Pat Escoín sigue peleando por ser algo más que un recurso para Cachitos de Hierro y Cromo como cantante de Los Romeos, el grupo de finales de los 80 que, inspirado en Blondie, cantaba temazos como ‘Mi vida rosa’, «Muérdeme en el trasero, donde a mí me gusta más» o ‘Un poquito de amor’. Tras su aventura en Lula, emprendía un nuevo camino junto al batería Tommy Ramos y el recién publicado ‘Autoficción’ es su segundo álbum.
Escoín se encarga de voces, guitarras y el bajo, y el punk-pop ramoniano de pepinazos de 2 minutos continúa siendo su Biblia. En uno de estos temas nuevos, ‘Puñales’, puede haber cierta inspiración en las guitarras de ‘Heroes’ de Bowie y en la percusión de ’Satisfaction’ de los Rolling Stones, pero incluso la imaginería en cuanto a letras es la clásica del punk-pop, en este caso en castellano. Por ejemplo, el cine de terror es referencia en el single ‘Perrito’, un toma y daca de S&M que ni Rihanna (“he sido mala, perrito”), que incluye frases que podrían haber escrito Los Vegetales: «quiero vivir de la sangre, dormir en tumbas abiertas».
La literatura sigue siendo otro referente para Escoín y de «Henry Miller me enseñó cómo follar» pasamos a Richard Ford. Su libro de relatos ‘Rock Springs‘ inspira el tema homónimo sobre «coches robados», «caravanas por alquilar» y parejas «cool» («Tú eres muy guapo y ella no está mal»). Sí: Estados Unidos continúa siendo la inspiración estética de la autora de ‘California’. Y a ello hay que sumar bastante de alegato feminista. ‘La bonita’ se dedica en el libreto directamente «a las putas»: “no es fácil disfrutar y más si es con un hombre / hay noches que las pasas enteras fingiendo placer”.
En ese sentido merece especial atención una composición un tanto diferente llamada ‘Tú lo que quieres es luchar’, que reta un comportamiento machista (“si me hablas como un loco, disculpa, no podemos avanzar”), en tono coloquial (“piensas que me asusta quedarme sin tu polla o sin cenar”), y dejando en el pasado tal relación tóxica (“tú y yo somos diferentes, no sé cómo pudimos sentir lo que sentimos”). Lo cual se acompaña de una sección de cuerda, unas guitarras a lo Pixies, cierta virguería en el tratamiento de las voces, y en resumen, la producción más ambiciosa de ‘Autoficción’.
En el último tramo del disco, hay un punto de «piloto automático» que tampoco merece mucho la pena criticar por ser común al género. Es mucho menos común en el género que una autora -o un autor- mantenga las ganas de seguir en esto por amor al arte, con composiciones tan sólidas y bien construidas en sus estribillos, ganchos y frases que se adhieren al cerebro. Da igual Romeos que Lula que ahora Exfan: hay que hablar más de ese mito llamado Pat Escoín. ¿Para cuándo un álbum firmado con su nombre en letras bien grandes?