Sin EP ni disco en el mercado, Rigoberta Bandini apareció este sábado a las 13.00 horas en un teatro de Madrid como si ya fuera una estrella consagrada, con cientos de entradas agotadas con semanas de antelación. Y era su segundo concierto, al menos con dicho sobrenombre, pues la artista, que en realidad se llama Paula Ribó, ha estado involucrada con anterioridad en otros proyectos. El confinamiento ha sentado fenomenal a las cuatro canciones y media que le conocimos en 2020, y el Teatro Reina Victoria se vino abajo cuando salió a escena. Allí la reina iba a ser ella. Fotos: Sergio Albert (Madrid Brillante).
No había duda sobre qué canción sería la primera en el setlist: ‘In Spain We Call It Soledad’ incluye media docena de veces la palabra «hola» en varias formas e idiomas, la primera es de hecho «hi», y desde ese segundo cero del show estaba claro que Rigoberta Bandini iba a arrasar. Palmas al mínimo bombo y vítores de «hola» cuando mandaban los coros probaban que el público se sabía las canciones absolutamente de memoria, y eso incluía ‘Perra’, que había salido el día anterior. Al término de esta, un alegato feminista que termina gritando «quiero ser una perra» recordando a Las Vulpes y la dura censura que sufrieron incluso en plena Movida, la complicidad entre público y artista era tal que la gente empezó a corear «¡perra, perra, perra!». «Gracias, igualmente» fue su rápida respuesta.
Había gran curiosidad por saber cómo era Rigoberta Bandini sobre las tablas porque después de tantos meses y ante la ausencia de festivales o casi conciertos, se da la circunstancia de que no la conocíamos, de que no sabíamos cómo era. Sobrada de voz, a veces en un registro más melódico, otras más agudo y alguna vez directamente payaso, la cantante se mostró emocionada por el recibimiento y también divertida. «Madrid me ha dado mucho», bromeó durante la presentación de ‘Too Many Drugs‘. «Esta parte de la canción me recuerda a un ladrón entrando a robar en una casa y diciendo CIAO», escenificó durante una de las composiciones nuevas.
Y es que con tan solo 7 canciones en el mercado, hubo que tirar de versiones e inéditas, y además de la infravalorada recuperación de ‘Cuando tú nazcas’ de Mocedades/Beethoven, revisitó ‘Corazón contento’ de Marisol reestructurándola y añadiendo un final en portugués; y se estrenaron 2 canciones nuevas. No serán singles, pero hay ganas de escucharlas en estudio. Una es un poema musicado en el que Rigoberta va en moto por la calle «Aragón», de «subidón», se mata pero se transforma en «gorrión» y se caga en el ayuntamiento. Llamémosla ‘No puedo domar todo lo que soy’. Y la otra, la del «ladrón», es una canción de amor hacia su familia que escribió aislada, con covid-19. Llamémosla ‘Ya sólo me apetece’. En directo la artista se acompaña de su pareja a los teclados y un par de primos: ella lo mismo te hace las voces agudas que un par de coreografías y un poquito de twerking, y él hace algunas percusiones, de momento sin gran protagonismo ni volumen.
Estemos hypeados o tuviéramos simplemente demasiadas ganas de fiesta desde hace rato, pues el concierto obviamente fue sentado y con mascarilla, y además hoy comienzan nuevas restricciones en la ciudad; lo segurísimo es que no van a durar mucho las entradas para ver a Rigoberta en abril en Bravo Madrid. No conozco a nadie que no quedara este sábado con la sensación de estar presenciando el nacimiento de una estrella que dará que hablar durante mucho tiempo. 9.