La etiqueta post-punk se queda muy corta para hablar de Squid. Por algo publican su debut largo ‘Bright Green Field’ en un sello como WARP, que ha sido el ilustre hogar de gente como Flying Lotus o Aphex Twin. ¿Qué otras bandas han formado parte alguna vez de esta prestigiosa casa discográfica? Battles, Grizzly Bear, Boards of Canada… Eso ya nos da una idea de que Squid van a ofrecernos algo extra.
El quinteto de Brighton lleva hablando un par de años, desde que publicara el EP ‘Town Center’, de la frustración que les produce verse asociados con el movimiento post-punk, pues para ellos implica un tipo de música que procede de los 70, década con la que, como veinteañeros, no tienen «ninguna conexión». Nombres como Gang of Four y los ambiciosos Talking Heads que alternaban el rock con la música de baile y la experimentación resultan en cualquier caso adecuados para identificar su música en principio, recordando igualmente al revival de todo esto que ya vivimos a principios del siglo XXI. Eran los tiempos en que se hablaba con fruición de The Rapture, !!!, Radio 4… y LCD Soundsystem fueron quienes se lo llevaron calentito.
¿Qué aportan Squid casi dos décadas después? En primer lugar, ellos no buscan el hit rompepistas como los autores de ‘Losing My Edge’ ni los de ‘House of Jealous Lovers’. Lo suyo no ha sido la cultura de club por mucho que algunas de sus canciones de 7 minutos desemboquen en el delirio como sucede con ‘Paddling’, que comienza como una canción electrónica que se va acelerando en busca de la catarsis; con el single ‘Narrator’; o con la composición que siempre supo que iba a cerrar este álbum, ‘Pamphlets’. Escucharlas es adivinar exactamente qué sucederá con ellas en sus próximos conciertos, que son cosas no tan diferentes a las que hemos experimentado con gente como los mejores Franz Ferdinand, los mejores Bloc Party y los mejores Foals.
Pero muchas otras cosas pasan en estos 50 minutos y muchas miran más hacia dentro que hacia los festis. Un nuevo álbum se abre especialmente cuando suena la parte drone de ‘Boy Racers’, grabada con un instrumento medieval; y luego con una canción como ‘Documentary Filmmaker’, inspirada en Steve Reich y una de las que cuenta con Emma-Jean Thackray como invitada a la trompeta. Junto al trombón de Charlie Keen y saxo de Lewis Evans de Black Country New Road
dan forma a un disco más desolado y jazzy, a lo que contribuyen las ambiciones líricas de Squid. Es su segunda gran aportación. Los textos pueden parecer muy sencillos, y así «no me obligues a entrar, me estás obligando a entrar» es el contagioso «estribillo» de ‘Paddling’, mientras en ‘Documentary Filmmaker’ escuchamos frases tan bobas como «hace calor en verano y nieva en febrero» y «los huevos son más baratos siempre después de Pascua». Pero siempre con grandes referencias literarias detrás.‘La isla de cemento’ de J.G. Ballard ha servido de inspiración para la primera canción del disco -tras una intro-, ‘G.S.K.’, que recibe su nombre del edificio de una farmacéutica con que la banda suele topar en sus viajes en autobús de Brighton a Londres. ‘El viento en los sauces’ de Kenneth Grahame es el germen de ‘Paddling’. La novela ‘Hielo’ de Anna Kavan es el fondo de ‘Peel St’, que reflexiona sobre la libertad precisamente apelando a la autora del libro de los años 60 («Oh, Anna, siempre me han dicho qué tengo que hacer, pero ahora que soy libre, no hay guardián persiguiéndome»). ‘Global Groove’ se inspira en una exposición del videoartista Nam June Paik en la Tate Modern, y por eso en un momento dado se pone a gritar algo sobre ver «guerras en televisión» o tu «sitcom favorita», indistintamente. Y también hija del mundo audiovisual, ‘Documentary Filmmaker’, se inspira en un documental sobre la problemática de la anorexia y los mitos en torno a ella. Entre todas las canciones con fondo y con mensaje, es ‘Narrator’ la más lograda, incluso desde un punto de vista teatral. Una canción sobre cómo los hombres han construido su propio relato social sobre lo que han de representar las mujeres en sus vidas, que cuenta con la contundente respuesta de Martha Skye Murphy, a grito pelado.
«No creemos que la gente nos tome tan en serio como para creer que somos pretenciosos» es el gran titular que han dejado Squid en el NME, pero no ha sido por falta de intentos ni de explicaciones «canción por canción» de corte kilométrico en Stereogum. Squid tienen un discurso rico, muy bien amasado junto al productor Dan Carey, una persona válida lo mismo para Black Midi que para Kae Tempest que para Fontaines D.C.; con sus opciones entre los seguidores de estos últimos y también incluso de Radiohead, a quienes recuerdan y mucho en los punteos de ‘2010’ o ‘Pamphlets’.