En este álbum Hynde ha escrito a medias con el guitarrista James Walbourne, ha contado por primera vez en casi 20 años con el baterista original Martin Chambers y vuelve a producir a la banda Stephen Street, conocido por su trabajo con el primer Morrissey, Blur y Suede, además de experto en devolver su sonido primigenio a proyectos a la deriva, como fue el caso de los últimos pasos de The Cranberries. Aunque Hynde sea y continúe siendo el foco de Pretenders, que estaría bueno, este es el tipo de detalles que logran que se concluya que se ha recuperado cierta magia perdida, en contraste con el álbum anterior. ‘Alone’, en 2016, ocho años después del anterior, recurría a Dan Auerbach como productor de Black Keys quizá para intentar llegar a los seguidores de estos, pero como suele pasar en estos casos, lo que ocurrió es que casi nadie se enteró de aquello.
‘Hate for Sale’ presenta una buena variedad de registros que muestran a Chrissie Hynde tal y como la hemos conocido a lo largo de las décadas. En la vertiente del rock hallamos el corte titular, que se ha concebido como un homenaje a The Damned porque ella dice que se trata de «la banda más musical del punk». Hay espacio para el indie pop en el buen single ‘The Buzz’, que habla de cómo las relaciones amorosas pueden generar la adicción de una droga. También hay guiño jamaicano en ‘Lightning Man’, una canción que nos habla sobre demonios; para el blues, como dice ‘Junkie Walk’ casi desde su mismo título, y para las baladas. En concreto una al final de cada cara.
‘You Can’t Hurt a Fool’, la de la cara A, es la más acertada, al hablar de vulnerabilidades desde un punto de vista femenino, tratando colateralmente el tema de la discriminación por edad («mírala, en el centro del escenario / demasiado vieja para ser sensata / demasiado joven para su edad»), todo ello con un aroma a clásico R&B. Más controvertida resulta ‘Crying In Public’, un título recientemente exprimido por Chairlift que aquí retoma el tema del feminismo, ya controvertido en el caso de Hynde, para defender que las mujeres tienen una sensibilidad diferente al «llorar en público»: «Las feministas proclaman que todos somos iguales / pero yo no conozco a ningún hombre que haya sentido esta misma vergüenza». Otro tema sobre sexismo es el mencionado ‘Hate for Sale’, una parodia de un sujeto masculino envuelto en «mujeres, coches y motos», que ve «porno todo el día», y «va al gimnasio», aunque dejando la puerta abierta a la autoparodia también («pecho encerado, oh… si soy como él»). Por su parte, otro tema rockero parodia desde su título a los «daddys» de las «casas de apuestas»: ‘Turf Account Daddy’ recuerda un poquito a ‘Rip Her to Shreds’ de Blondie.
Más por lo repetitiva que resulta, al margen de si es polémica o no, es una pena que ‘Hate for Sale’ se cierre con una balada y no con un tema tan directo y bailable como el rockero ‘Didn’t Want To Be This Lonely’. Es en su inmediatez, en la de la retrospectiva de ‘I Didn’t Know When to Stop’ (en la línea de su hit ‘Popstar’) o en el riff encantador a lo R.E.M. de ‘Maybe Love Is in NYC’ donde este disco de rock encuentra su mejor virtud.
Calificación: 6,5/10
Lo mejor: ‘The Buzz’, ‘I Didn’t Know When to Stop’, ‘Maybe Love Is in NYC’, ‘You Can’t Hurt a Fool’
Te gustará si te gusta: R.E.M., Rolling Stones, Blondie
Youtube: vídeo de ‘The Buzz’