La deriva de la discografía de Animal Collective ha sido uno de las mayores desencantos vividos en el pop alternativo reciente. De una retahíla de obras maestras publicadas entre 2003 y 2009 que empezó en ‘Sung Tongs’ y terminó con el esperadísimo lanzamiento de ‘Merriweather Post Pavilion’, tan hypeado que pareció el «Sgt. Peppers» del indie, con ‘My Girls’ sonando hasta en la puta MTV; pasamos a una serie de discos que transmitían una evidente sequía creativa: ‘Centipede Hz’ sonaba estridente para mal y ‘Painting with Animal Collective’, para ser un disco de pop con canciones que duraban 3 minutos, no era nada divertido: parecía hecho por obligación.
Quizá Animal Collective necesitaban un descanso para recargar pilas creativas, y en los últimos tiempos sus integrantes han publicado varios álbumes por separado y los únicos discos de Animal Collective que han visto la luz han sido bandas sonoras experimentales. ‘Time Skiffs’ llega seis años después del último álbum de Animal Collective y la buena noticia es que en él, el grupo suena renovado, de nuevo con ganas de volver a perderse en la magia de la música. Por fin.
¿Hay mala noticia? Sí: ‘Time Skiffs’ es un disco nostálgico, que apela a la nostalgia que hoy provoca escuchar los mejores discos de Animal Collective, y que por tanto no busca abrir nuevos caminos de exploración para la banda, sino más bien recuperar aquellas cosas por las que ha sido siempre tan celebrada. En ‘Time Skiffs’ vuelven los desarrollos largos y espaciados, los arreglos vuelven a ser orgánicos y exuberantes y las canciones suenan especialmente centradas en las melodías a lo Beach Boys. En ‘Time Skiffs’ Animal Collective hacen de Animal Collective, y lo hacen bien.
Lo hacen bien por ejemplo en el single ‘Prester John‘, una canción armada a partir de dos composiciones separadas de Avey Tare y Panda Bear, que se funden en un dinámico oleaje de armonías sesenteras, ritmos de dub y sonidos psicodélicos, y que termina con una larga coda instrumental. La canción reflexiona sobre la caída de los mitos a partir de esta figura medieval que nunca existió, y representa la riqueza instrumental hallada en ‘Time Skiffs’, una riqueza reflejada también en esa simpática ‘Walker’ atiborrada de vibráfonos que Panda Bear dedica a uno de sus héroes musicales, Scott Walker, y en general en todo el disco.
La opulencia sonora de ‘Time Skiffs’ viene con el añadido de ser probablemente el disco mejor producido de Animal Collective, por lo que escuchar canciones destacadas como la inicial ‘Dragon Slayer’, con sus menciones a «infinitas explosiones de luz», o la siguiente ‘Car Keys’, que parece hablar sobre el cambio climático, resulta una experiencia especialmente grata. Como indica una reseña, parece música en tres dimensiones. En este sentido también son simpáticas la caótica ‘Strung with Everything’, que habla de «imaginar cuerdas que sujetan los árboles» a la luz de las estrellas, y la densa pero ufana ‘Cherokee’, que describe un viaje de Avey Tare a la naturaleza.
En un álbum preocupado por el paso del tiempo, las canciones de ‘Time Skiffs’ nos hablan precisamente de nostalgia, como ‘We Go Back’, pero sobre todo de apreciar el presente, de sonreír a extraños (‘Passer-By’) y sobre todo de vivir en el momento, y con este mismo mensaje nos deja la hermosa balada final ‘Royal and Desire’, que parece de Fleet Foxes (la voz de Deakin se parece a la de Robin Pecknold). ‘Time Skiffs’ cumple con todos los tics de lo que esperas de un disco de Animal Collective, pero después de dos discos decepcionantes en los que se percibía al grupo perdido, quizá era buen momento de mirar atrás y apreciar todo lo conseguido.