Zahara da un gigante paso al frente con su nuevo disco, un álbum en el que desde su primer sencillo ‘MERICHANE’ habla del maltrato, los abusos sexuales, el acoso escolar, la bulimia y el machismo en la industria musical. Ni habiendo escuchado este tema y otros adelantos explícitos, ni sabiendo que el disco se llama ‘PUTA’, ni conociendo su portada, espero un disco tan oscuro en cuanto a sonido ni tan explícito en algunos de sus textos. Desde luego, no había sido por falta de pistas… pero parece que uno siempre va a esperar tontamente que aparezca un lado amable o un final feliz para las cosas.
‘PUTA’ como disco sobre la mujer en general y no tanto sobre sí misma ya rondaba la cabeza de la artista hacía un tiempo, pero la pandemia lo trastocó todo. Ver un documental sobre Taylor Swift en mayo de 2020 le inspiró «escribir por la noche un texto como un Quijote de largo con una copa de vino». Musicalmente, tenía en mente más bien Fiona Apple. Después, electrónica. De ese texto saldrían ideas para ‘médula’, ‘flotante’, ‘TAYLOR’, un poco de «negronis» o ‘MERICHANE’. Es ‘flotante’ el primer tema que trabaja junto a Martí Perarnau IV (Mucho), su compañero en _juno, un corte hecho a guitarrazos que luego se retuerce. «Tengo a mi hijo de lunes a jueves y en el tiempo que tengo para mí empiezo a hacer canciones compulsivamente cada semana. Me siento feliz con la canción, es un chute de adrenalina, pero estoy mal, empieza mi descenso. Abro y abro heridas».
Zahara va «soltando todo» hasta terminar de componer ‘Dolores’, «Berlín» y ‘joker’, las últimas incorporaciones al disco, en agosto. Junto a su mejor amigo, Guillermo Guerrero, al mando de los vídeos y cuestiones logísticas de su sello; Emilio Lorente, quien suele realizar los espectaculares diseños de las ediciones físicas (este incluye una banda de «MISS PUTA» además de los habituales relatos, fotos y textos); y la fotógrafa Noe Elías, va dando forma al disco que sale este viernes 30 de abril y que es nuestro «Disco de la Semana». Puede ser la quinta vez que entrevisto a Zahara, pero es la ocasión en que menos sé por dónde empezar. La conversación es intensa y dura, y en un momento a la cantante se le saltan las lágrimas mientras yo aguanto el tipo como puedo. A veces también nos da la risa, ya sabéis que Zahara nunca pierde el sentido del humor: jamás ha desprendido un halo apesadumbrado. «El llanto libera hormonas», me dice, aunque los dos sabemos que no hay nada que justificar. Foto: Sharon López.
¿Qué tal estás? Dame la versión larga…
Tengo un poco de mejunje… Por un lado, todo el proceso ha sido muy intenso y en muy poco periodo de tiempo para lo que yo soy, que tardo 4 años en imaginar, desarrollar, grabar… y este está hecho en menos de un año. Siento mucha felicidad de haberlo soltado todo, me siento muy liberada porque me he quitado una cosa que había pesado sobre mí: cada vez que alguien me decía algo bueno, yo sentía que era una farsa que alguien podía descubrir en cualquier momento, que todo estaba mal. En ese sentido estoy súper feliz. Llego a los sitios y me dicen: «qué fuerte todo lo que le ha pasado a esta muchacha» (risas), pero no hay condescendencia, ni paternalismo. Siento que no tengo que ocultar nada y eso me da mucha tranquilidad. Hablo de muchas cosas, pero lo he tratado tanto con mi psicóloga que lo llevo bien: cuento hasta donde yo quiero y siento que tengo el control de lo que estoy diciendo. Y por otro lado, tengo el pudor de los días previos, de decir: «Mari Carmen, ¿qué has hecho?» (risas) Es que tampoco he mostrado lo gordo del disco: ‘Ramona’, ‘joker’, ‘sansa’… Cuando digo lo «gordo» no es como «lo mejor del disco», sino para mí donde he ahondado más, o lo que menos se espera de mí. Son más jevis que todo lo que he mostrado, aunque no vayan a ser las más populares. Ahí van a ver lo turbio de verdad…
‘MERICHANE’ es bastante turbia…
Pero cuando la escribí, sabía que iba a ser la primera que mostrara porque sintetiza todo lo que quiero contar. Al haber sido la primera, aunque sea dura, tiene cierta amabilidad musicalmente. El estribillo se viene abajo pero tiene un estribillo, en forma es más clásica.
Has mencionado a tu psicóloga, ¿se puede afrontar esta promo, este disco, este proyecto, sin terapia?
Yo creo que no. El confinamiento me llevó a deprimirme tanto que afloraron cosas que estaban destrozadas desde hacía décadas, pero yo ya llevaba un año con mi psicóloga… como «pelando cables». Sentía que en vez de poros y piel tenía cables pelados, con filamentos tan expuestos que, a cualquier roce, todo iba a salir ardiendo. El problema en mi vida es que he evitado enfrentarme a problemas directamente porque no estaba preparada. Al tener que parar obligatoriamente por el confinamiento tenía que estar en mi casa por mucho que no quisiera. Un bolo me habría hecho olvidarme, pero es que no había otra. No había nada a mi alrededor, no quería tocar, ni limpiar, ni hacer yoga, ni ver series… Solo me quedaba estar compadeciéndome de mí misma o tomar las riendas. No quise, pero llegó un momento en que estaba tan abajo que no me quedaba otra que reaccionar.
“He tratado tanto con mi psicóloga que lo llevo bien: cuento hasta donde quiero y siento que tengo el control de lo que estoy diciendo”
En el disco hay frases que parecen proceder de una terapia (NdE: asiente), como en ‘sansa’ «yo no soy mejor porque tú me humillaras» o «lo que me ha hecho más fuerte es alejarme de ti».
Sí, pero esas dos son mías. ‘negronis y martinis’, en la que hablo de mi cuerpo como un árbol, sí es una metáfora recurrente que hemos tenido en las sesiones. Una psicóloga no te dice qué hacer o sentir, ella te escucha y tú sacas las conclusiones. Me han dicho mucho: «¡qué guay, mira la mujer en que te has convertido! ¡has hecho este disco gracias a lo que te ha pasado!». No, perdona, tío, no he hecho este disco gracias a lo que me ha pasado: intento ser buena persona a pesar de lo que me ha pasado. He hecho este disco gracias a que he tenido una familia que me ha inculcado la música como forma de refugiarme, a una psicóloga maravillosa y a que tengo amigos que me han acompañado. Pero que una persona me maltratara en mi vida no me ha hecho mejor persona. De hecho, lo raro es que no te vuelvas mucho peor persona, porque tendemos a proyectar lo que vivimos. Salen casos de niños que han sufrido abusos y luego son maltratadores. Cuando en ‘MERICHANE’ digo «jodiendo la vida a un extraño» es la parte en que reconozco que intentaba fastidiar a todos los tíos con los que me encontraba. Tenía sexo con ellos, no me importaban absolutamente nada y si podía, porque tenían pareja, dejar rastros míos que pudieran llevar a una discusión, mejor.
“No he hecho este disco gracias a lo que me ha pasado: intento ser buena persona a pesar de lo que me ha pasado”
Has hablado de un abuso sexual infantil en El País… ¿crees que el abuso sexual puede ser la causa de cómo se ha desarrollado tu vida? Está siendo muy visible el caso de James Rhodes con la ley «James Rhodes» y Dolores O’Riordan concedió una entrevista devastadora en que relacionaba un abuso sexual infantil con su bipolaridad.
Una de las cosas que he estudiado y he leído en libros, es que te disocias al sufrir un abuso. Huyes de ahí mentalmente. Hay mujeres, hombres, niños… que lo olvidan, tienen como 2 carriles en su vida y nunca se cruzan. Me cuadra que alguien sea bipolar o de todo, por eso. A mí me condicionó muchísimo mi personalidad. El sexo es algo que has de descubrir únicamente cuando quieres y con alguien que quiere, a la velocidad que tú quieres. Si tu primer encuentro sexual es sin tú querer, sin tú saber lo que está pasando, y sin entender lo que es el sexo, se entiende cómo luego todas tus relaciones sexuales van a estar basadas en eso. No es como cuando con 14 o 15 años, te morreas con uno y te toca una teta. A lo mejor no sabías si te gustaba eso, pero era un descubrimiento entre tú y un niño que te gustaba. Pero si eres más pequeña y no sabes ni lo que es tu cuerpo, la primera vez que alguien toca algo tuyo sin que tú quieras, obviamente marca todo.
«El sexo es algo que has de descubrir únicamente cuando quieres y con alguien que quiere, a la velocidad que tú quieres»
Una cosa que me sucedía después, cuando tuve un novio que me maltrataba, es que era incapaz de pararlo. Se crea una pescadilla que se muerde la cola. Porque pienso: «tengo que decirle que no, pero no puedo porque no sé». Entonces, vuelve a pasarme, y te justificas en tu propia incapacidad. En lugar de entenderla para decir: «voy a enfrentarme a ello, y si no se lo digo a él a la cara, se lo voy a decir a alguien que me ayude», lo que haces es decir: «me lo merezco porque no lo dije la primera vez». Todo el rato justificas las cosas como algo que te mereces. Yo era insegura, y eso me generaba un caos, porque yo tenía felicidad en mi hogar, mi abuela me cantaba coplas, la otra tocaba el piano, no conozco mayor bondad que la de mi padre… Y luego encontrarme esa inseguridad fuera… Me daban miedo los niños, los hombres, los novios, ir al cole, siempre pensando que la iba a cagar.
«No quería que mis padres vieran tanto el sufrimiento que narro como la liberación que supone»
¿Cómo han llevado tus padres enfrentarse a este disco?
Les envié algunas canciones, no las más jevis. Les dije que estaba haciendo un disco en el que me daba todo igual. Ellos son amantes de la música y fans de lo que hago, ya lo sabes, lo hemos hablado en las entrevistas. Vienen a _juno y me dicen: «¡ya entiendo la electrónica!» (risas). Aquí hay cosas que no le gustan a mi padre: la portada, el vídeo de ‘canción de muerte y salvación’, que ha removido todo…. Hay algo precioso en ellos, de respeto y de preguntarse: «¿por qué nunca supimos esto?». Desde antes de mandarles la primera canción, les dije que si había hecho este disco es porque estaba en un momento en el que lo podía hacer. Que yo hubiera sufrido en mi vida no significaba que ahora estuviera sufriendo, que si lo estaba contando es porque lo necesitaba y porque era bueno para mí. Que no vieran esta canción como el sufrimiento que narra sino como la liberación que supone, como que estaba sana mentalmente, y fuerte para hacerlo. Y mi padre me dijo que menos mal que le había dicho previamente que estaba sana porque obviamente es un palo. Me dijeron que ojalá lo hubiesen sabido para ayudarme. Y yo les dije que bajo ningún concepto se sintieran nunca culpables, porque yo no quería que lo supieran, yo no quería que nadie supiera nada porque me avergonzaba, porque «era mi culpa» y no quería que nadie se enterara de que estaba rota. Me daba vergüenza. Hice un ejercicio brutal para esconderlo, y si no os enterasteis de nada, es porque lo hice bien.
Me lo pregunto a mí misma respecto a mi hijo: es muy difícil ver algo que no esperas que pase y yo creo que nadie espera que eso le pase a su hijo. Es imposible de ver, ni esperándolo. Recuerdo estar con mi novio maltratador, insultándome al teléfono, y nadie a mi alrededor se podía imaginar lo que me estaba diciendo. Yo no alzaba la voz, yo sonreía. Y luego por la noche tenía un ataque de ansiedad, llorando en la cama durante horas. Pero yo en ese momento hacía una disociación: escuchaba las cosas más bestias que me han dicho nunca, mientras sonreía rodeada de amigos o familiares.
¿En qué momento te das cuenta de que has sufrido un maltrato así?
Cuando tengo la siguiente relación, que es buena. Normal. Un chico que cuando le digo que salgo con mis amigas, no me dice qué tengo que ponerme, no me dice a qué hora tengo que volver, no me pregunta qué llevo puesto, no me dice «¿y hay chicos»?. Ni siquiera cuando me pegaba pensaba que estaba mal, sabía que no estaba bien, pero hasta ahí lo justificaba, porque le había llamado «niñato» o porque iba con escote. Justificas todo lo que te pasa. Cuando tengo este otro novio y salgo, me dice: «qué guapa vas, disfruta, pásatelo bien». Y entonces yo es cuando digo: «ah, esto es lo normal». Y ahí es donde caigo.
Durante toda mi relación de maltrato estoy deprimida y no hago ni una canción, pero no soy consciente. No me siento triste. Solo estoy sin vida. Anulada. Soy la nada. No quiero salir, no quiero estar con amigas porque siempre es un problema, me lo ahorro todo, porque mi vida es como estar en una balsa, y en cualquier momento va a caer un tormentón e intento no moverme. Cuando empiezo con otra relación, solo comparando soy capaz de verlo. La libertad solo descubres que te falta cuando la tienes. Ahora se ve muy bien con el toque de queda, que es la vida lógica en una pandemia. Pero cuando se acabe el toque de queda veremos qué es ser libre. Interiorizamos unas normas, en esa cárcel te mueves, y como te puedes mover libremente dentro de tu cárcel, crees que eres libre. Y cuando derribas barreras, ves que había campo.
«La libertad solo descubres que te falta cuando la tienes»
¿Hasta qué punto la religión ha sido para ti un organismo opresor? Está en la imaginería del disco…
No lo ha sido directamente, el párroco que me dio catequesis era maravilloso. Pero cuando era niña, era súper creyente, rezaba 3 Avemarías antes de dormirme a los 7, 8, 9, 10, 11, 12 años. No me podía dormir sin rezar porque pensé que me moría. Ya eso dice mucho de cómo tenía la cabeza. Cada día le pedía a Dios que me dejaran de pasar estas cosas o que me diera fuerza para decirle que no a las personas que me hacían daño. No lo conseguía y seguían pasándome. Al ver día tras día que me pasaban estas cosas y cada vez iba a más, yo entendía que Dios entendía que yo me merecía esto. Dios observaba mi vida y nunca intercedía. Sentía que Dios estaba de acuerdo con eso, entonces era mi culpa. Toda esta carga me viene de la religión. Cuando decía a mis padres que las de mi pandilla no eran mis amigas, nunca me dijeron: «algo habrás hecho». Me intentaron entender, nunca me hicieron sentir culpable. Pero un ser superior sí me estaba diciendo «es que no eres suficiente para el grupo, ni para el que llamáis «el de las tontas», eres tan tonta que ni en las tontas funcionas». Concluyes: «Soy una mierda de persona, obviamente». Entiendo que los textos religiosos tienen interpretaciones positivas y que lo que para mí es, no tiene que ser para otra persona, pero a mí me hizo mucho daño la interpretación que yo hice y se hizo en mi entorno.
¿Crees que hemos avanzado en el acoso escolar? ¿Qué se puede hacer?
No sé. Cuando voy a mi profesor, la única vez en mi vida juvenil que pido ayuda porque ya nadie me habla en el colegio, y unos gemelos más jóvenes que yo, que eran los únicos que me hablaban, empiezan a poner «Zahara puta» por todo el colegio; ya no puedo más. Y el profesor me dice: «tú sabrás con quién te juntas». Vuelve otra vez la carga sobre mí, «porque yo me lo merezco». Yo imagino que ahora no pasa eso. Si un niño o niña dice «me están insultando», lo último que se hace es culpar a la víctima. Pero no sé cómo se hace porque el problema es que todos somos inseguros y a veces lidiamos por exceso o por defecto. El que es agresivo es muy inseguro. No sabría qué hacer como profesora. Cuando llevo a mi hijo al cole, revivo el cole y me da pánico. Entiendo que mi hijo es muy feliz y espero no transmitirle mi pánico, pero no lo paso bien, no me gusta.
«Cada día pedía a Dios que me dejaran de pasar estas cosas. Dios observaba mi vida y nunca intercedía. Yo entendía que Dios entendía que yo me merecía esto»
¿Has tenido alguna reacción de tu pueblo, alguien que se haya dado por aludido?
No. Nadie. He recibido cosas bonitas, mensajes de adultos que estuvieron en mi infancia, amigos de mis padres, gente mayor conmocionada, que me pedían perdón por no haberme podido ayudar. Lo último que pretendo es que aquellos que me dieron el refugio se sientan mal. A una mujer que sale en el vídeo de ‘Dolores’, Esperanza, le he dicho: «tu patio y tu casa eran para mí la felicidad, íbamos a cenar contigo, recuerdo el olor del horno»… Agradezco que me escriban. Pero ningún aludido me ha escrito. Me ha escrito algún amigo joven coetáneo con el que he tenido algún tipo de relación, y esto ha sido bonito también. Pero justamente los que me han escrito no me habían hecho daño (NdE: nos da un poco la risa, por no llorar) Yo cuento todo esto y lo suelto para mí, pero no espero que me llame nadie. Ni lo quiero. No lo necesito. Me da igual. Espero que si lo leen, digan «no tengo que hacer esto en mi vida». Por si siguen. Muchos maltratadores no son conscientes de que son maltratadores. Igual que las víctimas no somos conscientes de que somos víctimas. Ojalá sirva para eso, para cambiar el patrón, pero a mí me da igual que me escriban.
Con toda la carga que hay en este disco, lo que más pena me da es escuchar la frase de ‘MERICHANE’ «he dejado de ser quien había soñado». ¿Es imposible realmente que lo consigas? ¿Qué habías soñado ser?
Lo tengo súper claro (…) ¿Sabes esos vídeos donde hay un vagón, cuando una persona intenta agredir a otra persona, y esa otra persona se levanta y no le deja que le agredan? Yo siempre he querido ser esa persona, siempre he querido tener la fuerza de decir a una persona: «¡no me toques, no lo hagas!». Y gritarlo. Y a día de hoy, si me pasara algo, todavía no sé si sería capaz de hacerlo, yo no sé si estoy en una habitación, si alguien llega e intenta abusar de mí, no sé si sería capaz de pararlo. No está en mí (…) Cuando veía ‘Inocente, Inocente’ y hacían una broma desagradable y alguien se enfadaba… yo siempre habría bajado la cabeza, intentaría ser amable. El día que en Universal me sacaron unos dildos de plástico de Rammstein, yo quería tirarle las pollas a la cabeza: «¡gilipollas, qué haces, que tengo veintipocos años! ¿Llega una tía, a una oficina cerrada y te pones a enseñarle pollas?». Quería arrojárselas. Y lo que dije fue: «jeje». Me sentía desencantada. Yo tenía respeto por esta gente y perdí ese respeto. Si no les gustan las canciones no voy a sufrir, porque vaya panda de gilipollas.
«Muchos maltratadores no son conscientes de que son maltratadores. Igual que las víctimas no somos conscientes de que somos víctimas»
A lo mejor, si no me hubiera pasado nada de esto, yo seguiría siendo una persona que no sabe decir que no. Ahora ya no lo sé, yo solo sé que era muy pequeña y que en el momento en que tuve que decir que no, no lo dije ni la segunda, ni la tercera, ni la vez un millón, eso aplicado a todo. He conseguido en mi faceta profesional rodearme de gente tan clara y tan trasparente que sí he podido ser yo misma. Mi psicóloga me pregunta por qué me cuesta hacerlo en mi vida personal, si en la vida profesional sí he podido. Ese es mi aprendizaje, siempre es más fácil aprender a montar en moto si sabes montar en bici… pero creo que es una moto demasiado grande para mí y que me voy a matar, no me atrevo. Evitas situaciones donde pueda pasarte algo: igual que cuando vas por la calle por el lado de más luz, nunca te quedas en una habitación con un tío porque no sabes si te va a pasar algo. ¿Por qué tengo que tener este miedo toda mi vida? ¿Ni con 37 años, ni con un hijo, ni con este disco?
No busco un final feliz para esta historia, pero hay ciertas frases del disco que asocio a tu pasado, como cuando dices en ‘TAYLOR’ que no crees en el amor.
En las canciones dejo que me salga la víscera. En esa canción siento un desamor brutal hacia todo, hacia mí, porque soy consciente de que no me quiero. Pero las canciones no evolucionan conmigo. Están ahí. En ‘Ramona’ me voy de mi casa y no siento nada, me enfrento a una ruptura grande y mi cuerpo no siente nada. Ahora mismo no haría esa canción así. Le diría a mi ex: «nos llevamos de puta madre, qué buen padre eres». Pero las canciones son la foto de un momento. Cuando hago ‘TAYLOR’ no puedo estar más abajo. Me quiere la gente, que guay, pero siento que lo que estoy mostrando es mentira, mi amor es mentira y os odio a todos. Lo siento como lo único que es cierto. Solo hacer la canción libera mucho y sí que creo en el amor. Aunque el amor es jodido. En el momento en que te enamoras, guay, pero tienes que estar muy despierto para no perderte en lo que el otro espera de ti. Entiendo a mis amigas solteras que no se quieren enamorar (risas) Es un movida. Es bonito pero 5 minutos. Luego hay que lidiar con las expectativas.
Pasando a hablar del sonido del disco, ¿por qué comienzas con una canción dividida en dos, como ‘flotante’?
Es esquizofrénica, un resumen perfecto del disco en 2 minutos y medio, tampoco es que dure 7. Para mí son hasta 3, incluso 4 canciones. Está todo el disco ya ahí: belleza, melodía, agresividad, grito, distorsión, sintes, cuerdas, susurro… De una manera musical y sónica es una introducción. Empieza con la frase resumen «me han enseñado muy bien a intentar ser la mejor y muy poco a saber qué quiero, o si quiero ser la mejor», y es de lo que va todo el disco. Y esta canción acaba con un «perdóname», porque yo no voy a sacar toda la mierda sin decirle a algunas personas que lo siento: «He intentado quererte bien, no he sabido, te he querido de manera egoísta, esperando algo que no era, y no es tu culpa. Te voy a explicar qué me ha pasado». Me dirijo a los hombres buenos de mi vida porque siento que no lo hice bien. Y no es justificarme, sino explicarlo: «Te pido perdón porque ojalá lo hubiese sabido hacer mejor pero era imposible que lo hiciera mejor».
Para mí era narrativamente importante dirigirme a los hombres aludidos, que no me refiero a mi ex marido, aunque hable de mi hijo. Hablo de todos, de relaciones nuevas, porque los convierto en padres porque voy con un hijo, es mi mochila. Y pido perdón. Porque aunque yo diga que me da todo igual, es mentira, lo reconozco en la primera canción. Concibo el total del disco como obra narrativa, más que musical, y ‘flotante’ es una intro, ‘MERICHANE’ es el tráiler y ya viene todo, por orden, hasta ‘Dolores’ que es, no la reconciliación, sino la exaltación de la bondad en la infancia.
Todo eso lo has acompañado de sonidos bastante radicales en producción.
Este disco se compone, produce y graba en confinamiento. Yo tengo una acústica en casa y Martí un Moog, un Juno, el ordenador y el procesador, el «procés» como lo llama él (risas). Yo compongo con guitarra, porque aún soy más rápida que con el piano, pero ‘flotante’ son guitarrazos cabreados, y le digo «aquí está la Fiona (Apple) de piano machacón». Él trabaja con eso para que se parezca sónicamente a lo que tengo en mi cabeza. En ‘MERICHANE’ sustituye mi guitarra, y yo ya veo que esto va adelante. Martí siente que estos son los sonidos del disco, porque igual que yo estoy obsesionada con el metalenguaje, él se crea normas, y lo que descubre o descubrimos juntos es que yo estoy hablando de estar destrozada. Hay una abrasión, una sensación «en tu cara», de que yo no voy a esconder nada, y él empieza a buscar adaptar esto a la música. Hay una saturación en todo el disco, un chorus en mi voz en todo el disco, canto con mucha vibración, hay mucha tensión musicalmente. Cuando podemos llegar al estudio, ya no cambiamos de instrumentos: son los que teníamos en el confinamiento.
«¿Quién va a querer cantar pudiendo rapear?»
Hay momentos de spoken word, casi raps, textos que son diálogos… sobre todo en ‘Ramona’, una canción sobre una señora que también te llama «puta», y en ‘joker’. Hay partes muy poco poéticas.
Lo sé. ‘Ramona’ es la única preconfinamiento, de cuando cambio de casa. Yo estaba haciendo _juno y tengo una idea de lo que va a ser mi disco: quiero que se llame ‘PUTA’ y que hable de las mujeres pero no de mí. Cuando me cambio de casa, me siento vulnerable y escribo todo lo que me sucede. Tal cual, no hay variación entre ese primer texto y lo que es ‘Ramona’. Me había obsesionado con el disco anterior de Kae Tempest, el que trae ‘Europe Is Lost’, y leyendo las letras tenía la sensación de que había cosas que quería hacer pero no me había atrevido. No fue tan buscado «voy a hacer esta canción y voy a recitar», lo que era para mí recitar que ahora no sé lo que es. Y no había melodía para la palabra «lasaña» (risas) Le pedí a Martí un beat y empecé a leer mi texto encima, y todo me fluía. Supero la vergüenza que me da sonar a Antonio Resines en los Goya, porque ya soy una señora mayor y soy presa de prejuicios propios y ajenos, y entonces digo que me los voy a quitar yo. Es liberador quitar la melodía, ahora entiendo a Kendrick Lamar, a La Mala, a Gata Cattana. ¿Quién va a querer cantar pudiendo rapear? Hay algo ahí que no te da la melodía. Tú en la melodía te puedes engorilar, pero no es lo mismo. Cuando digo los «DENTRO», es mi cosa favorita de la vida.
En ‘joker’ percibo algo de ‘Hoy la bestia cena en casa’, pero también está el ‘Cayetano’ de Carolina Durante. Y hay un «putos rojos antisistema» en el que vuelves a hacer canción política.
Sí, me da un poco de pena decir esto porque es como decir «ironía on» en un chiste de Twitter: tener que explicarlo le quita la gracia, pero para mí es la canción más irónica del disco, la de más humor, a pesar de ser de las más jevis.
«Imagínate la chaladura que alcancé de gritarle ya a los vecinos desde mi balcón, porque no podía soportar lo de las caceroladas»
Parece literal, hablas de alguien a quien no vendría mal un abrazo…
Este disco es un viaje de autorreconocimiento y de respeto y ahí intento jugar. De repente alcanzo una superioridad moral: ¿gracias al psicólogo, me pongo a decir a alguien lo que tiene que hacer? Es lo contrario de lo que estoy hablando. Me dirijo a un Cayetano un día que estoy escuchando caceroladas. Un Cayetano como el de Carolina Durante, que ya es como un símbolo. Es un estereotipo, no estás refiriéndote a nadie en concreto sino a una imagen, y eso es más potente que jugar con nombres políticos. La canción no va tanto de políticos sino de esa actitud de ponerte a golpear cacerolas desde las 9 a las 10 de la noche con un hospital al lado, como pasó en mi barrio. Yo estaba en mi casa y me estaba cabreando de escuchar a una persona cabreada. Entonces me digo: «si tan zen te has vuelto, cada uno tiene derecho a expresarse como quiera». Pero lo que me salía era decir: «¿!!pero tío, qué te pasa!!?». Si yo estoy cabreada porque no me quiero, este tío que está cabreado con todo el mundo, no se quiere nada. Yo le gritaba literalmente desde mi balcón: «voy a tu casa y te abrazo, tío, ¡pero quiérete!» (risas) No me oía porque estaba muy lejos, pero imagínate la chaladura que alcancé de gritarle ya a los vecinos desde mi balcón, porque no podía soportar lo de las cacerolas. Muy gracioso hacer la canción de ese momento: he tenido una vida de mierda y no he intentado cargarme a todos los hombres que han venido después… tío, pues tú mírate lo tuyo (risas).
«Berlín» podría ser una canción que queda más descolgada del concepto, ¿no?
Puede ser, pero la compongo aposta para precisamente aliviar la carga que tiene el disco, porque si no, cuando llego a ‘sansa’ no soy capaz de seguir escuchando. Es la canción más calculada, en la que más conscientemente he trabajado como funcionaria en lugar de como artista. De ponerme con ella y escuchar Dua Lipa, Georgia, Lorde, Robyn… con esta cosa de la letra de llorar porque se acaba todo. Entiendo que es necesaria para sostener el disco. Es verdad que está más suelta pero es esa cosa que yo tengo de «te cuento esto pero te bailo». Lo necesito todo. Y no es que «si no pongo «Berlín», la gente se va a morir». No: si no pongo Berlín, me voy a morir yo. Me encantó vuestra crítica, la que hizo tu compañero. Es deliberado lo de matar el tecno y que predomine el pop, porque por encima de Jon Hopkins estaba Dua Lipa, pero en directo será al revés y es 20 minutos de tralla: hemos matado a Dua Lipa.
El disco se cierra con una copla que ya has explicado que va para tus abuelas y las mujeres que te han ayudado. Te quiero preguntar más bien por el género, porque tú eres andaluza, se nos había olvidado un poco, y es tu primera incursión en este género. ¿Seguirás en el camino, ahora que tanto se lleva bucear entre nuestras raíces?
Surge de una conversación con Martí sobre hacer un disco de coplas porque mi abuela me cantaba copla y me parecía un género poco entendido y que se merece más respeto. Empiezo a engorilarme hablando de copla y Martí me dice que haga una copla. Yo no le veo sentido a cantar en este disco ‘Ojos verdes’, pero me dice: «no, que escribas tú una copla». Soy yo misma contando la historia de la copla con frases tradicionales de copla, pero sustituyendo «copla» por «mujer» parece la historia de una mujer que parece que es libre, pero se le dice que tiene que quedarse en su casa… Cuando la compongo, Martí no tiene ni idea de copla, no ha escuchado copla en su vida, pero eso es maravilloso. Yo hago una copla lo más coplera que yo sepa hacer, con sus cambios armónicos, sus tensiones musicales y cantarlo lo más coplera que pueda dentro de que yo hago pop… y él se hace su propia idea de lo que tiene que ser una copla: lo imagina con voces antiguas, orquestas, mezclando cosas del pasado, del futuro, las pasa por una cinta, grabo una armonía como ‘Because’ de los Beatles, salvando las distancias (risas), las armonías pasan por un cassette que se desafina… Me fascina porque es la canción más compleja a nivel creativo. Es mi Sagrada Familia, sale de escuchar con atención muchas coplas, leer muchas coplas, y qué bonito es no haber hecho una canción de mí pero que hable de mí. Me gusta este camino. No sé qué pasará. Tengo pendiente hacer este disco de coplas algún día, pero no sé.
«‘Dolores’ es la canción más compleja a nivel creativo. Es mi Sagrada Familia»
Este disco es un reencuentro con cosas dolorosas, pero es fascinante que luego tienes la sangre fría, el talento o el sentido como conceptualista de aunarlo a nivel narrativo, producción… además con una canción llamada ‘Taylor’ con lo que se le ha criticado a Taylor Swift ser calculadora, algo muy mal visto siendo mujer… Tienes muy claro el principio, el final, el desarrollo, lo que quiere decir. ¿Cómo lo haces?
Lo he acabado descubriendo hablando de este disco. Es mi personalidad. Con mi psicóloga siempre he intentado encontrar un equilibrio. Soy muy ordenada, o muy desordenada. O como muchísimo, o como poquísimo. O estoy con mi hijo días o escribo un montón de canciones seguidas. Euforia o letargo. Voy pasando de una cosa a otra y en el medio estoy muy poco tiempo. En este disco se plasma mi personalidad. Por un lado están los textos más viscerales con menos pudor de mi vida. A nivel musical, hay una búsqueda intuitiva de a ver dónde voy, pero con una estructura que observo. Al principio no entendía cómo era posible, pero a mi alrededor las personas se sorprenden de esa frialdad: «¿cómo tienes esto en tu cabeza?». Es el reflejo del resto de cosas de mi vida. De un control minucioso de todo. Y el directo que viene lo he llevado al siguiente nivel. Es un trabajo de orfebrería.