Desde ‘We Can Work It Out’ a ‘Hey Jude’, desde ‘Let It Be’ a ‘Yesterday’, muchas de las composiciones de Paul McCartney para los Beatles lograron hacer sentirse mejor a decenas -o más bien cientos- de millones de personas pertenecientes a varias generaciones. En este año de mierda, el artista ha decidido publicar en plena Navidad un álbum con el que, en muchos sentidos, hacernos sentir medio bien. Ese es el cometido del single de presentación ‘Find My Way’ y también de otras de las composiciones de este álbum. Nos cuenta ‘Seize the Day’ que debemos «aprovechar el día» porque «los días fríos llegarán, las viejas costumbres desaparecerán, ya no habrá sol y desearemos haber aprovechado el tiempo».
También nos hace sentir medio bien este disco llamado ‘McCartney III’ porque no hay nada que le guste más a un fan que ver una trilogía cerrarse. El álbum ha sido realizado por Paul McCartney completamente en solitario como ‘McCartney’ (1970) y ‘McCartney II’ (1980), se edita igualmente en un año que abre década musical, 2020, y se ha realizado en circunstancias muy peculiares. Solo una pandemia mundial puede compararse al fin de los Beatles (1970) y el principio del fin de Wings (1981): este álbum ha sido grabado en confinamiento, beneficiándose de un juego de palabras creado ad hoc entre las palabras «lockdown» y «rockdown».
Y es que dejando a un lado las ínfulas de modernidad -o lo que fuera aquello- de ‘Fuh U’, y lejos -muy lejos- de colaboraciones como la que tantos millones de streamings le dio de mano de Rihanna y Kanye West; ‘McCartney III’ contiene números próximos al rhythm & blues tan decididos como ‘Lavatory Lil’, o al «stoner rock» como ‘Slidin’; así como otros tan libres y aventureros como ‘Deep Deep Feeling’ o ‘Deep Down’. Destaca especialmente el primero, una grabación de más 8 minutos en varias fases que por momentos se recrea en la belleza (el regreso de la guitarra acústica) y en otros se ahoga en su propia simpleza, con frases como «¿sabes cuando amas tanto a alguien que sientes que tu corazón va a reventar?».
Los experimentos de Paul McCartney ya no harán asomarse a los más vanguardistas del lugar, pero lo cierto es que este álbum sí logra mantener la atención del oyente, presentando un equilibrio de lo más digno entre sorpresa, riesgo y canciones clásicas. En este último grupo no hay quien tosa al autor de ‘Eleanor Rigby’ y despuntan especialmente en su adorable sencillez y falta de mayores ambiciones ‘The Kiss of Venus’ y ‘Pretty Boys’, sobre la relación de una cámara con unos muchachos.
Y a este grupo de canciones, culminadas en el álbum por ‘When Winter Comes’, cuyo origen data de 1992, lo que explica esos créditos de nada menos que el difunto George Martin; hay que sumar un atractivo más. Que el álbum comience con lo que parece un pseudoinstrumental con el suficiente gancho como para luego exprimir su propio «reprise» casi al término de la secuencia, justo antes de ese ‘When Winter Comes’ pero como parte de la misma pista. ‘Long Tailed Winter Bird’ presenta a McCartney balbuceando únicamente 3 frases tipo «¿me echáis de menos?»… y funciona, dando empaque como uno de los puntos más distintivos de su discografía reciente.