Precisamente la cara de Dave Bayley es la que vemos en la cubierta de ‘Dreamland’ por primera vez en la carrera de la banda, signo de que quizás este va a ser un trabajo más personal de lo habitual. Y es el caso: motivado por la buena aceptación popular de ‘Agnes’, el tema que cerraba su último disco, el cual habla sobre una amiga de Dave que se suicidó, Bayley ha escrito un disco autobiográfico en el que se anima a hablar sobre sus relaciones, toda una novedad en el trabajo de este grupo habituado a contar historias a través de personajes varios, como era el caso de un segundo largo plagado de personajes ficticios a los que Dave dio vida después de entrevistar a un montón de extraños.
El «mundo de ensueño» al que alude el título del tercer álbum de Glass Animals, tan bien plasmado en cortes más oníricos como ‘Melon and the Coconut’, es por supuesto la infancia, y la nostalgia es el marco en el que el grupo presenta estas nuevas canciones llenas de referencias a James Bond, Nintendo, Pepsi o al año 2002. La influencia «vaporwave» de la portada apenas asoma en alguno de los interludios, para los que Dave ha rescatado grabaciones viejas de su made registradas en cintas de VHS, y el álbum bebe prominentemente de los ritmos del hip-hop y el trap americanos, lo cual no es de extrañar pues Dave se crió en Texas, donde se empapó de la música de gente como Dr. Dre, quien es mencionado en ‘Space Ghost Coast to Coast’, y la banda triunfó antes en Estados Unidos que en Reino Unido, su país de origen. De hecho, uno de los mejores temas del disco, ‘Tokyo Drifting’, mezcla vientos metal y sintetizadores fluorescentes para dar todo el protagonismo a un rapero invitado, Denzel Curry
.En muchos casos, sobre todo en ‘Dreamland’, Glass Animals suenan como la banda de pop que Wild Beasts y alt-j jamás han querido ser. La voz de Dave, entre lo ahogado y lo sexy, es muy parecida a la de Hayden Thorpe, y las melodías de Glass Animals recuerdan a la de los dos grupos mencionados. Un ejemplo claro es el corte ‘Waterfalls Coming Out of Your Mouth’, que no es uno de los mejores. El single ‘Your Love (Déja Vu)‘, con ecos a Outkast y esa flautita que suena durante el estribillo, es tan adictivo como la relación tóxica sobre la que habla; el single ‘Heat Waves’ parece diseñado para petarlo en radio y suma streamings multimillonarios en Spotify por esta razón (¿no podría ser del último Ed Sheeran?); ‘Hot Sugar’, que trata sobre la admiración disfrazada de amor romántico, evoca ese tipo de verano tórrido que tan bien capturaron TLC en ‘Diggin on You‘; y ‘Tangerine’ es demasiado pegadiza como para que alguien se obsesione con su parecido a ‘Hotline Bling’ de Drake, que ya robaba su base de otro tema anterior, una práctica por otro lado habitual en el mundo del dancehall.
Si la pregunta que plantea ‘Dreamland’ es qué tiene que ofrecer Glass Animals en un mundo obsesionado con ponerle precio a los recuerdos, la respuesta es una versión azucarada y diluida de lo que grupos parecidos han hecho antes y mejor, pero quizá de manera menos accesible. El grupo se deja escuchar, sus canciones son agradables, pero sigue sin dar con ese temazo indiscutible que lo haga pasar a la historia. En este nuevo disco, muchas canciones, como ‘Space Ghost Coast to Coast’, son monas sin más, cuando no simplemente discretas, y no ayudan los juicios de valor que Dave, en las letras, hace sobre una chica aparentemente adicta a hacerse selfies y a comprar por internet que, además, tiene «problemas con su papá». Poca autocrítica y demasiadas referencias 90s metidas con calzador en un álbum que es una suerte exista, pero que, aún conteniendo aciertos innegables, no pasa de simpático.
Calificación: 6,5/10
Lo mejor: ‘Tangerine’, ‘Hot Sugar’, ‘Your Love (Déja Vu)’, ‘Heat Waves’
Te gustará si te gusta: Wild Beasts, alt-j, Friendly Fires
Youtube: vídeo de ‘Heat Waves’