Cómic

Cuatro novelas gráficas fundamentales de 2020 que regalar(te) por Reyes

Regreso al Edén (Paco Roca)

El nuevo trabajo de Paco Roca, sin duda una de las figuras clave en el ámbito de la ilustración y la historieta de este siglo en nuestro país, muestra una vez más una visión romántica y emocional del paso del tiempo. Y esto a pesar de enclavarse, como casi toda su producción artística, en los años oscuros y deprimentes del franquismo… mientras el público generalista parece inmerso en un mercado de consumo rápido, de fácil digestión, cuando su obra es todo lo contrario. Bajo una apariencia sencilla, sin practicar experimentaciones inquietantes, su narrativa desgrana una buena parte de la historia de España, trayendo personajes anónimos a nuestros ojos tan cercanos para el autor como su padre en ‘La Casa’, o su madre en esta ocasión en ‘Regreso al Edén’.

No estamos ante la mejor entrega de Roca, ni tampoco la peor: la velocidad de crucero alcanzada por el valenciano vuelve a mostrar su consolidación, sin apenas resentirse. En ‘Regreso al Edén’ el punto de partida es una foto de la familia de su madre, una instantánea en la playa que sirve para conectar el periplo de tres generaciones. Un gancho tan fascinante como el descubrimiento, hace ya algunos años, de Los Modlin, un testimonio que partía de las fotografías que Paco Gómez encontraba en la basura, en una calle del madrileño barrio de Malasaña, plasmando en un libro cómo se puede ir hilvanando recuerdos y recomponiendo un pasado olvidado a partir de ellas. Un planteamiento que Paco Roca comparte, desde el silencio de una única foto, para conocimiento de nosotros mismos. 8,3.

Rosie en la jungla (Nathan Cowdry)

Con ‘Rosie en la jungla’, el británico Nathan Cowdry se acaba de alzar como ganador del Puchi Award 2020, un proyecto de La Casa Encendida y Fulgencio Pimentel que destaca obras con planteamientos renovadores en el lenguaje. El año anterior tal galardón cayó en manos de Javier Lozano por ‘Ser Amado’, en torno al concepto del amor romántico. El de Cowdry nos lleva a un escenario totalmente opuesto, a tenor del juego perverso que esconde su protagonista bajo una apariencia cándida. Una vez entrados en faena, se cruzan fronteras morales sonrojando más que aquellos pellizcos cortos e intermitentes que las madres daban a los niños en los mofletes para hacerles tener un color saludable. Un desmelene que Simon Hansemann ha augurado exitoso de esta manera: “Qué encanto de hombre, la de porno que se va a comprar con los euros del premio”.

Rosie, junto a su perro, trafica con drogas, pero este tema no tiene tanta relevancia por culpa de una braga parlanchina sin escrúpulos. Con un deslumbrante toque manga, la obra plantea varios juicios a consideración: el nudismo, la codicia, el asesinato, la lealtad entre amigos, la violencia, los celos… Todos estos componentes en escena, además de una vagina casual, para burlarse de todo con una energía increíble, y un prodigio incluso superior a cualquier mensaje. 8

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Este era el lugar (Chris Reynolds)

Es de agradecer que un autor tan poco conocido como Chris Reynolds sea respaldado por Seth (‘George Sprott‘, ‘Wimbledon Green‘, ‘Ventiladores Clyde‘) considerándolo en el prólogo de ‘Este era el lugar’, uno de los artistas más infravalorados de los últimos 20 años.

Son comunes en ambas trayectorias -aunque Reynolds haya perdido la apetencia por continuar trabajando- la pasión por el misterio, el detalle en las imágenes arquitectónicas de edificios, el intensivo rotulado negro de las ilustraciones, los personajes con un elevado mundo interior, las conexiones de estos con un pasado a veces difuso, que la acción transcurra en una balsa de aceite bajo la ausencia de grandes conflictos, que el tiempo se mueva hacia detrás y hacia adelante… Pero que no cunda el pánico: los parecidos similares son para bien, porque son lo suficientemente atípicos para distinguirlos ya en un primer contacto el uno del otro. Como punto de distinción, en estas 22 historias cortas que componen ‘Este era el lugar’, Reynolds hace magia al introducir la ciencia ficción como hechizo narrativo, llevando la imaginación del lector por conclusiones erróneas, sin pesimismo, mostrando que la realidad del mundo está cambiando.

Es una pena que el mundo no haya reconocido esta carrera que se inicia a mitad de los 80. Libros Walden intenta, lanzando su primera referencia de cómic, abrir una nueva oportunidad traduciendo al español a este autor británico que estimula universos llevando a lecturas desiguales. 8,5.

¿Me estás escuchando? (Tillie Walden)

El último trabajo de la autora norteamericana, de la que hace tres años también recomendamos por Reyes ‘Piruetas’, una obra autobiográfica extraordinaria, retoma la senda de los problemas terrenales, aparcando las líneas temporales con poso cósmico de ‘Un rayo de sol’. ‘¿Me estás escuchando?’ es un regreso más atractivo -si buscamos engullir páginas a velocidad mecánica- desvinculado de la ciencia ficción, y con la fuerza gravitacional de los personajes localizada en galaxias tan próximas como la ruta que por el oeste de Texas inician dos chicas junto a una gata.

El aliciente en cualquiera de las extensas obras de Walden es el estilo limpio del dibujo, los colores cálidos y armoniosos en sintonía narrativa, o en el caso de ‘¿Me estás escuchando?’, las simpáticas formas redondeadas del coche y la caravana donde que viajan las protagonistas Bea y Lou. Las leyes de acción y reacción se quedan para la relación que ambas entablan en un paisaje en constante cambio, una por ser una joven de apenas 18 años sin apenas experiencia, y la otra una casi treintañera con las ideas más canalizadas. El valor de la amistad, la posibilidad de curar heridas y la ilusión de generar perspectiva se ponen sobre la mesa. 8,2.

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Publicado por
Sr. John