El éxito casi sin precedentes de Måneskin es de los que provocan que los ejecutivos de la industria discográfica se den cabezazos contra la pared. Ha tenido que llegar un grupo de italianos, sin la ayuda de productores tipo James Ford, Danger Mouse, Rick Rubin o Jacknife Lee, a contarnos que el mercado internacional necesitaba un grupo de rock en un mercado saturado de solistas, reggaetón y featurings y más featurings. El pelotazo de Måneskin ha llegado desde Europa a Estados Unidos, donde su vieja versión de ‘Beggin» ya es top 50, y puede cambiar el curso de Eurovisión: pinta a que el festival, que de hecho va a ser replicado en breve en una versión americana, dejará atrás para siempre su imagen más freak para volver a representar un trampolín para artistas en un mundo globalizado.
Mientras los grupos que han marcado la carrera de Måneskin, de manera muy visible Arctic Monkeys y Red Hot Chili Peppers, se pierden en lanzamientos más experimentales, pequeños abandonos, grandes ausencias de incluso lustros o pasos más arriesgados que renueven su discurso o al menos lo intenten; el cuarteto liderado por Damiano David ofrece al público esa frescura que, salvo excepciones, sólo se ve en un primer o en un segundo disco.
En ‘Teatro d’ira Vol. I’ esquivan con garra y concisión los que puedan ser sus mayores peros: la fidelidad a sus referentes, a los que no se han propuesto cambiar ni una coma, y cierta sensación de pose extrema que produjo que los encantos de cosas como The Darkness duraran menos que un pitillo. Pero la cantidad de dianas contenida en este segundo álbum se está traduciendo en éxito de manera muy merecida. Es así de compacto. Tenemos la canción ganadora en el citado certamen, aunque ya casi nos habíamos olvidado de que es ‘ZITTI E BUONI’, con su segunda estrofa agitada, casi rapeada, ciertamente reminiscente de Anthony Kiedis, a medio camino entre una Sofia Loren enfadadísima y chillona, y una Courtney Love dando patadas a todo sobre el escenario. Y después, ese puente en el que denuncian que la gente hable siempre sin saber. Actitud no le falta.
Tenemos por supuesto el que está siendo en realidad el tema más popular de este álbum, un ‘I WANNA BE YOUR SLAVE’ en inglés y directo al grano en sus 3 minutos escasos de duración. Está también la gran acogida que ha tenido ‘CORALINE’, una grabación más larga y ambiciosa, con su desarrollo y su historia de dedicación a una «pequeña chica que no encuentra su lugar en el mundo».
¿Qué sucede en el resto del álbum? Que aparte del cierre con la predecible balada, de nuevo muy Alex Turner, topamos con crescendos y menciones a Frida Kahlo (‘LIVIDI SUI GOMITI’); ‘IN NOME DEL PADRE’ se alza contra aquellas cosas que oprimen nuestra libertad explotando esa vena más rapeada que tiene Damiano, sin abandonar el delirio guitarrero; que ‘LA PAURA DEL BUIO’ tiene una “outro” estupenda y ‘FOR YOUR LOVE’ un atractivo puente que parece un homenaje a Siouxsie & The Banshees… Que no, que Måneskin no han revolucionado el rock como otros pioneros, pero que la crítica no debería ignorar este fenómeno que muy obviamente forma parte de la historia musical de 2021 desde hace ya demasiadas semanas.