Lucas Bolaño ha titulado su segundo LP bajo el nombre de Estrella Fugaz con el título de la mejor canción del primero, ‘Luminosa’. No sé si es una manera implícita de dedicársela a su hija, aunque curiosamente la paternidad, que en ‘Un sendero fluorescente’ era un tema bastante presente, aquí apenas asoma. Pero Lucas sí sigue ahondando en la cotidianidad, en la precariedad e incertidumbre, pero esta vez de una manera algo más abstracta, menos concreta.
Estrella Fugaz ha pasado de Caballito Records a Sonido Muchacho. ‘Un sendero fluorescente’ era más parco, pero repleto de detalles imaginativos. Este es más exuberante, aunque las coordenadas no han variado mucho. Indie noventero, de Chinarro a, claro, Yo la Tengo, con escapes sintéticos propios de la indietrónica de principios de los dosmiles y sin miedo ninguno para hacer mezclas extrañas, ya sea recuperar el reggae sofisticado de los ochenta en ‘Las plantas’, o la cumbia en ‘No soy colombiano’. Un poco para guiar la escucha de ‘Luminosa’, Lucas Bolaño colgó esta playlist de canciones inspiradoras, en la que resulta significativa la presencia de The Notwist, uno de los grupos señeros de la indietrónica.
‘Luminosa’ es un disco más compacto y regular que ‘Un sendero fluorescente’, su secuencia es mucho mejor y la escucha apenas tiene altibajos, aunque quizás no hay canciones que toquen tanto la patata como algunas de ‘Un sendero fluorescente’. Pienso en ‘Max y Ellen’, ‘El verano español’ y ‘Luminosa’, que siguen siendo cimas bolañistas aún imbatidas. Eso no quita para que aquí las canciones, en general, sean buenas o muy buenas.
Empezando por ‘En el altillo de casa de tus padres’, que parece hablar de lo que allí escondemos (¿la niñez?), que abre trémula y acaba en un estallido de voces, proclamando que “todos estamos en el altillo». ‘Mortadela y Filemona’ tiene un inicio acústico, adusto, casi tristón, pero es una canción de celebración, que conmina a dejar trabajos y quehaceres frustrantes para abrazar los proyectos que realmente se aman. ‘La pastilla’ también festeja (¿el éxtasis y sus efectos?). Suena a unos New Order de baja intensidad, un sonido cortesía de la producción de David Rodríguez. La cadencia insolada, desértica y narcótica de ‘Una DDDH y el Electropura’, con la voz de Valdivia replicando en el estupendo estribillo, esconde la angustia existencial que trata de paliarse con frecuentes visitas a los baños de los garitos, pero cuya cura es, claro, una DDH: doble dry-hop IPA, un tipo de cerveza y, por supuesto, los Yo la Tengo.
‘En una cinta magnética’ es el tema más purista indie, pero su magia de melodía, guitarra y arreglos la empuja a otro nivel. ‘Uhuru y Sulu en un nave de blancos’ traspasa con su disco indie dosmilero, tan gélido, tan Röyksopp. Pero también hay chanzas acerca de la vida del artista alternativo, desde ese ‘No soportas mis canciones’ a ‘Aún no sonamos en la radio’, en la que recupera esa temática sobre la precariedad del mundillo indie sobre una estructura muy propia de los primeros Planetas.
‘Luminosa’ sigue la estela de artista libre, muy personal y también entrañable de Bolaño. Más ambicioso dentro es su perímetro. Y un puñado de melodías, estribillos y, claro, frases gloriosas. La gran baza de Bolaño son las letras. Como David Rodríguez, tiene un universo propio, que comparte tanto el extrañamiento ante la cotidianidad como la capacidad de hacer pupa con una sola frase: “Nuestra vida un destello entre muerte y muerte” (‘El altillo de casa de tus padres’). “Madrid tiene entrada, pero no tiene salida” de ‘Las plantas’. “Que la suerte que yo tengo / duerme a mi lado / o está entrenando” (‘En una cinta magnética”). Pasen y escojan en cuál de ellas acurrurcarse.