Un año antes de ‘Space Oddity’, Los Pekenikes crearon su obra maestra psicodélico-espacial

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Un año antes de ‘Space Oddity’, Los Pekenikes crearon su obra maestra psicodélico-espacial

Los Pekenikes son un nombre esencial en la historia del pop español, especialmente por sus éxitos con instrumentales como ‘Los cuatro muleros’ o ‘Hilo de seda’, aunque por sus filas pasaron cantantes de manera efímera, incluyendo personajes tan importantes como Antonio Morales ‘Junior’ o Juan Pardo. Sin embargo, sería uno de los instrumentistas de la banda -Félix Arribas, batería- quien pondría voz a su mayor éxito cantado, la sublime ‘Cerca de las Estrellas’.

La evolución del grupo madrileño desde sus comienzos en 1961 es sumamente interesante, y corre en paralelo a las modas sonoras de cada momento de la década: fuerte influencia de los Shadows y el sonido beat en los primeros años, que se va abriendo hacia mediados de la década a influjos del soul instrumental de bandas como Booker T & The MGs o el sonido del pop sofisticado americano del sello A&M. Un elemento esencial en esta evolución hacia la sofisticación la tuvo el productor Rafael Trabucchelli, el gran arquitecto -junto al arreglista Waldo de los Ríos- del célebre Sonido Torrelaguna, desde los legendarios (y desaparecidos) estudios madrileños del sello Hispavox. En su elegida senda como combo instrumental, la cantidad de ideas imaginativas e instrumentaciones inusuales (desde lo exótico a lo clásico) con las que Waldo y Trabucchelli vistieron las composiciones de Los Pekenikes desde que empezaron a hacerse cargo juntos de sus producciones en 1965 es realmente espectacular: cuando el sonido de base rock/garage no era suficiente, se recurría a exuberantes orquestaciones estilo MOR americano, arreglos de metales a lo Tijuana Brass, aires de música clásica española, y hasta ocasionales toques orientales.

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Todo este arsenal de recursos acercaba también los mejores momentos de sus dos primeros LPs a otro interesante territorio muy en boga por entonces, el del pop barroco anglosajón. Sin embargo la llegada de la psicodelia en 1966 y su popularización en 1967 tardaría un poco más en notarse en su discografía: ocurriría con la gestación durante 1968 de su tercer álbum, ‘Alarma’, el mismo año de explosión definitiva que en casi todo el pop mainstream la Europa continental.

Las producciones de Hispavox se caracterizaron siempre por su calidad de nivel mundial, conseguida gracias a lo bien diseñados y construidos que estaban el Estudio I y II del sello (el estudio II tenía capacidad para una orquesta sinfónica completa) y a lo avanzado de sus equipos de grabación. Pero desde 1967 la cosa había mejorado todavía más: los estudios contaban con la primera mesa Neve de 48 canales del país y una grabadora Lyrec de 12 pistas que abría enormes posibilidades. Este nuevo avance tecnológico permitió soñar más ambiciosamente en algunas de las piezas que formarían ‘Alarma’.

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Así pues cuando Alfonso Sáinz (miembro fundador de Los Pekenikes junto a su hermano Lucas) trajo una nueva composición titulada ‘Cerca de las estrellas’ -inspirada como tantas otras piezas de pop de la época en la carrera espacial- las condiciones técnicas para crear lo que se convertiría en una pequeña obra maestra de la psicodelia española estaban ya al alcance. Félix Arribas, su batería, nos cuenta parte de la gestación: “en el estudio solíamos trabajar estrechamente con el ingeniero de sonido Mike Llewellyn-Jones, pero para entonces le había sustituido otro ingeniero más joven, un inglés de nombre Alan. Con él nos entendíamos mejor porque era más de nuestra generación. Para ‘Cerca de las estrellas’ queríamos un efecto de voz así tipo flanger, o phaser, pero entonces no había de nada, no existían esos efectos. Alan construyó un aparato allí mismo, en el estudio, con los pocos medios que tenía, para recrear ese efecto. Lo usamos también en la canción ‘Nostalgia’, ahí se percibe más claramente”. El arreglo de batería de Félix en la canción es también esencial: un peculiar ritmo con cencerro y chaston en las estrofas, que explota con fabulosos redobles a un ritmo casi breakbeat en los estribillos, ayudado de sus singularísimo doble bombo (fue el primer baterista español en utilizarlo, inspirado por Bobby Clark en un concierto de Vince Taylor en Torremolinos años atrás).

Pero antes de ningún ritmo, la canción comienza de forma totalmente mágica, con un hipnótico arpegio de guitarra y solo octavado de Tony Obrador, recién llegado por aquel entonces a la banda para sustituir a Lucas Sáinz, que acababa de ser llamado a filas (ese problema endémico del pop español de los 60 hasta los 80). Y durante el arpegio, a modo de puntuación métrica sonora, una nota que se repite a cada compás, mecánicamente, casi como un pulso electrónico. Félix Arribas nos confirma que es un armónico de guitarra (!) tocado repetidamente… “como el sonido del sónar de un submarino”. Durante años me he preguntado si habría alguna relación con esa otra nota de guitarra repetitiva, la de ‘Contact’ de Serge Gainsbourg para Brigitte Bardot, grabada el mismo año, también de temática espacial y con experimentos sonoros de alguna manera similares, pero parece que fue más bien una típica coincidencia, algo que flotaba en el aire en la época y ambas producciones recogieron. Félix nos confirma que por su parte no hubo ningún tipo de inspiración.

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Cuando el solo concluye su melodía, le responde una sensacional sección de vientos sobre la que Arribas nos da un dato fascinante: el arreglo no lo hizo Waldo de los Ríos, que no participó en esta canción en particular, sino el propio grupo, en concreto del recién llegado Tony Obrador, a quien se le ocurrió esa sensacional respuesta melódica con los metales. Tras esa intro atmosférica, totalmente fabulosa, entra al fin la voz de Félix cantando suave, distinto, con un estilo muy inusual para la época, revistiendo ese “buscaré otro mundo lejos del sol / en las estrellas” de un algo hipnótico y muy delicado.

Los elementos de rock ácido se suceden: llega el primer solo con espectacular fuzz, y después de la siguiente parte vocal, un interesantísimo puente de arpegios y voces confundidos en una bruma lisérgica, emborronados con un sonido de drone, tan característico de la psicodelia de influencia india implantada por los Beatles, que a falta de otros medios se grabó con una armónica:

Los últimos compases de ‘Cercas de las Estrellas’ los cierra otro increíble solo de guitarra con fuzz, del brillante Tony Obrador, un elemento solista cuya furia contrasta con las delicadas partes vocales antes mencionadas. Como anécdota, Félix recuerda cómo se decidió que él la cantase: “Es cojonudo, porque la canción la llevamos preparada al estudio pero no se había decidido quién la cantaría. En los ensayos yo la cantaba para mí… porque yo con mi anterior grupo los Silver’s ya cantaba. El caso es que Trabucchelli montó una especie de casting para que cada un cantáramos unos pocos versos, Alfonso, Ignacio, Tony… después de pasar todos dijo ‘me quedo con Félix’”.

El disco se lanzó en 1968 con gran éxito, envuelto en una bonita portada que muestra una cápsula del Proyecto Gemini, una foto que para poder ser utilizada, nos comenta Arribas, “Hispavox tuvo que pedir permiso a la NASA, y todo”.

En ese canon de canciones inspiradas por la conquista del espacio, en una horquilla que comienza quizá con ‘Telstar’ de los Tornados (1962) y llega a su apogeo con ‘Space Oddity’ en 1969, es fascinante comprobar que un año antes, 1968, Los Pekenikes crearan esta pieza magistral, en mi opinión la cumbre del Sonido Torrelaguna. Su apreciación décadas después no ha hecho más que aumentar, y destaca una formidable versión del sueco Ebbot Lundberg & The Indigo Children en 2016, reconvertida al inglés como ‘Falling from Heaven’, y dedicada a la memoria de Alfonso Sáinz, fallecido en 2014.

‘Cerca de las estrellas’ suena en el episodio #382 de Popcasting, el podcast de Jaime Cristóbal, disponible en este enlace.

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