Ed Sheeran ha madurado. Te lo cuenta en ‘Tides’, la canción que abre su nuevo disco. El artista se «avergüenza» de las cosas que hizo «en su juventud», desea «haber hecho las cosas de manera diferente» e incluso a veces sueña con «desaparecer sin dejar rastro». Su reflexión no le ha llegado gracias a Pitchfork que se sepa, sino a la paternidad: «he madurado, ahora soy padre, todo ha cambiado pero, de alguna manera, sigo siendo el mismo». Y cuando escuchas ‘=’ es imposible no darle la razón.
¿Ha cambiado Ed Sheeran? La respuesta es sí y no. Por un lado, ‘=’ ya no horroriza con letras que se pueden enmarcar en un comportamiento de masculinidad tóxica, como las de sus otros discos; por el otro, la música de ‘=’ no marca una gran evolución hacia ninguna dirección que pueda sorprender a la crítica, que habitualmente ha denostado su trabajo. En ‘=’, Sheeran presenta una serie de canciones fácilmente digeribles con las que intenta mantener vivo el interés comercial hacia su obra. Ni cabe decir que, con ‘Bad Habits‘ y ‘Shivers’, lo ha conseguido.
El primer single de ‘=’, ‘Bad Habits’, ha recibido comparaciones con ‘Smalltown Boy’ de Bronski Beat. Algunos dicen que es un plagio. Yo opino que inspirarse en ‘Smalltown Boy’ siempre es un acierto y que la melodía de ‘Shape of You’ se parecía a la de ‘No Scrubs’ solo accidentalmente. ‘Bad Habits’ es tan pegadiza que la memorizarás en una primera escucha, pero también suena tan calculada que bordea el «guilty pleasure». ‘Shivers’ es otra adictiva canción de pop y el homenaje 80s de ‘Overpass Graffiti’, un poco A-Ha, conforma la mejor canción del disco en general.
En ‘=’, Sheeran no persigue el sonido electrónico de estas canciones sino que apuesta por una variedad con la que mantener a todo el mundo contento. Sigue comprometido con su faceta de cantautor en ‘First Times’ o la preciosa ‘Visiting Hours’, dedicada a su amigo fallecido, el ejecutivo discográfico Michael Gudinski; busca un nuevo ‘Thinking Out Loud‘ en ‘Love in Slow Motion’, otra balada que sonará en futuras bodas; sigue rapeando como puede en ‘2step’ y bebe del breakbeat y los sintetizadores cálidos de Dido en ‘Collide’. Las canciones son correctas pero genéricas, dan la sensación de haberlas escuchado mil veces antes.
Si la totalidad de ‘=’ suena a que Sheeran permanece encerrado a cal y canto en su «zona de comfort» particular, sus letras inspiran lo mismo. Por mucho que el inglés diga que ha madurado, su papel de bonachón no se ha ido a ninguna parte, hasta el punto de que dedica ‘Overpass Graffiti’ a su primera novia, a la que canta que «siempre te querré» y que su recuerdo de ellos juntos «nunca se borrará». En el resto del disco le recuerda a su mujer todos los momentos que han pasado juntos mirando la luz de la luna, bailando a la luz de las velas, tomándose una cerveza en un pub irlandés en Roma. «Sé que te podrías enamorar de mil reyes, y de corazones que te regalarían diamantes, pero tú ves lo mejor en mí», canta en la intimista ‘The Joker and the Queen’ a pesar de que es él quien podría regalarle todos los diamantes que quisiera.
Las ñoñerías de Ed Sheeran funcionarían si no estuvieran plagadas de clichés. ‘Sandman’ es uno andante: es una nana para su hija en la que suenan banjos, ukuleles y xilófonos. Para qué decir más. En ‘Shivers’ canta que se quiere «beber la sonrisa» de su mujer y que desea sentirse «como si mi alma estuviera ardiendo» pero a la canción le falta más hierro que a un personaje de Tim Burton. ‘Be Right Now’ nos anima a vivir el momento y no se llama ‘Carpe Diem’ porque quizá era demasiado obvio. Apenas ‘Leave Your Life’ encoge el corazón cuando lees que Ed se la ha escrito a su hija por si él muere antes de que ella pueda saber que la quiere. El resto de canciones de ‘=’ no tienen un trasfondo tan emotivo, y su retrato de la vida matrimonial resulta tan superficial e inane como la música que lo envuelve. ¿Dónde está el disco lo-fi a lo ‘Nebraska’ que estaba componiendo?