Lorde llega este viernes al lanzamiento de su tercer disco, ‘Solar Power’, con algún que otro problema de márketing. La proclama de Bowie de que representaría la «música del futuro» y la calidad de ‘Melodrama‘, el mejor disco de su año, ya eran losas demasiado pesadas. Y a ellas hay que sumar una serie de cartas para sus fans sobre la riqueza y la fama totalmente ajenas al vulgo, un single principal que recordaba demasiado a Primal Scream y a George Michael, un segundo de corte lanesco y experimental… y ahora esto.
‘Mood Ring’ es una composición de melodía agradable que, como indican en nuestros foros, consolida la reinvención del sonido Lorde: hay esperanza para el álbum, porque bien unificado en el plano sónico desde luego va a estar. Lo demás va a ser complicado.
Ella misma indica que para este disco se ha empapado de la cultura hippie de los 60 para reflexionar sobre la cultura del bienestar actual, especificando que su aproximación es una «sátira». Por tanto, averiguamos que frases como «Pluto in Scorpio generation / Ladies, begin your sun salutations / Transcendental in your meditations» están escritas desde la ironía, como la ceremonia que se monta con sus amigas en el videoclip. El problema es que el mensaje no es tan claro cuando sus seguidores inundan las redes de comentarios tipo «qué bonito» o «qué hermoso», cuando Lorde parece estar riéndose de cosas como aquellos anillos mágicos que se regalaban en la prensa adolescente tipo Superpop, consumida mayoritariamente por público femenino. Por eso, quizá, sólo mujeres aparecen en su videoclip.
Todo esto no es tan diferente de lo que criticaba su primer éxito ‘Royals’, pero la melodía y el tipo de arreglos no contribuyen. Todo lo contrario, suman al despiste. La belleza y calidez de ‘Mood Ring’ están más cerca de ‘Torn’ de Natalie Imbruglia y ‘No Scrubs’ de TLC. Los años 2000 son específicamente citados en el texto aunque estamos hablando realmente de finales de los 90. Nada parece indicar que todo esto sea irónico cuando Lorde se hace un autocoro para apelar a la «LUZ» y al «AMOR» por uno de los auriculares o altavoces. Al menos en el contexto histórico actual. ¿Merece la pena referirse a tales conceptos, a modo de sátira, con la que está cayendo en el mundo? ¿A qué nos agarramos, si no es al amor, y a la esperanza?
Hace unos días topé con ‘Thank U’ de Alanis Morissette en Kiss.FM en un viaje. Nadie en el coche sugirió cambiar de dial o resopló. Nunca fue mi canción favorita del segundo álbum internacional de la cantante, y nunca fue una buena idea como «comeback». Pero con todo lo «cheesy» y ridiculizable que pudiera resultar su llamada a la espiritualidad, al menos comprendí instantáneamente en 1998 lo que Alanis me quería contar con melodía y letra, y de alguna manera me sigue funcionando en un momento melancólico o bajo. No sé si podremos decir lo mismo de esta canción en 2045.