Música

Tyler, the Creator / CALL ME IF YOU GET LOST

Tyler Okonma nos ha tenido tan bien acostumbrados en sus últimos discos, que este ‘CALL ME IF YOU GET LOST’ me ha pillado un tanto fuera de juego. La brillantez de ‘IGOR‘ o ‘Flower Boy’ aquí se muestra un tanto esquiva. Ojo, no porque no esté, sino porque cuesta dar con ella a la primera. La construcción del disco hace que, en las primeras escuchas, este se escurra como el agua. La impresión es que sus canciones se suceden cual suite, escuetas y concatenadas, como si formaran una única pieza. Así al menos las seis primeras, que apenas superan los dos minutos cada una. Su brevedad hace que cueste asirlas, porque apenas estás entrando en una, ya saltas a la siguiente. Este arranque, que te arrasa como un alud, hace que la escucha no acabe de fijar la atención, al menos en sus estadios iniciales, lo que obliga a hacer un pequeño esfuerzo de concentración, para que lo global, el sonido del disco, no arrastre lo particular, las canciones.

No hay aquí una línea argumental tan definida como en ‘IGOR’, pero sí un eje vertebrador. Y su manera de fluir tiene un algo del ‘When I Get Home‘ de Solange. El disco está narrado y salpicado desde el principio por la voz en grito de DJ Drama, que ejerce de maestro de ceremonias y llena todo el disco con sus arengas, co sus «Call me if you get lost!» y otras frases, que pueden llega a resultar molestas, de tan reiterativas (y de aparecer en el momento menos adecuado). Pero DJ Drama no está aquí de manera gratuita. Si hacemos caso a Genius, este disco es un homenaje a las mixtapes de Gangsta Grillz de los dosmiles, de las que DJ Drama era productor y promotor. Más pistas: el título del disco viene de la curiosa manera en que Tyler lo presentó. Sorpresivamente, apareció una marquesina publicitaria en Los Ángeles en junio, con un número de teléfono. Al llamar, se escuchaban buzones de voz con fragmentos de los diferentes temas. Definitivamente, más tardo-noventera no podía resultar la cosa…

Pero que nadie espere un producto dosmilero. Aunque sí lleno de nostalgia, de sonidos funk, retros y flautas cortesía de Fabián Chávez. Tyler -que aquí se presenta como Tyler Baudelaire (aunque no sé con qué clase de relación con el poeta francés), esta vez canta menos, rapea más. ‘SIR BAUDELAIRE’, el primer track, recuerda al ‘BLOOD.’ con el que abría el ‘DAMN.‘ de Kendrick Lamar; como esta, es una puerta de entrada la mar de sugerente. El fraseo ahumado de Tyler, más soul que nunca, se asienta sobre una base también de corte vintage sensual, robada descaradamente al tema ‘Michael Irvin‘ de Westside Gunn. Su letra referencia lugares, viajes (ese pasaporte «lleno de sellos»), no se sabe si externos o interiores. Pero la untuosidad enseguida se torna en brutalidad en ‘CORSO’, un tema que duda entre lo acogedor (los rastros de dulzura, los versos gritados por DJ Drama) y lo amenazante que suena el propio Tyler, basculando entre el despecho y la chulería («In the end, she picked him, I hope when they fuckin’, She still thinkin’ of me ‘cause I’m that perfect»). De hecho, esta oscilación entre la ostentación del estatus del rapero, con el viajar como máximo exponente (y Suiza como epítome del lujo), con cierta inseguridad y resentimiento sentimental, parecen ser la base conceptual del álbum.

Las bases, en la misma tesitura, operan sin descanso en ‘LEMONHEAD’. Pero a la mitad ya se sosiega y salta la dulzura r&b noventera y elegante de ‘WUSAYANAME’, junto con Ty Dolla $ign y YoungBoy Never Broke Again. Una tonada de estribillo arrebatador y de apenas dos minutos de duración, en que Tyler parece parodiarse a sí mismo como el típico acosador de luxe, que farda de snob y pijo para llevarse a la chica («Let’s go to Cannes and watch a couple indie movies that you never heard of»). De ahí pasa a ‘LUMBERJACK‘, otra pieza de aparente dureza musical, pero con Tyler apesadumbrado, tenue, para volver nuevamente a los aires de jazz y r&b setentas sedosos en ‘HOT WIND BLOWS’, con Lil Wayne, en la que la tensión la genera ese contraste entre la voz sampleada proveniente de un pasado lejano (el ‘Slow Hot Wind’ de Penny Goodwin de 1974), el fraseo algo más duro de Tyler y la presencia estelar de Lil Wayne.

‘MASSA’ rompe la inercia. A partir de aquí, las canciones cogen carrerilla y toman cuerpo. ‘MASSA’ es la primera pieza que supera los tres minutos y medio, donde se equilibra la vena más retro con el fraseo más contundente, en una canción que se mueve sensual, (aunque los gritos de DJ Drama empañan un poco), mientras Tyler se va acrecentando, enronquece, en contraste con la sedosidad, esas líneas de teclado elegantísimas. Pero frena de manera abrupta para dar paso a ‘RUNITUP’, en el que las trompetas sintetizadas y las bases que juegan a ser de vieja escuela encuadran un par de estribillos estupendos: Tyler, distorsionado canta «Bitch, I’m runnin'», las voces replican «We gon’ run it up!», equilibran lo hermoso de la base, con el entusiasmo, la reivindicación, lo ufano que se muestra Tyler, que pasa a la amenaza en ‘MANIFESTO’, el tema que más cerca lo muestra a terrenos de Kendrick Lamar. Sobre una base creada sobre voces ululantes, el discurso de Tyler sube, amedrenta.

Y aquí se produce otra de las rupturas del ritmo del álbum. Pasamos de las piezas breves, luego a las de duración estándar, hasta rematar en una que llega casi a los diez minutos, ‘SWEET / I THOUGHT YOU WANTED TO DANCE’ es la primera en que Tyler se anima a cantar casi al completo, y nos devuelve al r&b, a Prince, al jazz elegante, pero también a un adictivo poso pop de su pizpireta línea de teclado. Tyler se reparte los versos con Brent Faiyaz, de timbre meloso. Hay deliciosas irrupciones bossa nova, reggae; podría pasar por un tema de los setenta si no se colara, una vez más (argh) la voz de DJ Drama, y alcanza altas cotas de emoción a la lovers rock jamaicanoa con la irrupción de la voz rasgada de Fana Hues, primero replicando a los «So, what makes you think I’m not in love?» y luego cantando toda una estrofa. Y acaba Tyler rapeando todos cantando, la voz de ella sola. Una virguería que, a pesar de su duración, pasa en un suspiro. Quizás por eso descoloca y resulta hasta innecesario el interludio ‘MOMMA TALK’ (que es eso, literalmente), pero se recupera en ‘RISE!’, con la voz de DAISY WORLD y otro estupendo estribillo… para soltarte una colleja en ‘JUGGERNAUT’, la pieza más dura y metálica del disco, con la participación de Lil Uzi Vert y Pharrell Williams.

Y entonces llega el tour de force del disco, ‘WILSHIRE’. Más de ocho minutos y medio. grabado de una sola toma, de Tyler a corazón abierto, en el que la voz de Tyler, su arte de rapsoda alcanza quizás una de sus más altas cimas en una letra sobre amor, desamor y puyitas, con ese tono entre impávido, de vuelta de todo, y vulnerable, sobre una base de cadencioso r&b y sutiles ecos de coros, a corazón abierto. Cómo suelta hacia el final, con su voz ahumada, ese compungido pero contenido «I’m a shit, I’m a bad person, like, I’m in the wrong, I’m a bad person». Pero, ay, se corta abruptamente, cuando podría haber durado quince minutos minutos más sin problemas. Ahí lo habríamos estado jaleando.

No hay duda de que ‘CALL ME IF YOU GET LOST’ es un gran disco. El único pero que se le puede poner es que sus canciones parecen funcionar mejor si las desconectas entre ellas, si te concentras en ellas a título individual, que cuando haces la escucha seguida del álbum, ya que a ratos su cadencia hace que desconectes. Y todo el hilo conductor de DJ Drama, más que dar continuidad, emborrona las canciones.

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Publicado por
Mireia Pería