A ‘Succession’ le costó arrancar. Estrenada el verano de 2018 sin hacer mucho ruido, la serie fue ganando adeptos conforme fue funcionando el boca-oreja. Tres años y tres temporadas después, se ha convertido en la serie estrella de HBO Max: la más prestigiosa (arrasó en los Emmy y Globos de Oro), popular (es carne de meme) y una de las de más audiencia. A la espera de la cuarta temporada -ya confirmada- vamos a desmenuzar como un polvorón los pros y contras de esta tercera entrega.
Lo mejor de ‘Succession 3’
1. Su ajustado tono tragicómico. Quienes conocían la obra anterior de Jesse Armstrong (‘In the Loop’, ‘Four Lions’), ya estaban avisados. Quienes no, descubrieron en ‘Succession’ a un guionista con una capacidad asombrosa para hacer equilibrios entre la tragedia y la comedia, entre hurgar en la herida y ponerle una tirita estampada con emojis. Los vaivenes tonales continúan en esta temporada, a veces en una misma secuencia. Pero ninguno sobresale por encima del otro. Podemos reírnos al ver cómo un personaje manda una fotopolla por error, pero también darnos cuenta de las terribles implicaciones morales y psicológicas que se esconden en esa acción.
2. Unos diálogos más afilados que las uñas de Rosalía. Entre lo más zafio -los cientos de “fuck offs” que escupen los personajes- y lo más refinado -las numerosas citas a la antigua Roma-, Armstrong despliega un impresionante abanico retórico desbordante de ingenio y mala baba. La serie escenifica con brillantez un combate de réplicas y contrarréplicas, una pelea a salivazos sarcásticos y cuchilladas verbales con un denominador común: el cinismo extremo. ‘Succession’ es una exhibición de crueldad y sadismo que funciona como perfecta metáfora de la (a)moralidad de las élites neoliberales.
3. Lo bien escritos e interpretados que están los personajes. Y no solo el patriarca y los hijos (Brian Cox y Jeremy Strong siguen brillando), sino también secundarios como la diligente y sufrida Gerri, y esa peculiar pareja cómica que forman Greg y Tom, de gran relevancia en esta temporada. A destacar también la aparición de nuevos personajes como el accionista “senderista” interpretado por Adrien Brody (protagonista de uno de los mejores capítulos de la serie), y el CEO de una compañía tecnológica (Alexander Skarsgard), que permite a Armstrong introducir una trama muy interesante acerca de las tensiones entre las nuevas tecnológicas y los viejos grupos mediáticos.
4. La fabulosa sintonía de Nicholas Britell. Y en general, de toda la banda sonora. Mención especial a las múltiples variaciones de la composición principal que suenan al final de cada capítulo. A ver si eres capaz de no tararearla.
Lo peor de ‘Succession 3’
Su caligrafía visual. En esta tercera temporada tenía esperanzas de que hicieran como en ‘Line of Duty’: abandonar ese estilo de falso documental tan pasado de moda. Mucho movimiento de cámara, reencuadres, zooms… Pero me equivocaba. Ahí sigue. ‘Succession’ nunca ha destacado por su brillantez formal, nunca ha sido visualmente deslumbrante. Y esta tercera temporada tampoco. Salvo alguna excepción, como la extenuante caminata del capítulo cuarto o la reunión final de los tres hermanos junto a unos contenedores de basura, en esta serie hay poca metáfora visual, poco juego expresivo, poca inventiva estilística. ¿Ni falta que hace con esos guiones? Puede ser. Pero casi prefiero una puesta en escena invisible, al servicio de la escritura, que ese estilo como de Dogma 95.