Conocemos a Camilo por el remix de ‘Tattoo’ con Rauw Alejandro, por la colaboración con Ozuna, por su temita con Reik y Farruko, por otra colabo con Pablo Alborán que también tiene ritmillo reggaetón, porque fue co-autor de ‘Sin pijama’, y sobre todo la joya de la corona: su hit ‘Tutu’ con y sin Shakira, en el que rima «nadie como tú tú» con «buscu» (¿del verbo buscar?).
Luego es de agradecer que en realidad sus discos no estén inundados de featurings desesperados y ritmos homogéneos. En su repertorio hay cierta querencia por la música de raíz cuyo mayor exponente es ‘Ropa cara’, una canción en la que una base mitad reggaeton mitad “trap” se va entregando al son cubano, ritmo en el que se explaya al final. Es su mejor grabación y la que nos ha terminado de llamar la atención sobre este disco.
Este segundo álbum internacional del colombiano tiene canciones hechas a imagen y semejanza de las modas, pero también una balada a piano que quiere durar tantos años como las de Alejandro Sanz: por algo ‘Manos de tijera’ se ha situado como pista 3 de todo esto, apareciendo en la secuencia mucho antes que los singles principales del álbum, que se han reservado para la segunda mitad.
También antes de que escuchemos el obligado momento sexy -que ciertamente lo es- junto a Evaluna Montaner, ‘Machu Picchu’, hay espacio para Los Dos Carnales con su corrido ’Tuyo y mío’, y para unas trompetas mariachis en ‘Mareado’, una canción cuyo estribillo fluye entre lo fetichista y lo «disgusting»: «Me huele a ti por todos lados».
Camilo se esfuerza un poco por ofrecer una visión ligeramente progresista de todo esto, como muestra la primera frase de ‘Tuyo y mío’, que es «dicen que detrás de todo hombre siempre hay una gran mujer, pero yo no estoy de acuerdo, porque tú estabas siempre delante»; si bien lo que más promueve es el romanticismo clásico. Esta canción habla de despertar juntos por las mañanas, estar con alguien «la vida entera», hasta «viejito», y concluye: «qué bonito sería un hijo tuyo y mío». Al fin y al cabo, el disco se abre con una canción en la que las «ingenieras» y las «cirujanas» dan besos y arrumacos en lugar de hacer puentes y operaciones.
En los créditos de ‘Mis manos’ aparece frecuentemente Edgar Barrera, mano derecha de Maluma, pero la variedad musical (el hit ‘BEBÉ’ es una bachata) y la escasez de «manos» en los créditos empuja el álbum más bien hacia los territorios de un compositor tipo Juanes. Bigote aparte, Camilo quiere ser más un autor que un «fucker», y este es un simpático segundo disco con el que asentar esa idea. Mejor que el primero, donde ‘Tutu’ ocupaba el 20% de la secuencia, cuando aquí todavía nos queda por hablar del descacharrante gancho instrumental de ‘Vida de rico’ y de la despedida tradicional con la balada ‘5 pa las 12’.