«No entiendo el trap» es una declaración de Albany, una de las mayores representantes del trap español en la actualidad. La cantante no se refiere a la música, sino a la cultura: ella habla en contra de las drogas porque las ha vivido de cerca, dentro de su propia familia; se posiciona en contra de la violencia porque ha vivido el bullying en sus carnes «por ser gitana, por ser morena de piel, por ser pobre», y decide no restregar en la cara de nadie su dinero porque «es mejor que nadie sepa el dinero que tienes». La humildad de Alba Casas Hernández es refrescante en una escena plagada de traperos que interpretan un papel, una idea de lo que les gustaría llegar a ser. Una decisión, ojo, perfectamente legítima: como decía Marlon Brando, todos estamos actuando en esta vida, aunque no queramos. Pero el «trap triste» de Albany se diferencia de todo lo demás por lo personal, por lo visceral, por lo dramático.
‘Se trata de mí’ es el título de la primera mixtape de Albany. Sin grandilocuencias ni palabras impronunciables, ni tampoco promesas de un segundo o tercer volumen de música, Alba plantea concisamente su primer trabajo largo como un viaje hacia su mente. Después de editar singles tan potentes como ‘Mi crush’, ‘Cyberluv’ o ‘Loyalty’ o de triunfar en las plataformas de streaming con ‘Sugar Mami’ con La Zowi, que va para los 6 millones de reproducciones en Spotify, es decir, sus streamings ya equivalen a un Disco de Oro en España; apetecía que la cantante sentara cátedra con algún proyecto mayor, y ‘Se trata de mí’ resume su discurso de varias maneras: es «sad trap» pero también otras cosas. Y la noticia a destacar de ‘Se trata de mí’ no es que Albany haya conseguido juntar en un mismo disco a los enemistados (al menos mediáticamente) C. Tangana y Yung Beef, sino lo carismáticos que suenan los demás temas.
El mayor éxito de ‘Se trata de mí’ está siendo ‘Bebé’ porque aparte de titularse con una de las palabras insignia de las generaciones millennial y Z, incluye la colaboración de C. Tangana. Un tema de reggaetón modesto, hipnótico, pegadizo, pero en el que lo más interesante que ocurre es que la frase de Antón «cuando pasas da la sensación, de que me via’ ver en un follón, que ni yo sé dónde me he metío», da la «sensación» de ser una referencia involuntaria a aquel chalado del vídeo de ‘APM’. Producido por LOWLIGHT, ‘Bebé’ está bien pero no es ‘Antes de morirme’ ni tiene la mitad del potencial generacional que aquel, de la misma manera que el trap narcotizado de ‘Chica fantasma’ con Yung Beef tampoco es de lo mejor del disco, a pesar de que su letra sí vuelve a representar muy bien la filosofía de Albany: en ella la cantante se compra un coche caro, pero solo para regalárselo a su madre.
Lo mejor de ‘Se trata de mí’ es lo que Albany ofrece por su cuenta. Es un decir: en el disco, la artista se rodea de varios beatmakers como 190, BK Beats, EJ Marais, Lucid Eyez u Only One Hook, pero lo seguro es que no necesita compartir el micrófono con nadie, por mucho que una de esas personas firme actualmente el disco más vendido del país. El discurso tristón de Albany plaga las letras en un nivel casi preocupante, pero esa es su firma, y si solo ella podía convertir un tema como ‘No estoy bien’ en un himno, su texto no puede ser más calamitoso: «no sé qué hecho con mi vida, tengo el alma vacía» es el gran «hook» de este corte con el que comienza la mixtape. El tema siguiente es igual de dramático, pero mientras la base de ‘Ya no’ difumina con acierto la frontera entre el trap y el dancehall, su texto alterna la pena («estoy ahogada en dolor») con el empoderamiento («por que me siento mierda, si en verdad soy oro?»).
No son textos con grandes matices los de Albany: si frases tipo «cuando pienso en ti, mi corazón se ilusiona» parecen sacadas del cancionero de Camela o Niña Pastori, una rima como «y por qué no estamos juntos, todos los días me pregunto» parece más de las extintas Flos Mariae. A veces, Alba sucede una frase con otra para dejar con bastante mal cuerpo, como cuando en ‘Calvin’ canta «quiero tirarme en paracaídas de la mano contigo, mi vida» para después sentenciar «la muerte me va a llegar en cualquier momento». Escalofríos. Pero Albany a veces cautiva con poco: «quiero quitarte los Calvin» es otra de sus frases estrella, y si las letras pecan de simplonas, las producciones lo compensan en parte: la base cortante y R&B de ‘Final Fantasy Love’ merece una masterización como Dios manda, ‘No creo en el amor’ deriva de ‘Te boté’ para sonar más a Drake o Kali Uchis, es decir, muy bien, y ‘Te engañas’ suena improbablemente a un ‘Pon de Replay’ deprimido, alcanzando lo enigmático.