Después de haberse alejado del terror con la franquicia ‘Fast and Furious’ y más tarde con ‘Aquaman’, James Wan –que entre ambas dirigió la segunda parte de ‘Expediente Warren’- regresa a su género predilecto con un guion original en el que una mujer que sufre visiones de horribles asesinatos se da cuenta de que no son producto de su imaginación sino una realidad espeluznante.
Wan se deja influir por las atmósferas juguetonas y violentas propias del giallo y de los thrillers de Brian De Palma, pero su admiración por ellas nunca se traslada a la pantalla con la pasión adecuada. El director, que normalmente imprime en todas sus películas su estilo personal aquí parece estar continuamente buscando una manera de hacer que la propuesta se sostenga por algún lado, renunciando a cualquier solidez narrativa o visual. Desde el principio sorprende por su desganada puesta en escena, que simplemente utiliza la violencia como un recurso para camuflar su falta de ideas a través de la búsqueda del impacto fácil y vacuo en lugar de recurrir a ella para construir algo interesante.
La película resulta durante la mayor parte de su metraje un pastiche aburrido y confuso que no decide hacia donde ir hasta prácticamente el último acto, donde se presenta como un ejercicio de cine de género desatado que pretende ser tan alocado y sangriento como divertido, pero que a lo que más se acerca es al despropósito, traspasando sobradamente la línea de la vergüenza ajena en múltiples ocasiones. El cine de Wan, en sus mejores momentos (‘Expediente Warren’, ‘Saw’), consigue atrapar al espectador gracias a su inteligencia detrás de las cámaras, pero en sus peores (‘Dead Silence’), esa habilidad parece irreconocible. ‘Maligno’ claramente entra en el segundo grupo, tratándose de una de sus obras menos inspiradas.
Llama especialmente la atención su deslucido apartado visual, cuya fotografía destaca por su falta de personalidad e ideas, más propia de un telefilm de bajo presupuesto que de una producción de sus características. Además, el argumento es un completo disparate, cuya lógica interna brilla por su ausencia, y se entrega sin ningún pudor al puro efectismo en pos de una presunta espectacularidad que nunca se materializa en ningún aspecto. Y es particularmente frustrante ver cómo esa indecisión sobre qué es lo que realmente su director quiere contar afecta también a cada uno de los intérpretes, que se muestran perdidos y sin absolutamente nada a lo que agarrarse que evite que caigan en la sobreactuación.
Puede que en el corazón de ‘Maligno’ se encuentre una película que valga la pena, pero es prácticamente imposible verla entre tanto caos narrativo y tantas promesas efímeras que no llegan a nada. Wan ha creado una película que, aunque los apasionados del cine de terror se empeñen en bancar como relevante, es realmente difícil de defender.