Twenty One Pilots nos han entregado estos días ‘Scaled and Icy’, uno de los discos más desconcertantes del año, para bien o para mal. Para bien, porque cuando el álbum comienza con ‘Good Day’, no sabes lo que está sucediendo. ¿Twenty One Pilots sonando a la década de los 70 por la vía de Elton John? ¿Acaso es ‘Scaled and Icy’ un musical como esos tan locos que trabajan Foxygen o The Lemon Twigs? Para mal, porque después el disco no es eso. Enseguida suena ‘Choker’, con una electrónica luminosa que hace pensar más bien en Mika, antes de evolucionar hacia el rap, para después ir sumando los géneros habituales que trabajan Tyler Joseph y Josh Dun. Para cuando llegan al final ‘No Chances’ y ‘Redecorate’, ya solo queda una palabra con la definir todo esto: pastiche.
La voluntad del largo ha sido constituir el álbum más optimista de la carrera de Twenty One Pilots, un grupo que ha tratado con un éxito absolutamente monstruoso temas tan espinosos como la depresión. ‘Scaled and Icy’ es el reverso de ‘Trench‘ hasta el punto de que su título es un anagrama de ‘Clancy Is Dead’, una referencia al personaje protagonista del disco anterior. Escrito y grabado en remoto durante el año 2020, el álbum del dúo pretende darnos el mensaje positivo que todos necesitamos después de tantísimos meses de aislamiento. El problema no es que hacer canciones alegres sea difícil o el resultado sea almibarado. El problema de Twenty One Pilots es que al bajarse al mundo de los grupos coloridos han dejado ver todas sus costuras como creadores.
El grupo no sabe aportar gran cosa a grupos muchísimo menos populares que ellos, como Two Door Cinema Club, los últimos Paramore o Phoenix, a los que fusilan sin ningún tipo de reparo en el single ‘Shy Away’. ¿Es una canción graciosa? Por supuesto. ¿Es lo que esperábamos de uno de los grupos más populares del mundo ahora mismo? Se les podía exigir un poquito más por los medios que tienen, comenzando por Greg Kurstin, que se pasa para nada por otro de los singles, ‘Saturday’. Entendiendo por «nada» un tema que podría haberse clasificado para la final de Eurovisión, presentado por Grecia… o haberse quedado en una semifinal de Melodifestivalen. ¿Qué decir de cosas como ‘Bounce Man’? ¿Te gustará si crees que ‘Fantastic Shine‘ es la mejor canción de Love of Lesbian?
A pesar de eso, el disco se podría disfrutar de alguna manera como lo que pretende ser: un álbum medio disfrutón de pop, a lo que contribuye la simpática ‘Mulberry Street’, sobre su primer viaje fuera de Ohio, a Nueva York, y en concreto a Little Italy, barrio por cierto de David Bowie; o canciones tan tontas como ‘Formidable’, guiada por un buen riff de guitarra eléctrica. En algún lugar de ‘Scaled and Icy’ está ese disco agradable, colorido, variado y kitsch, no tan alejado de la versatilidad de The 1975, solo que con menos autoparodia y más afectación. Lo que sucede es que igual que a veces se pasan de frenada en el camino del color, otras terminan tendiendo a lo grave. En ‘The Outside’ critican la monotonía del mainstream. En la muy Dandy Warhols ‘Never Take It’ cuestionan los medios de comunicación. Al final parece que les puede la pompa, rematando el álbum finalmente con dos canciones intensas de las suyas, como sobrantes de eras anteriores.