 2013 como un dúo formado por Álex Ortega e Ignacio Pérez, ambos ex-miembros de un grupo zaragozano llamado Limnopolar (allá por 2012, Amaral les señalaban como revelación para nuestra página). Debutaban con un single producido nada menos que por Eric Pollard (Low, Sun Kil Moon), con el que coincidieron en una gira de Retribution Gospel Choir (era batería del grupo paralelo de Alan Sparhawk) y que parecía la persona adecuada para registrar las aristas de un sonido americano cercano al primer Bon Iver. Ya como cuarteto, publicaban un par de EPs y, en 2017, un álbum debut (titulado ‘Exposición’, con portada de Mercedes Bellido) que mostraba sonoridades mucho más ricas y luminosas, citando como influencias Wild Beasts, Sufjan Stevens o Grizzly Bear.

Sin embargo, tras una larga gira por todo el país que incluyó conciertos como teloneros de The Posies, The Pains Of Being Pure At Heart, Luna, Vetusta Morla o Amaral, todos salvo Álex dejaron el grupo para dedicarse a otros caminos profesionales. Ortega ha decidido seguir adelante con el proyecto en solitario codo con codo con el productor (también maño) Carasueño, con el que ha estado grabando un segundo álbum de Calavera del que en las últimas semanas ha dado a conocer dos extractos. Ya el primero, ‘Malas hierbas

‘, persiste en esa raíz de rock americano que está en el tuétano del proyecto, matizándolo con pinceladas de sintetizadores de sonido espacial que ofrecen un bonito contrapunto. Y el segundo, ‘Secretos’, muestra una inspiración fabulosa, que termina de abrir los ojos ante una propuesta única.

En esta, Ortega da un volantazo abiertamente pop en lo melódico, con reminiscencias bubblegum, derrochando ingenio para presentar tres o cuatro ganchos con los que alguien más rácano sería capaz de armar sendas canciones. Esa imaginación se asienta y dispara en mil direcciones (todas preciosas) sobre una pulcra y potente base motorik, y si bien su minimalismo le conecta con el de los dos últimos trabajos de Ferran Palau y sus toques de psicodelia que nos hacen hermanarle con Rufus T. Firefly, lo cierto es que desprende tal personalidad (en buena medida, gracias a la voz de Álex, cada vez más bonita y afianzada) que hace, por sí sola, que Calavera adquiera una entidad única. Confiamos en que ese próximo disco así lo confirme.

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Publicado por
Raúl Guillén