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‘La verdad sobre el caso Wanninkhof’ dignifica la figura de Dolores Vázquez

La cultura del «true crime» no iba a tardar en absorber el caso Wanningkhof, uno de los casos de error judicial más mediáticos de la historia española reciente. El año pasado, Netflix estrenó un documental sobre el caso pero ha sido HBO Max la plataforma que se ha apuntado el tanto de contar con Dolores Vázquez, la persona que fue condenada erróneamente de haber asesinado a Rocío Wanninkhof, para sentarla en una entrevista que se ha hecho esperar más de 20 años.

A diferencia del documental de 1 hora y media de Netflix, ‘Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof’ profundiza en el caso hasta el punto de alargarse hasta los 6 capítulos, con la producción ejecutiva de Toñi Moreno. Cada uno de ellos recibe el nombre de una mujer importante en la historia y no falta casi nadie por ser entrevistado: de la madre de Rocío, Alicia Hornos, hasta el abogado de Dolores Vázquez, Pedro Apalategui, pasando por la susodicha, aparecen en pantalla para contar su visión.

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El caso comienza con la desaparición, el 9 de octubre de 1999, de la joven de 19 años en un pueblo de Málaga. El cuerpo sin vida de Rocío es hallado tres semanas después cerca de Marbella. Dolores Vázquez, amiga de la familia, y ex pareja de Alicia Hornos, madre de la joven asesinada, es detenida como principal sospechosa del crimen. La investigación se centra en ella hasta el punto de que una serie de «indicios», conjeturas y alguna que otra corazonada bastan para incriminarla. Dolores pasa 17 meses en prisión y, llegado el día de la sentencia, es condenada culpable sin pruebas congruentes sobre la mesa. El clima de odio hacia Dolores Vázquez, alimentado desde los medios de comunicación, y materializado en las calles, influye de manera clave en el veredicto.

Más adelante, en 2003, se descubre el cuerpo de otra joven asesinada, Sonia Carabantes, se relaciona su caso con el de Rocío por el hallazgo de unos restos de ADN que aparecen en ambas escenas del crimen y el británico Tony Alexander King, un vecino de Coín que carga con antecedentes penales en Reino Unido, es declarado culpable de ambas muertes. Es, básicamente, una de las pocas veces que un cigarrillo ha dado una buena noticia. Dolores es exculpada pero carga aún con la condena social y se retira de la vida pública.

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El debate sobre la morbosidad de ‘Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof’ debería estar fuera de la mesa. En el documental participan tantos personajes pertenecientes a la constelación del caso que, en algún momento, hasta esperas que la persona condenada termine realizando alguna declaración. Alicia Hornos mantiene que Dolores estuvo implicada en el asesinato de su hija, avivando aún los vientos de la sospecha. Sí, la narración es sensacionalista, pues incluye imágenes del entierro de Rocío, pero también se podría decir que pinta una panorámica completa del suceso, muy bien contado cronológicamente. No es cuestión de desmerecer el trabajo documental y visual de la pieza solo porque cuente una historia real. Y ‘Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof’ sirve principalmente para dar voz a Dolores Vázquez y también a su brillante abogado, pero también para acercarse a todos los puntos de vista sin juicios.

Dolores no es la primera persona que recibe una condena injusta por asesinato. Tampoco es la primera persona relacionada con el colectivo LGBTQ+ cuya sexualidad influye en su inculpación, aunque hay que puntualizar que ella nunca se identifica con la etiqueta «lesbiana» porque «nunca me he sentido así». Sin embargo, desde el primer momento, la lesbofobia juega un papel fundamental en las acusaciones hacia Dolores y, en este sentido, la escritora y activista LGBTI Beatriz Gimeno realiza algunas de las intervenciones más importantes del documental cuando recuerda que la lesbofobia de la sociedad de entonces motiva desde la base las acusaciones de asesinato hacia Dolores, porque ella ni luce ni se comporta como la «típica» mujer heteronormativa. Y tanto la guardia civil como los medios y la sociedad se alimentan de ese relato absurdo. Habría sido grato que ‘Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof’ profundizara en la lectura de identidad sexual del caso, porque probablemente diera para mucho más de lo que se muestra finalmente.

Es la única pega que se le puede poner a un documental riguroso y muy bien construido que hace su trabajo de contar una historia mediática con un lenguaje mediático. Pero ‘Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof’ será mejor todavía cuando haya servido para algo. Dolores Vázquez, que a sus 69 años vive retirada en Betanzos, el pueblo de La Coruña en el que nació, aunque ella se crió en Reino Unido; pide el perdón por parte de la «guardia civil, el fiscal y los jueces» que nunca ha recibido, también del Ministerio de Interior que entró en el trapo de las acusaciones falsas, y recuerda que en 20 años no ha sido indemnizada por el error judicial que ha marcado su vida. Las reparaciones se hacen esperar, pero por lo menos Loli -como prefiere ser conocida- señala que su dignidad permanece intacta. Y dignificar su figura es precisamente lo que consigue el documental.

La cultura del "true crime" no iba a tardar en absorber el caso Wanningkhof, uno de los casos de error judicial más mediáticos de la historia española reciente. El año pasado, Netflix estrenó un documental sobre el caso pero ha sido HBO Max la...'La verdad sobre el caso Wanninkhof' dignifica la figura de Dolores Vázquez