Televisión

Por qué ‘Celebrity Bake Off España’ ha sido uno de los hits de la Navidad

El mundo se paró cuando Amazon Prime Video reveló la primera foto promocional de ‘Celebrity Bake Off España’: las ediciones «celebrity» de realities y talent shows varios terminan siempre adoleciendo de presentar a algún famoso que nadie sabe muy bien quién es, y este cásting era claramente de otro nivel.

Ya sabemos cómo se las gasta Jeff Bezos y, a golpe de talonario, Amazon Prime conseguía reunir indistintamente a modelos internacionales como Andrés Velencoso, políticas de primera línea como Esperanza Aguirre, cantantes conocidas por el 96% de la población española (esta fue en su momento la estadística oficial de Chenoa según Personality Media), influencers de primera línea como Esty Quesada, músicos y escritores de la popularidad de James Rhodes, televisivos tan famosos como Pablo Rivero, y así casi todos. Personalmente se me escapaba un poco la «creadora de contenidos» Paula Gonu, pero seguro que sus 2 millones de seguidores en Insta opinaban todo lo contrario. O lo mismo de la presencia del ex árbitro Iturralde González «Itu», ambos representantes de la transversalidad a que aspiraba el programa, presentado de manera testimonial por Paula Vázquez y Brays Efe.

Masterchef está en crisis desde muchos antes del suicidio de Verónica Forqué, lo más triste que nos ha pasado en mucho tiempo. Dejando al margen la polémica sobre si el tratamiento de la salud mental en el montaje del Celebrity, y dejando también aparte, por otro lado, el bullying a la productora del programa, supuestamente en pos de una sociedad mejor, lo cierto es que la audiencia ya le había comenzado a dar muestras de agotamiento.

Tiene mérito que Masterchef siga en pie una década después a través de innumerables spin-offs esparcidos a lo largo de primavera, otoño, Navidad y extras, pero algunos hemos agradecido un formato como «Bake Off España» que ataca deliberadamente todos los defectos de Masterchef: este programa es más corto, divertido y ligero en sus 60 minutos de duración; se han subido de golpe sus 10 episodios para su consumo a la carta durante esta Navidad; y el buen rollo prevalece por encima de la creación de piques entre compañeros. Así lo ha expresado la persona que ha ganado «Bake Off» en el último capítulo, insisto que grabado mucho antes de la tragedia que sin duda ha marcado la historia de la televisión española.

En la referida foto promocional inicial, ya Esperanza Aguirre aparecía al lado de «Soy Una Pringada», y la confrontación entre ambas ha sido de lo más insólito jamás visto en televisión: es la confrontación de dos mundos completamente antagónicos. Esty Quesada nos había dado momentos más y menos hilarantes (de su canal de Youtube a su serie), pero ‘Celebrity Bake Off España’ se lo ha merendado con patatas, totalmente sembrada. Sus comentarios sobre Barakaldo, su desprecio a los heterosexuales o sus referencias indirectas a la «extrema derecha» de Esperanza Aguirre han sido tronchantes. Y qué decir de la que se presentaba como «ex política»… verla defender una tarta con forma de vómito asegurando que aquello estaba «muy bueno», era lo mismo que decirle a la audiencia que lleva toda una vida engañándose a sí misma.

La vis cómica de Yolanda Ramos ya la conocíamos y ha permanecido inalterable, siendo también de lo mejor del formato, mientras en las revelaciones a lo Cayetana Guillén Cuervo y Miguel Ángel Muñoz podemos situar a la actriz Adriana Torrebejano, a Chenoa y a la cantante y directiva de Chochete, Soraya. Por el contrario, Velencoso se ha presentado a la audiencia como un estratega competitivo de mirada turbia, un tanto fuera de contexto en este caso. Es historia del erotismo televisivo el modo en que Clara Pérez Villalón lamió uno de sus platos, eso sí, pues Clara ha sido una jueza estupenda, dulce pero exigente, con cuerda para rato, curiosamente salida de la Escuela Masterchef. Realmente la única pega del formato -aparte de los chuscos chistes ideados para los presentadores, tipo «nos sobra un tornillo»- es el modo en que se va desinflando. A medida que los concursantes más divertidos van siendo eliminados, y los más seta se van creciendo como cocineros, la cosa pierde ritmo y gracia. Ya era demasiado pedir que triunfara aquel que parece totalmente desinteresado por la repostería.

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Publicado por
Sebas E. Alonso